Salud infantil: ¿Cuánto afecta a los niños la exposición a las pantallas?
Desde una mirada psicológica, la Agencia indaga sobre cómo y en qué momento se les puede dar los celulares o tablets a los más pequeños.
¿Es malo incluir el uso de las pantallas en la crianza de los niños y las niñas? ¿Los celulares o tablets reemplazan la interacción con los padres? ¿Cuánto tiempo pueden estar las infancias frente a la pantalla? Estas y otras preguntas son las que se hacen las familias cada vez que llega un bebé al mundo y dan lugar al debate en el que participan todos pero no hay una respuesta definitiva. En este artículo, la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ busca aproximarse a una mediante la palabra de expertos y organismos especialistas.
La investigadora del Conicet especializada en desarrollo cognitivo infantil Olga Peralta define ante la Agencia: “De ninguna manera es recomendable incluir las pantallas en la crianza de los niños de una forma continuada. Es decir, un ratito no pasa nada pero la exposición prolongada puede traer problemas psicológicos y neurológicos”.
Según recomienda la OMS, los niños menores de cinco años deben pasar menos tiempo sentados frente a pantallas para desalentar el sedentarismo y favorecer un sueño de calidad, la interacción con su cuidador y el movimiento del cuerpo. En línea con esto, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) plantea que “el uso excesivo de pantallas por períodos de más de dos horas puede afectar el cerebro de los niños/as pequeños debido a su inmadurez”.
Esto puede generar repercusiones en el desarrollo de habilidades cognitivas, motoras, del lenguaje y socioemocionales que impactan en el aprendizaje. Además, pueden afectar la memoria y la atención lo que genera problemas en el comportamiento, el rendimiento escolar y la salud física y mental.
En este contexto, la SAP desaconseja la exposición a menores de dos años a todo tipo de pantallas “debido al estado de inmadurez del sistema nervioso central y del aparato psíquico”. Luego, entre los dos y los cinco años, recomiendan entre media y una hora de pantallas por día, con la supervisión de un adulto que pueda seleccionar los contenidos. A partir de los cinco hasta los doce años, se aconseja una hora y media como tiempo máximo de uso de pantallas y destaca, una vez más, el acompañamiento de un adulto.
En sintonía con lo que propone la Sociedad, Peralta explica que la inclusión de las pantallas durante la crianza con la mediación de un adulto puede resultar constructiva. “Los cuidadores deben tener en cuenta que el contenido que ven las infancias sea adecuado para su edad. La interacción entre un adulto y un niño o niña es muy importante, ya sea mediante imágenes digitales o impresas en un libro”.
Jugar y educar
Asimismo plantea que, además de ser lúdico, puede ser educativo para las infancias para comprender de una manera simbólica la realidad. Así lo detalla la investigadora: “Cuando los adultos utilizamos un mapa, tenemos que entender que lo que figura en la imagen alude a espacios existentes para poder movernos. La idea es que los chicos puedan comprender que lo que están viendo puede referir a una realidad de la cual aprender”.
“Hay un juego en el que ellos ven en la pantalla un espacio similar al de su casa, como una habitación, y los adultos le esconden un juguete debajo de la cama. Entonces, el niño al ver eso, debe ir a buscar a su habitación real el chiche que fue escondido previamente por su cuidador”, ejemplifica. De la misma manera, sucede cuando las infancias juegan con una muñeca o al colorear dibujos ya que pueden comprender que el cuerpo de la muñeca es similar al de una persona real o que el dibujo que están viendo se refiere a algo puntual de la realidad, como una casa o un perro.
En definitiva, la inclusión de las pantallas en la crianza de los niños no es mala siempre y cuando sea durante un tiempo corto para no afectar su desarrollo y con la supervisión de un adulto.