Parteras: ¿aliadas o artífices de la baja natalidad?

Viviana Corfield, coordinadora de obstetricia en un hospital público de Salta, reflexiona sobre el rol de estas trabajadoras en la salud sexual y reproductiva.

Créditos: El Tribuno.
Créditos: El Tribuno.

Por Anahí Ailín Cardoso Plaza*

Históricamente, el parto ha sido un evento trascendental en la vida de una mujer. Es posible considerarlo como un hito que va más allá de lo biológico y que ha moldeado roles sociales, estigmas e incluso industrias enteras. En este contexto, surge la partería, una profesión milenaria que ha acompañado a las mujeres en el proceso de traer vida al mundo. Sin embargo, en las últimas décadas, la disminución de la natalidad se ha convertido en una tendencia global, y Argentina no es ajena a esta realidad. Según los censos de 2001 y 2022, el promedio de hijos por mujer pasó de 2,1 a 1,4. También es destacable que el embarazo en madres menores a 20 años se redujo hasta un 60 por ciento. Ante este panorama, surge una pregunta que puede generar controversia: ¿son las parteras, las mismas manos que reciben a los recién nacidos, las responsables de esta baja en la natalidad?

Viviana Corfield, coordinadora de obstetricia en un hospital público de Salta, ofrece un debate sobre este tema. Invita a reflexionar sobre el papel fundamental de las parteras en la salud sexual y reproductiva de las mujeres, y cómo su trabajo, que va más allá de la atención del parto, puede estar contribuyendo a esta tendencia global. Actualmente se desempeña como Coordinadora de obstetricAs del mismo nosocomio. La A mayúscula fue intencional y no un error de tipeo porque hasta la fecha de esta entrega, febrero del 2025, el personal de planta se conforma en su totalidad por mujeres.

Corfield encuentra respuesta al origen de su pasión por los nacimientos a un evento desafortunado que se produjo antes de su propio alumbramiento. Se remite a la historia familiar, donde la mamá de su abuela fue abusada en el mismo viaje migratorio hacia el país austral. El secreto fue guardado durante muchos años en la familia y cuando emergió de los rumores, tuvo una revelación: “Vine a sanar esos nacimientos”.

-Para las parteras, las que traen vida al mundo, ¿es mala noticia que nazcan cada vez menos bebés?

Para nada, es el resultado de nuestro trabajo. La gente se alarma porque cada vez hay menos nacimientos, pero ¿No te conmueve que la misma mujer venga todos los años con un nuevo niño? ¿Bebés productos de abusos o consumos problemáticos? O directamente no deseados. Es un alivio que se vayan a sus casas con una lisis tubaria o el DIU colocado, que puedan una vez en la vida decidir qué es lo que quieren.

-El rol de ustedes es clave en torno a la salud sexual y reproductiva.

La partera es la profesional más costo-efectivo que hay porque trabaja la prevención y promoción de la salud en el primer nivel. Nuestro sueldo es menor que el de un médico, pero sin embargo tenemos muchísimas pequeñas acciones a través campañas de salud reproductiva, de control prenatal, control post parto, el control en las niñas y adolescentes, prevención de abusos y hasta en la menopausia. Este trabajo lo podemos hacer porque estamos cerca de la población.

-Sin embargo, el Fondo de Población para las Naciones Unidas destaca la figura de la partera para la salud reproductiva de las mujeres.

-Sí, pero el médico es hegemónico porque tiene el poder y la decisión.

-La obstetricia es una profesión que demuestra cómo algunos saberes milenarios tienen efectos positivos sobre la salud materno-fetal. ¿Cómo conviven estas prácticas con la comunidad científica y las instituciones?

-Ser profesional hoy es un constante desaprender. Siempre tenemos que plantear la posibilidad de conocer nuevos saberes, no dar todo por sentado que esto es matemático y exacto. Hay una nueva especialidad en el campo de la salud, la psico bio neuro endocrinología, quiere decir que todo lo que nosotros somos tiene que ver con las emociones. Otra es la epigenética. En el momento que se produce el embarazo, los genes pueden alterarse por el ambiente en donde se gesta el bebé. Cada persona es una historia, su contexto social es muy importante para el tratamiento y por eso hay que atender esas necesidades personales.

-Me recuerda a la famosa frase “para cambiar el mundo hay que cambiar la forma de nacer” …

-Efectivamente. Las parteras siempre tuvieron una mirada más holística. Desde los primeros relatos de historia humana, la mujer embarazada estuvo acompañada por otra mujer. Por eso mismo también fuimos perseguidas y tildadas de brujas.

-Es una profesión mayoritariamente feminizada.

-Existen hombres obstétricos. Lo que pasa es que ellos no sienten las cosas como las sentimos las mujeres. Y algunas pacientes los llaman “doctores” cuando son colegas nuestros.

-Volviendo a los saberes, escuché a pacientes suyas decir que “hay que dejar de ser racional y conectarse con lo mamífero”. ¿Cómo es eso?

-El parto no es racional. Tenés un hijo adentro tuyo que crece con tu sangre, dentro de tus entrañas y vos sos su vehículo al mundo, le prestás ese cuerpo al niño que quiere nacer. Eso no está regido por la cabeza, las mujeres que racionalizan la situación no se relajan. El parto es una conjunción de hormonas que tienen que ver con el amor, y el amor no es racional. Lo emocional en las embarazadas rige mucho al momento del parto, por algo suelen registrarse hipertensiones, diabetes y demás enfermedades que se despiertan en esos nueve meses.

-¿Y quién decide cuándo nace esa persona?

-El niño decide cómo y cuándo nacer. Los bebés cuando están ‘maduros’ liberan el cortisol hacia la mamá, hace contacto en la hipófisis y se produce la oxitocina que da la alarma del nacimiento. Si nosotras como profesionales de la salud queremos interrumpir esa conexión, estamos mal. Por eso se tiende a otras técnicas no farmacológicas para que suceda, como crear un ambiente cálido y de confianza, con luces bajas y ejercicios de suelo pélvico. Esto no es una moda, está comprobado científicamente. Si sirve, cómo no se lo vamos a ofrecer.

-Hay algunos discursos que romantizan el parto y otros que lo demonizan. ¿Cuál es el trabajo de las parteras en este marco?

-Ya que el cuerpo se va a partir en dos, vamos a necesitar darle todo eso a la mujer. El parto parte en dos, se hace otro cuerpo. No hay que romantizarlo porque es doloroso, es estresante, es todo. Lo que tenemos que provocar no es el parto, sino un lugar de contención. Hay que acompañar, no interferir. Cuidamos, vigilamos y actuamos en el caso de ser necesario, si se encuentra algún riesgo. De eso se trata el parto respetado. Acelerar los procesos naturales sin necesidad de hacerlo es un parto mal asistido.

-¿Cómo ve estas nuevas modas de parir en casa, bajo el agua y hasta en la playa?

-Siempre pensé lo mismo. Hace 25 años, cuando llegué a Salta, mujeres de una organización comunitaria me consultaron si podía asistirlas en partos en sus hogares. Les respondí que no. Voy a morir diciendo que lo que tienen que cambiar son las instituciones. El hospital no tiene que ser exclusivo. A la mujer que viene con una necesidad hay que prestarle la oreja. Por eso los consultorios de las obstétricas (en el materno infantil) siempre están llenos. Cuando un paciente se encuentra con una persona que conoce sus dolores, sus carencias y sus felicidades, es distinto.

-En las redes sociales se observa a muchas influencers del parto que comparten constantemente información. ¿Cree que cualquier persona puede asistir partos?

-En la primera consulta las obstétricas realizamos la anamnesis, que consiste en la recopilación de información sobre la paciente a través de preguntas y observaciones. Ahí veo el semblante, el color de uñas y de ojos, cómo se para, si está retraída o alegre. Nadie que haga un curso de dos meses online puede obtener ese ojo clínico. Hay un tema con la mediocridad actualmente que todo da igual. También pasó porque nosotros como profesionales dejamos esos huecos, no fuimos atentos ni contemplativos. Las mujeres van a buscar a alguien que tenga respuestas a lo que están pasando.

-Entonces se podría decir que el resurgimiento de estas nuevas “acompañantes del parto” es una reacción a la no respuesta del sistema.

-Así es. Si fuésemos una institución ampliamente contemplativa y profesionales contenedores, no se necesita a más nadie. El sistema está fallando y tenemos que ver cómo hacer la meaculpa. Pero las cosas se tienen que caer para que puedan cambiar. Nosotras las obstétricas muchas veces tapamos los problemas institucionales tan grandes como el sol con los dedos. Tiene que haber un espacio de encuentro y de discusión.

-¿Cuáles son sus deseos con esta profesión?

-Siento que siempre podemos estar mejor, tenemos que trabajar para que eso suceda.

*Estudiante de la Especialización en Comunicación, Gestión y Producción Cultural de la Ciencia y la Tecnología. Este trabajo fue entregado en el marco del Taller de Periodismo Científico.


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