“Mayo, los sonidos de La Plaza”: se cumplen 20 años de una proyección sonora que hizo historia
Docentes y estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes recorrieron con audios los eventos políticos y sociales más importantes desde 1945 hasta 2001.
Esta semana se cumplen 20 años de “Mayo, los sonidos de La Plaza”, la puesta en escena de audios con discursos, aplausos, cacerolazos, balas y bombas que recorrió la historia argentina desde el lugar de los hechos entre 1945 y 2001. La misma fue proyectada el 5 de julio de 2003 por estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de Quilmes y marcó un antes y un después, tanto en la forma de contar la historia como de intervenir en un espacio público tan simbólico como ese.
“En su momento no sabíamos qué era, pero hoy la llamamos ‘intervención sonora para un sitio específico’. Es ni más ni menos que la historia de los grandes acontecimientos ocurridos en la Plaza entre el 17 de octubre de 1945 hasta el 20 de diciembre de 2001. El trabajo se hizo digitalizando archivos sonoros que ocurrieron allí y otros que inventamos. Fue un gran sono-montaje o radio abierta que lo que tuvo de impactante fue reponer ahí en la Plaza discursos de Perón, Evita, Alfonsín, Galtieri, el bombardeo del 55 hasta los cacerolazos”, cuenta Martín Liut, docente de la UNQ y director general del evento, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
El documental sonoro tuvo cinco funciones desde las 12 hasta las 20 horas con una duración de 60 minutos. Los campanazos de la Legislatura indicaron el comienzo y el final de la obra que no contó ni con videos ni con imágenes, pero sí con un sistema de ocho torres de sonido donde se emitieron fragmentos de audio independientes que recorrieron los acontecimientos más importantes que sucedieron en la Plaza. Por ejemplo, los discursos de Perón se escucharon desde Casa Rosada, mientras que los de Alfonsín se oyeron desde el Cabildo. De esta manera, el público sentía que estaba inmerso en la situación que se oía.
“La obra funcionó de un modo mucho más conmovedor del que habíamos imaginado. Su potencia radica en estar en la Plaza de Mayo y escuchar los sonidos que ahí mismo se produjeron y volvieron a propagarse por el aire del lugar. Muchas personas se acercaban a contarnos que habían estado en alguna fecha, lo que les había pasado o en qué lugar preciso se habían ubicado. Fue realmente emocionante”, cuenta Liut.
El sonido que retumba
Mientras cruzaba una mañana de sábado por la Plaza de Mayo previo al estallido de diciembre de 2001, Martín Liut escuchó ruidos y ecos propios del lugar. En ese instante comenzó a pensar acerca de cómo habrían sonado los acontecimientos históricos que habían ocurrido en el epicentro de la vida política nacional: la asunción de Alfonsín, los bombos peronistas, los bombardeos de la autodenominada Revolución Libertadora y el discurso de Galtieri para dar puntapié a la Guerra de Malvinas.
“La idea central fue doble. Por un lado la material, que era lograr que los espectadores puedan viajar al pasado en una experiencia inmersiva que solo puede lograr el sonido como para estar ‘adentro’ de la Plaza en diferentes momentos de la historia. Por otro lado, hacer un repaso de la segunda mitad del siglo que se terminaba con sus ilusiones, tragedias, esperanzas y desilusiones. En resumen, era un ejercicio de memoria colectiva en Plaza de Mayo sobre lo que nos había pasado como país”, rememora Liut.
Para realizar la obra, el docente armó un equipo de amigos, colegas y estudiantes que abordaron los diferentes aspectos de la puesta en escena. El guión y la concepción política estuvieron a cargo del sociólogo y escritor Ernesto Semán. El sonido, cuya dificultad radicaba en armar un sistema que se escuche bien desde todos lados, estuvo a cargo de Mariano Cura, graduado y docente de la Universidad. Hernán Kerlleñevich y Pablo Chimenti, que en ese momento eran estudiantes y hoy también son profesores de la UNQ, estuvieron a cargo del montaje; Gustavo Basso de la acústica y Leandro Donozo se encargó de la producción y la búsqueda de materiales de archivo.
Mirada retrospectiva
Según su director general, “Mayo, los sonidos de la plaza” es una de las tantas obras hijas de la crisis de 2001 y fue un momento donde muchas disciplinas artísticas salieron a la calle para compartir preguntas, dudas y deseos.
“Salir de las salas de concierto ‘con los parlantes a la calle’ fue un gran aprendizaje porque nos puso con más dudas que certezas a trabajar ya no solo con notas, sino con sonidos de una historia particularmente pesada y relevante socialmente para el país como es la historia de la Plaza de Mayo”, explica.
En la actualidad, a 20 años de la proyección y a 40 años de la restauración de la democracia, Liut resalta que se trató de un “acto irrenunciable de libertad de expresión”. Además, destaca que sin el grupo de docentes y graduados de la Universidad Nacional de Quilmes hubiera sido imposible.
“Después de la proyección en 2003, desde el área de música de la Universidad fundamos el grupo Buenos Aires Sonora e hicimos intervenciones en espacios públicos hasta 2011. Esto fue posible porque los graduados de la UNQ tenían una doble experticia como músicos y como conocedores de la tecnología aplicada a la música, que es clave en este tipo de obras”, subraya el docente.
La experiencia de Buenos Aires Sonora fue pionera del arte sonoro en la Argentina. En la actualidad es una disciplina artística en constante crecimiento que tiene a la Universidad Nacional de Quilmes como una de sus referencias.
Toda la historia de “Mayo, los sonidos de La Plaza” y de Buenos Aires Sonora se encuentra disponible en la UNQ a través del Archivo Von Reichenbach