Jean Luc Godard: el adiós a un científico del lenguaje
El 13 de septiembre Jean Luc Godard dejó este mundo a través del suicidio asistido en Suiza. Sin embargo, su cine seguirá vivo por varias razones.
Por Lía Gómez*
Cuando en 1985 los hermanos Lumière inventaron el cine, aquella máquina capaz de capturar el tiempo en una imagen, en el que se descubre la permanencia retiniana del ojo humano que permite el efecto del movimiento, no imaginaron el destino de ese experimento técnico-científico y su posterior desmontaje.
El cine, que comenzó como un avance tecnológico primario de poder capturar instantáneas para luego ser proyectadas en la misma caja con película perforada y movida de manera manual; con los años, se convirtió en la ilusión de “El viaje la luna” (1902) o “Viaje a través de lo imposible” (1905) de George Melíes, o en lo que André Bresson denomina una escritura con imágenes y sonidos. Ese movimiento epistémico, desde donde mirar el cine, es el que recorre hasta hoy las discusiones centrales del campo. Un cine definido por su especificidad técnico expresiva, es decir, por las posibilidades que da la máquina que captura el espacio tiempo, y otro, estructurado en una experimentación que concibe al montaje como lenguaje.
La imagen-tiempo, y la imagen-movimiento (Gilles Deleuze) son el origen de una apuesta por complejizar una mirada científica sobre el cine. Una perspectiva que contempla la plasticidad de la imagen en una experimentación creativa que estructura un modo de retratar el mundo social desde la apuesta por la ficción como un género que también documenta lo real.
Jean Luc Godard (1930-2022) ha dedicado su vida a la investigación sobre las posibilidades narrativas del cine como lenguaje. Ha indagado con una mirada microscópica en las facultades que la edición audiovisual proporciona, ha cruzado los límites de un modo de contar. Ha puesto a los actores a mirar a cámara, a conversar con los/as espectadores, a posicionarse política y culturalmente en sus personajes. Ha generado conceptos y preceptos generacionales a través del cine.
“Sin Aliento” (1960), “Vivir su vida” (1962) “Masculino/Femenino” (1966) La Chinoise” (1967) son films ensayos filosóficos, políticos y sociales. Vietnam, las revueltas en Francia y en Brasil, el aborto, el trabajo, el desempleo, la industria cultural, el marxismo, el leninismo, la libertad, son ejes que atraviesan esta saga que problematiza los años 60 pero sin olvidar la pregunta ¿qué es el cine?
En 1970 se estrenó “Vientos del Este”, donde el debate sobre el lugar del denominado séptimo arte en la sociedad, se expone a través del diálogo entre el mismo director y su par brasileño Glauber Rocha. El primero expresa la necesidad de un cine experimental masivo que permita la expansión de una cultura marxista. El segundo, la apuesta por un cine revolucionario que encuentre su propia forma en una América latina que se define a partir de la estética del hambre.
A fines de la década del 80 el cineasta francés, también con raíces suizas, abordó uno de los proyectos más importantes de su obra: “Histoire(s) du cinéma”, (1989-1998). Dividida en capítulos, estas historias constituyen un alegato científico y artístico sobre el lenguaje del arte, del cine y el video, de la poética de la imagen, pero también del siglo XX en su conjunto, de la relación entre industria y cultura; entre opresión y liberación de la estética como lenguaje político.
El Siglo XXI lo encontró en pleno desarrollo de su tesis sobre el lenguaje y la historia. “Nuestra Música” (2004), “Cine socialismo” (2010), “Adiós al lenguaje” (2014) y “El libro de imágenes” (2018) estructura la argumentación para dar cuenta de las modificaciones de la imagen como elemento central de nuestra cultura. La intertextualidad, la sobreexposición, los diferentes formatos, se exponen en pantalla como un escenario de tensión. Ya no es la imagen que nos habla del mundo, sino el mundo el que se nos presenta en imagen.
Godard tenía conciencia plena de su método de trabajo. Apostó al montaje, a una forma narrativa que le permitió indagar y posicionar una perspectiva sobre el universo que relataba. En una operación dialéctica entre forma y contenido, concibió la realidad en la imagen, la creó, la discutió, la problematizó, la analizó y, claro, también la definió.
Es inabordable la obra del director en unas líneas, pero queremos dejar aquí este pequeño homenaje para un investigador social, un crítico cultural, un experimentador técnico. Para un cientista del lenguaje que convirtió al cine con todo su aliento.
*Coordinadora del Programa de Cultura de la UNQ.