Un equipo de especialistas de la UBA y el Conicet desmiente que haya “un gen de la pobreza”

El artículo periodístico había sido publicado en algunos medios de comunicación. Es criticado porque su mala interpretación condujo a ideas estigmatizantes.

Niña salvadoreña estudia en una vivienda precaria
Niña salvadoreña estudia en una vivienda precaria. Créditos: elsalvador.com/.

Miembros del equipo docente de Genética Humana FCEN-UBA*

Un artículo científico publicado en octubre destacó el rol de la pobreza y la desigualdad en la salud cardiovascular. El trabajo hace hincapié en los efectos de la situación socioeconómica en los niveles de productos de distintos genes, es decir, cambios a nivel de su expresión, o sea: si ciertos genes se encuentran más activos o si por el contrario están menos activos, lo que se conoce como  transcriptómica.

Teniendo como base esta publicación, algunos medios de comunicación interpretaron que existe una “genética de la pobreza”, lo que provocó a continuación discusiones y publicaciones en redes sociales. Estas afirmaciones, de hecho, pueden llevar a ideas estigmatizantes, al interpretar de forma errónea los hallazgos del artículo científico original.

Docentes e investigadores especialistas en genética de la Universidad de Buenos Aires buscan aclarar la confusión entre algunos términos en pos de comprender los alcances y limitaciones del artículo original. 

Desde el equipo docente de Genética Humana de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, queremos expresar nuestra preocupación ante la interpretación errónea de los hallazgos publicados recientemente en el artículo “Socioeconomic inequalities in molecular risk for chronic diseases observed in Young adulthood” de Shanahan y colaboradores en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Según el equívoco, se brinda la impresión de que existiría una “genética de la pobreza”. Esta idea remite a algunas de las nociones más nocivas de la historia de la ciencia, que han motivado en el pasado toda clase de discriminación, llegando a las peores violaciones a los derechos humanos.

El artículo de la revista PNAS destaca los cambios en expresión de algunos genes, atribuidos a los distintos efectos estresantes de la pobreza. Es decir, a grandes rasgos, el trabajo habla de cambios en la actividad de los genes. Si bien nuestro ADN posee la información para que se produzcan aquellas moléculas que ejercerán funciones biológicas, el cómo, dónde, cuánto y cuándo se producen, va a estar regulado o modulado en forma reversible por diferentes factores, como por ejemplo el ambiente. 

La interpretación errónea surge al confundir los resultados de este trabajo, a nivel de la “transcriptómica”, con cambios genéticos, dando a entender que ocurrían modificaciones en la secuencia de ADN a causa de la pobreza. Así, la idea de que pueden existir cambios genéticos, heredables, relacionados a la pobreza, es una interpretación totalmente contraria al contenido del artículo original.

Los campos de la transcriptómica y la epigenética han crecido mucho en los últimos años, en parte a causa de las limitaciones de la genética tradicional para explicar las enfermedades complejas como las mencionadas en este artículo científico. La epigenética, de la que también se habla cada vez más en medios de comunicación, estudia “marcas” reversibles a nivel del ADN que configuran su estructura e investiga en qué medida estas marcas influyen en cómo los genes se expresan (su “transcripción”). Estas marcas epigenéticas generalmente no son heredables entre generaciones; por otro lado, no alteran la secuencia de los genes en sí, por lo tanto no definen “cambios genéticos”.

De esta forma la epigenética podría explicar cambios en las características de las personas que no necesariamente son atribuibles a la genética (es decir, a la secuencia del ADN), sino a factores ambientales o la interacción entre genes y ambiente. Un ejemplo típico son los mellizos idénticos (gemelos), que portando la misma información genética, pueden tener diferente masa corporal y peso, o padecer diferentes enfermedades, debido a la alimentación, a la exposición a factores ambientales.

Por ello es importante resaltar que en el artículo científico mencionado los autores no estudian secuencias de ADN sino el nivel de expresión de ciertos genes en la sangre (es decir, cuantifica allí los transcriptos de ARN producto de estos genes) y encuentran cambios en este patrón de expresión en personas expuestas a situaciones de vulnerabilidad. Cabe aclarar que en algunas ocasiones los cambios de expresión pueden ocurrir a causa de modificaciones epigenéticas, aunque no necesariamente, y no significa que existan alteraciones en la genética de las personas. Por este motivo cuando se confunden las nociones de genética, epigenética y transcriptómica se desdibuja por completo el contenido del artículo original.

No podemos dejar pasar confusiones que pueden avalar ideas vetustas y dañinas sobre la genética como determinante de las características y/o formas de vida de las personas, la posibilidad de su desarrollo y mucho menos del determinismo biológico como causa de la pobreza. Si la pobreza es un factor externo a la genética que influye sobre la predisposición de las personas a padecer enfermedades cardiovasculares, como se indica en el artículo entre otras tantas no abordadas, resulta entonces una obligación social y una buena política de salud erradicar las desigualdades socioeconómicas y la discriminación, de modo de eliminar de la ecuación los factores de riesgo en juego.

Equipo docente de Genética Humana FCEN – UBA

Dra. Liliana Dain – Profesora Adjunta FCEN-UBA – Investigadora Independiente CONICET,

Dr. Ezequiel Surace – Investigador Independiente – CONICET Jefe de Trabajos Prácticos FCEN-UBA

Dr. Carlos David Bruque – Investigador y Director de la Unidad de Conocimiento Traslacional Hospitalaria Patagónica – El Calafate SAMIC

Dra. Alejandra Petino Zappala – Jefa de Trabajos Prácticos FCEN-UBA – Becaria postdoctoral CONICET

Dra. María Sol Ruiz – Ayudante. 1ra. FCEN-UBA – Becaria postdoctoral CONICET

Dr. Sebastián Vishnopolska -Becario post doctoral – Universidad de Michigan, EE.UU.

Dra. Florencia Barbarich – Ayudante 1 era.-FCEN-UBA/ becaria post doctoral CONICET-UNJu.


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