Habilidades socioemocionales: ¿Qué se esconde detrás de la timidez?

Esta experiencia común y universal puede interferir con la obtención de objetivos afectivos o profesionales, pero no siempre resulta ser algo malo.

Algunas personas sienten inseguridad y vergüenza cuando se encuentran en un entorno con extraños o gente poco familiar con los que les cuesta establecer una conversación o incluso saludar. Crédito: Cuidate Plus.

¿Existe un ser humano que no se haya ruborizado en alguna ocasión, que no haya transpirado más de la cuenta sin que haga calor, o al que jamás le haya temblado la voz de inquietud ante gente inofensiva? Eso es la timidez: una actitud, un estado de ánimo y un rasgo que a unos afecta un poco y a otros altera demasiado. 

Para definir a una persona tímida se utilizan adjetivos como “vergonzoso”, “cortado”, “corto”, “callado”, “serio”. También “introvertido” o “fóbico”. Lo cierto es que todas esas ideas están relacionadas y todas pueden aplicarse, en mayor o menor medida, a una persona tímida. El Diccionario de la Real Academia Española dice que tímido es “temeroso, medroso, encogido y corto de ánimo”. Pero la timidez es un concepto más complejo que requiere una definición más extensa.

En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, el licenciado Néstor Alfieri, especialista en psicología clínica cognitiva, dice: “Desde la psicología podemos relacionar la timidez con un par de conceptos algo más descriptivos como son los tipos de la personalidad introvertida y la personalidad extrovertida”. Y explica que la introversión describe una tendencia de la persona a poner su atención en procesos internos (pensamientos o sentimientos), a auto observarse, ser reflexiva y a preferir las actividades individuales.

La extraversión, por su parte, describe la tendencia complementaria a estar conectado con el exterior y sus estímulos, a reaccionar con más espontaneidad y menos reflexión, a buscar sensaciones nuevas y sobre todo a una preferencia y facilidad para las situaciones sociales. “Introversión y extraversión son dos extremos de un continuo, y la mayoría de las personas nos ubicamos en algún punto medio de esa escala. Una persona introvertida puede sentirse a gusto con su forma de ser y no sufrir por ello consecuencias problemáticas”, asegura.

En esa sintonía, ser tímido o introvertido no es malo en sí mismo. Para el especialista, existe evidencia muy robusta que indica que los extrovertidos “tienen una ventaja comparativa sobre los introvertidos en algunos aspectos, ya que ser más sociable aporta más gratificación y sentido de pertenencia que no serlo”. También hay indicadores respecto a un mayor bienestar general y de salud, entre otras ventajas. No obstante, “ser introvertido tiene sus compensaciones, y es una característica que debemos respetar en los demás y en nosotros mismos si nos vemos reflejados en dicho patrón. Esto sería una timidez normal”.

¿Por qué se desencadena?

Las reacciones del estado de timidez pueden desencadenarse por una gran variedad de estímulos, todos ajenos al individuo que, por supuesto, nunca manifiesta timidez si está a solas. Por su parte, los disparadores más comunes son siempre otras personas, fundamentalmente las que se consideran superiores (autoridad, jefes, profesores, personas mayores), o bien, que pertenecen al otro sexo (razón por la que algunos tímidos nunca llegan a formar pareja). Las circunstancias son igualmente variadas: desde iniciar una simple conversación, hasta desenvolverse en situación de posible intimidad afectiva, llevar a término una reivindicación, rendir un examen oral o hacer presentación en público.

De acuerdo con Alfieri, la timidez como problema se observa como un malestar al relacionarse, una experiencia de inhibición y ansiedad. “Desde la psicología se reconocen diagnósticos como la fobia social, o el trastorno evitativo de la personalidad, que serían las formas más graves de ansiedad social”, detalla. Y agrega que describen un modo conflictivo de funcionamiento caracterizado por una elevada ansiedad interpersonal, un auto-concepto negativo, una búsqueda de la seguridad en el aislamiento y la evitación de los cambios. “La timidez problemática siempre refleja un conflicto de la persona consigo misma y su forma de ser y vincularse. Se asocia a un estado de ánimo más inestable, mayor ansiedad, problemas de salud por estrés y una gran cantidad de consecuencias en ámbitos como el trabajo, las relaciones y la vida en general”.

Tímido ¿se nace o se hace?

El especialista indica que numerosos estudios confirman que existe una tendencia innata y biológica en cada uno de nosotros hacia la introversión o la extraversión. En esa línea, el temperamento sería ese aspecto innato que interactúa con las experiencias de vida para conformar la personalidad, y juega un rol muy importante a través de variables biológicas como la reactividad del sistema nervioso. “De allí, por ejemplo, la preferencia de las personas introvertidas por ambientes calmos y sin estímulos excesivos ni aturdimientos”.

¿Vergüenza o timidez?

Las sensaciones de timidez y vergüenza son parecidas (un fuego artificial de rubor y apuro); en cambio, los sentimientos son distintos. El de vergüenza tiene una causa que puede ser, por ejemplo, un acto egoísta o inmoral, mientras que el de timidez no tiene causa alguna, salvo el doloroso retraimiento que impregna a quien lo experimenta.

Para Alfieri, la vergüenza destaca más el aspecto interno y problemático de la timidez, ya que reconoce un obstáculo de la persona consigo misma, con su imagen de sí, que lo lleva a anticipar rechazo y retirarse. “La vergüenza de sí mismo es causa de la timidez problemática”.

¿Es un problema?

Con una mirada abierta hacia lo diverso, Alfieri sostiene que ser introvertido no es en sí mismo un problema. “Si logramos desarrollar una vida satisfactoria para nosotros mismos y nuestro entorno (sea éste grande o reducido), no sufriendo ni haciendo sufrir, podemos decir que no hay problemas”. En cambio, considera que hay un problema “cuando la relación con nosotros mismos, y/o con las personas se caracteriza por el malestar. Porque define un desacuerdo con nuestra forma de ser y sentir que tiene muchas consecuencias negativas”.

Lo cierto es que así como la timidez puede generar enormes limitaciones, las personas tímidas desarrollan muchas destrezas para compensar su falta de habilidad social. Habría que repasar la historia de Agatha Christie, Jorge Luis Borges, Albert Einstein y Abraham Lincoln, entre otros tantos tímidos consumados, a quienes tan mal, no les fue.


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María Ximena Perez

Periodista, docente e investigadora. Doctora en Comunicación.