Pablo Murgier: “Los conservadores están en todos los estilos y en todas las épocas”

El referente del nuevo tango argentino y graduado de la Universidad Nacional de Quilmes reflexionó acerca del género y su intento por aggionarlo a los tiempos que corren.

Pablo Murgier presentó en Buenas Aires su último disco Gare du Sud y le espera una gira por Europa y Asia. Créditos: Tiempo Argentino.
Pablo Murgier presentó en Buenas Aires su último disco Gare du Sud y le espera una gira por Europa y Asia. Créditos: Tiempo Argentino.

Pablo Murgier es argentino pero hace seis años que está radicado en Francia. Allí, el pianista y compositor graduado en la Universidad Nacional de Quilmes se transformó en uno de los artistas de renombre que hace tango sin aferrarse a las estructuras del pasado. Con su estilo ya obtuvo nominaciones y premios en el país, y recorrió las salas y festivales más importantes de Estados Unidos, Europa y Asia. Desatando los nudos antiguos, encontró un perfil propio y se transformó en referente del nuevo tango argentino. “Soy un pluralista de los géneros, hay múltiples maneras de abordarlos y son expresiones artísticas que están en constante movimiento y transformación”, dice convencido. En esta entrevista con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ dialoga sobre la presentación de su último disco con Ensemble Murgier, debate sobre el género y destaca la importancia de la universidad pública en su vida.

-Con Ensemble Murgier hace una mezcla entre jazz y tango. Hace poco mencionó que el tango se merece una actualización.

Soy un pluralista de los géneros, hay múltiples maneras de abordarlos y son expresiones artísticas que están en constante movimiento y transformación. Creo que el tango tradicional fue algo que surgió en 1930 y se terminó en la década del 70. En la actualidad, por una cuestión ligada al mercado donde los proyectos tienen que vivir financieramente, muchas veces se termina creando una pista de aterrizaje a la danza, que está muy anclada en ese período.

-¿Entonces?

Es muy difícil desligarse, pero creo que es momento de avanzar. Por eso tengo muchos proyectos en los que intento hacer composiciones nuevas, algunas con elementos ligados a la tradición y otras no.

-¿Cómo etiqueta a Gare du Sud, su último disco?

-Aunque no es de tango sino de jazz está hecho por músicos que tocaron mucho y conocen el género. Desde el principio hasta el final hay un acento tanguero y hay algunos elementos musicales que están puestos a propósito.

Romper cadenas y prejuicios

-¿Esa versatilidad en cuanto a los géneros y estilos se ensaya más fácil en Europa que en Argentina?

-Por supuesto, para el público en general es más fácil porque hay menos juicios. En Francia hay muy poca gente que sabe lo que es una chacarera o una zamba, entonces nadie va a venir con la biblia entre las manos a decirte que esa no es la estructura. En ese sentido, el desconocimiento y la distancia hacen que uno pueda moverse un poco más tranquilo.

-Pero también puede disfrutarlo más aquella persona que conoce de los géneros y gusta de la innovación.

-Obviamente puede apreciar un poco más ese trabajo de fusión porque conoce los elementos en estado puro, entonces se puede acercar y puede ver cómo está hecho. No se trata simplemente de poner una cosa arriba de la otra; eso no es fusión, es superposición.

-Se expandió mucho el universo del tango en el último tiempo. ¿Qué impacto tiene?

-Se convirtió en un fenómeno universal y la realidad de un grupo en Europa o en Argentina es casi la misma; termina tocando en milongas y la mayoría de la gente quiere que haga los mismos cien temas de hace 70 años. Sin embargo, eso restringe muchísimo la creatividad y es bastante violento para quienes pensamos una alternativa.

-Sobrevuela en la música la idea de que todo tiempo pasado fue mejor.

-No estoy para nada de acuerdo, ni en la música ni en la vida. Hay cosas que son mejores y cosas que son peores. Hace 60 años las mujeres no podían votar y las personas homosexuales no se podían casar. La globalización y la revolución tecnológica llegaron a la industria de la música y cambiaron las reglas del juego. Se modificó la forma de escuchar a partir de los algoritmos.

-La tradición y el apego a ciertas formas es algo que abarca otros géneros también.

-Los conservadores están en todos los ritmos y en todas las épocas. Un caso muy representativo es el del metal, donde salían discos con la leyenda ‘no contiene teclados’ como si fuese un producto sin gluten. En folclore, la primera vez que el Chango Farías Gómez usó una batería en Cosquín le tiraron tomates, pero hoy es algo que está totalmente aceptado.

Rumbo a un nuevo estilo

-Siempre hay resistencia por parte de algún artista que intenta torcer el brazo.

-Siempre están esas disrupciones. No obstante, que algo sea disruptivo no quiere decir que sea bueno, ni como producto ni como idea para otros. Lo importante es que ese resultado artístico tenga un determinado valor. No es que ir para adelante tiene un sentido en sí mismo, sino que es algo absolutamente natural. No nacimos en la época en la que nacieron la gente que forjó el estilo, la generación a la que pertenecemos tiene otros hábitos, otras escuchas, otra forma de tocar y otra forma de ver el mundo. Necesariamente, eso se va a transformar en el arte.

-¿Qué debería reflejar el tango de hoy?

-No podemos seguir jugando a que estamos en la década del 40 y que nos ponemos gomina. Cambió la forma de escuchar y de hacer música; hoy tiene que ser honesta, auténtica y reflejar lo mejor y lo peor de una era. Se trata de captar el sonido de la época, identificar eso que está en el aire y convertirlo en música.

-En octubre estará en Japón con otro de sus proyectos musicales. ¿Cómo surgió ese viaje?

-Estaba programado hace tres años y se fue cancelando por razones obvias. Ahora toco madera y cruzo los dedos para que no pase nada. Voy a estar con un grupo de tango contemporáneo que se llama No Tags, un anagrama de tangos que juega con la cuestión de romper con las etiquetas del género. Solo hacemos nuestras composiciones y todas son vanguardistas. Grabamos un álbum que se llama Azimut Project y estamos empezando a tocarlo. Si bien toda la música se puede bailar, no es nuestro objetivo, usamos elementos tradicionales y nuevos para hacer un tango del siglo XXI.

Marca indeleble

-Se graduó en la Universidad Nacional de Quilmes y se considera hijo de la educación pública. ¿Qué importancia tuvo ese trayecto en su vida?

-Es un orgullo ser graduado de la UNQ, si no hubiera pasado por la Universidad no tendría el presente que tengo. Después, la cuestión de la producción es una circunstancia, pero lo que importa es que la Universidad de Quilmes y la educación pública en general me dieron la oportunidad de convertirme en el músico que quería hacer. Siempre estaré agradecido a los docentes que me marcaron y enseñaron más allá de lo musical.


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Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.