
“Para el 2020, Argentina era el quinto país de América Latina con más cáncer, años anteriores ocupaba el puesto número siete, pero la población aumentó y la enfermedad comienza cada vez en edades más tempranas. Es decir, no sólo es una trágica decisión para el Plan Oncológico Nacional y para los pacientes que sufren, sino que es un pésimo momento para hacerla. Es como que se incendie la Casa Rosada y anules a los bomberos”, manifiesta el investigador. Según datos del ya cerrado INC, el cáncer de mama y el de colorrectal son los que más prevalecen en el país.
Según detalla el comunicado de prensa del ministerio, las tareas del Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Reporte del Cáncer del INC ya eran realizadas por la Subsecretaría de Vigilancia Epidemiológica. De igual manera dicta que la Dirección Nacional de Abordaje Integral de Enfermedades No Transmisibles ya realizaba las responsabilidades de los Programas Nacionales de Control y Prevención de distintos tipos de cáncer.
“Esta enfermedad no es una más, es muy compleja y necesita un abordaje multidisciplinario. Si la ponen en la Dirección de Enfermedades No Transmisibles, estará junto a la diabetes, la hipertensión arterial o la obesidad”, explica Gómez. En este sentido, los tratamientos para afrontar el cáncer o las investigaciones y formación para nuevas terapias se diluyen junto con las demás enfermedades.
A esto se le suma el hecho de que pasar del rango de Instituto al de Dirección hace que la burocracia para poder tomar decisiones sea aún mayor. “El INC está formado por oncólogos que se especializan en distintas ramas. Cuando se tomaba una decisión, se dialogaba con el ministro de Salud del momento y se definía en un momento. Ahora, tiene que pasar por todos los rangos burocráticos: ministro, viceministro, secretario, subsecretario y recién ahí el director. Se pierde muchísimo tiempo y justamente el tiempo es oro cuando se trata de cáncer”, sentencia el exdirector del INC.
Asimismo, en su comunicado, el ministerio de Salud realiza acusaciones graves. “En 2023 se compraron opioides sin ningún criterio de cantidad y precio, lo que devino en vencimientos y un perjuicio para la administración del Estado, ya que se tuvieron que tirar 400 mil unidades de morfina vencida por una mala planificación”, denuncia.
En esta línea, Gómez reconoce que no sabe si esto es cierto pero que, en tal caso, el camino a seguir es iniciar una investigación, saber qué sucedió y definir si fue un error o un caso de corrupción. “Si fue lo primero, se lo corre y se pone a otro más capacitado, pero si sucedió lo segundo, se debe llevar a la justicia. Pero, ¿cerrar el Instituto? Si supuestamente las decisiones de este gobierno son para mejorar. Todos estamos dispuestos a trabajar para ser mejores, pero ¿cancelarnos como sucedió con el Conicet? Eso sí que no”.
¿La casta son los pacientes con cáncer?
El Instituto Nacional del Cáncer fue creado en 2010 con el objetivo de posicionar la lucha contra el cáncer como una prioridad de Estado. Desde su creación, diseñó e implementó políticas públicas destinadas a la prevención y control del cáncer en Argentina
En 2016, a través de la Ley 27.285, se convirtió en un organismo descentralizado y autárquico dentro del ministerio de Salud, lo que le otorgó autonomía funcional, administrativa y financiera. Al crear una institución dedicada exclusivamente a esta enfermedad y formada por oncólogos, “se colocó al cáncer en un lugar de suma relevancia en la agenda sanitaria nacional”, explica Gómez a la Agencia, y agrega: “Tenía un solo objetivo: disminuir los casos de cáncer y de muerte por esta enfermedad en Argentina”.
Su cierre y la consecuente puesta en un rango mucho menor le siguió al desmantelamiento del Programa Nacional de Cuidados Paliativos, dependiente del Instituto. “Cuando los oncólogos no tenemos más nada por hacer por el paciente, buscamos que sufra lo menos posible hasta morir. Para ello, le damos medicaciones paliativas, como la morfina u opioides”, dice Gómez.