Escala la violencia en Gran Hermano: ¿Es el reality un reflejo de la sociedad?
Discusiones con agresiones verbales y físicas, una producción que prioriza los números y un paralelismo con la vida por fuera del programa.
Gran Hermano está en boca de todos, no solo por ser el programa actual con más rating de la televisión argentina sino por las situaciones que se viven al interior de la casa más famosa. Hace unos días se vivió una pelea a los gritos y con empujones entre Juliana “Furia” Scaglione y Mauro Dalessio, expareja dentro del reality, que expuso la escalada de violencia que denuncian hace tiempo algunos jugadores y parte de la audiencia. Al mismo tiempo, la producción busca –de manera evidente– mantener a la jugadora dentro de la casa para sostener los más de veinte puntos de rating a toda costa. En un contexto nacional donde crecen los discursos de odio en las redes sociales y desde el mismo presidente y que tienen su correlato en la vida real y tangible, la pregunta que surge es: ¿Es Gran Hermano el reflejo de una sociedad cada vez más violenta?
“Furia” Scaglione es el fenómeno de esta edición: se destacó desde un primer momento por ser una jugadora fría, calculadora y generadora de contenido para el programa, creó su propio fandom y los propios panelistas afirman que “maneja” la casa. “La gente que mira los realitys busca identificarse, y más aún en Gran Hermano que son personas que tienen una vida dentro de la casa y pueden ser vistos las 24 horas. Furia tiene mucho éxito porque es un personaje que encarna la violencia que vive la gente día a día. Estamos rodeados de malas noticias, como la suba de precios de los alimentos, las fake news o el presidente que un día insulta a uno y otro día a otro. Todo eso genera violencia y la gente se expresa a través de lo que ve”, explica Malena Torres, alumna de la Licenciatura en Comunicación Social de la UNQ que investiga cómo son las audiencias de este programa, a la Agencia de Noticias Científicas.
Además, agrega que, si bien en la edición pasada ganó alguien más “tranquilo” y aquellos que se declaraban “jugadores” fueron eliminados rápidamente, este año las audiencias prefieren a personas como Furia que “hace estrategias todo el tiempo y vuelve locos a todos”. “Con esto se puede establecer un paralelismo con las ideas de que el presidente anterior no hacía nada y el de ahora ‘vuelve locos a todos’ con sus estrategias”, subraya.
Por su parte, el doctor en Comunicación y docente de la Universidad Nacional de Quilmes, Leonardo Murolo plantea a la Agencia: “Los medios construyen representaciones a partir de ideologías e intereses. Por eso, más que un reflejo, se trata de una editorialización de Telefé. Lo que sucede es que el año pasado, con una elección de por medio, mostraban diferentes discursos. En cambio, ahora que el mileísmo es hegemonía eligen poner a una persona que apoya a ese presidente y que tiene un discurso violento como él. Telefé podría decidir mostrarse más progresista pero elige acompañar y congraciarse con la gente que eligió y votó a Milei”.
De esta manera, Murolo detalla que así como el año pasado estaba Romina Uhrig, exdiputada del peronismo, u otros jugadores seguidores de otros partidos políticos, hoy “hay personas que podemos caracterizar como violentas y, a la vez, son partidarias del gobierno actual”. “No son todos los personajes los que tocan tangencialmente la dimensión política, sino que son sólo algunos y recalcados por el programa“, enfatiza.
Así como hay gente que la idolatra, casi todos los que siguen en la casa y los que fueron eliminados quieren a Scaglione afuera; se la critica por la violencia verbal que ejerce a través de gritos e insultos. En los últimos días, la agresividad escaló al punto de que, tras una intensa pelea, la jugadora empujó a Mauro Dalessio, su expareja en la casa. ¿La violencia física es el límite? Al parecer, no.
Gran Hermano –la voz en off dueña de la casa– optó por la sanción: que Juliana quede nominada hasta que termine su estadía en la casa. Si la situación hubiese sido a la inversa, probablemente la decisión hubiese sido la expulsión, pero la jugadora genera contenido, rating, buenas estadísticas en las redes sociales y, sobre todo, dinero: es la materia prima de otros programas y quienes la quieren adentro o afuera pagan por votar para cuidarla o eliminarla.
“Ya sea que la critiquemos o no, todos hablamos de esta situación, desde programas que no incluyen temas de espectáculos en su agenda hasta varios hilos en Twitter; incluso gente que nunca ve Gran Hermano habla de Furia. Todo esto le sirve a la producción por una cuestión mercantil”, declara Torres.
¿Vale todo por el rating?
El interrogante que se abre, entonces, es: ¿hasta dónde es soportable la violencia verbal y física? La sociedad experimenta un corrimiento de los límites de lo que se puede hacer/decir y lo que no a través de la legitimación de los discursos de odio, algo que podemos ver de alguna manera en las personas insertas en el certamen.
A modo de defensa tras el escándalo y para cuidar su lugar, Dalessio pidió disculpas a la audiencia y a la producción por el mensaje que se estaba dando, a lo que el conductor Santiago Del Moro respondió que el programa no se trata de dar mensajes sino que la gente será la que juzgue si es grave o no. Algo irónico teniendo en cuenta que Gran Hermano se transmite por un medio de comunicación.
“Es contradictorio lo que hace Del Moro porque él como persona particular está en contra del cigarrillo y aprovecha los momentos del programa para aconsejar que no fumen o informar sobre las consecuencias de este consumo”, sostiene Torres ante la Agencia, y sigue: “Ahora bien, frente a esta situación violenta opta por no meterse y decir que lo solucionen ellos, muchas veces ha dicho que el programa no está para educar a nadie. Entonces, por la negativa de no hacer nada sí da un mensaje. Es el famoso ‘el que calla, otorga’”.
Como si el escándalo que rodea a Gran Hermano –y le da rating– fuera poco, se suma una denuncia por parte de Huellitas Perdidas, la asociación rescatista de animales que permitió el ingreso del perro Arturo al programa para que esa casa sea su hogar de tránsito y tenga los cuidados necesarios por parte de los jugadores. No obstante, ante la escalada de violencia consideraron que el espacio ya no era seguro y pidieron a la producción que lo devuelvan.
Esto denunciaron en su cuenta de Instagram: “Obtuvimos como respuesta un NO!, argumentando que podemos ver a Arturo las 24hs, sí! como leen! Al parecer el rating y las puras estrategias de marketing hacen que un ser vivo pase a segundo plano”. Paralelamente, en el Instagram del programa subieron un post que se titula “Todos arman a Arturo y él está feliz en la casa”.
Evidentemente, el sensacionalismo de la violencia da sus frutos otra vez a través de un número de audiencia que hace rato no se veía en la televisión argentina. La producción parece aprovecharse, pero los interrogantes no dejan de aparecer: ¿vale todo por un rating?