
Tras tres años de negociaciones, los Estados de la OMS aprobaron el acuerdo por mayoría con 124 votos a favor, 0 objeciones y 11 abstenciones. Entre los objetivos, está disminuir la desigualdad entre los países al momento de acceder a diagnósticos, tratamientos y vacunas relacionados con una pandemia, algo que quedó en evidencia en 2020. Por su parte, Argentina decidió ausentarse en línea con su anuncio de no formar más parte de la OMS, una política exterior mimetizada con la de Trump en Estados Unidos.
“Una pandemia es un mal público global, es decir, es una enfermedad que se propaga más allá de las fronteras y que no hay forma de responder si no es coordinadamente entre todos los países y conseguir lo que se llama la provisión de bienes públicos globales”, explica Bernabé Malacalza, doctor en Ciencias Sociales, a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ. La provisión de bienes públicos globales se basa en los principios de no exclusión y no rivalidad, y refiere a aquellos bienes y servicios que deben estar disponibles para todos y que cualquier persona puede disfrutar sin disminuir los beneficios que brindan a otros.
“Este acuerdo es clave para los países en desarrollo porque sin él no hay garantía de acceso a las vacunas. En la última pandemia se vio que la vacunación fue mucho más lenta en los países en desarrollo y dependió de los gobiernos y de las compras de vacunas. No hubo liberación de patentes en la Organización Mundial del Comercio y los perjudicados fueron los países del sur”, detalla el magíster en Relaciones y Negociaciones Internacionales.
Y continúa: “Al no participar, Argentina queda aislada de una respuesta coordinada. La población queda a merced de una situación de asimetría entre los países desarrollados, que tienen acceso a la tecnología, a las vacunas y capacidad de infraestructura para responder a las pandemias, y los países en desarrollo que deben fortalecer capacidades, como los latinoamericanos”.
De todas maneras, Malacalza hace una advertencia: dentro del grupo de los países en desarrollo, Argentina es de los países que demostró mayor solidez al poder producir vacunas, respiradores artificiales o test de diagnóstico. Esto no es casualidad sino que son años de producción y fortalecimiento del sistema científico-tecnológico que hoy está siendo desfinanciado.
“El argumento que utiliza el gobierno de Milei de que este tipo de acuerdos son obligaciones a, por ejemplo, cuarentenas y que van contra la libertad de las personas no tiene sentido. Ningún acuerdo multilateral fuerza a los Estados. Los organismos no tienen poder coercitivo o sancionatorio, si no irían contra la soberanía de cada país. Lo que hacen son recomendaciones”, relata. Esto se pudo ver en la última pandemia cuando algunos gobiernos retrasaron la compra de vacunas o definieron no acatar las recomendaciones de hacer un aislamiento social preventivo para frenar la propagación del virus.
La salud en juego
Según la Fundación Soberanía Sanitaria, además de este Acuerdo sobre Pandemias, el retiro de Argentina de la OMS implicaría dejar de tener acceso a un fondo rotatorio que permite la compra de tecnologías e insumos sanitarios; así como también, la falta de apoyo a programas de enfermedades transmisibles y no transmisibles, salud mental, materno infantil y vacunas. Asimismo, las enfermedades raras o desatendidas, como el Chagas, quedarían abandonadas puesto que ya no se recibiría la colaboración técnica ni la donación de medicamentos.