Noemí Girbal-Blacha: “Mirar a la Argentina desde sus diversas ventanas ayuda a construir un país más justo”
La Profesora Emérita en la UNQ es una de las voces más influyentes de las ciencias sociales. Su investigación destaca cómo las economías regionales son útiles para entender la disparidad y el rol de la historia agrícola en este proceso.
Noemí Girbal-Blacha es una figura central en la historia de las ciencias sociales en Argentina. Su carrera, dedicada al estudio de la historia agraria, pone de relieve la importancia de comprender la diversidad económica y cultural de las distintas regiones del país, especialmente las postergadas como el Noroeste (NOA) y el Noreste Argentino (NEA).
Desde su rol como Profesora Emérita en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y como Investigadora Superior Emérita del Conicet, su dedicación y logros son reconocidos a nivel nacional e internacional. “Me enorgullece decir que hice valer la voz de las ciencias sociales”, dice a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes. Y no es una exageración: entre 2001 y 2008, dirigió el Conicet y fue su primera vicepresidenta de Asuntos Científicos, cargo que ocupó entre 2008 y 2010. “Me tocó todo: la crisis de 2001, el bicentenario…”, recuerda.
Ser la única mujer en esa posición le mostró lo lejos que había llegado y, a la vez, cuánto le quedaba por cambiar. “Fue duro, pero necesario. Creo que ahí pude hacer visible el papel fundamental de las ciencias sociales en la construcción de país”.
La historia agraria como clave
En su trabajo, Girbal-Blacha explora a fondo la historia agraria y su impacto en las distintas regiones de Argentina. Desde su perspectiva, estudiar el pasado agrario permite entender la desigualdad en el desarrollo regional. “El país no es solo Buenos Aires o el puerto de Rosario. Hay otras realidades que también son Argentina y que necesitan ser reconocidas”, afirma. Para ella, investigar estas economías es fundamental para no caer en una visión reduccionista que ignore la diversidad que compone el país.
Uno de los logros que más la enorgullece es la institucionalización del equipo de investigación y el Programa I+D en Estudios Rurales, a través de la creación del Centro de Estudios de la Argentina Rural (CEAR) en 2010. “No éramos más investigadores sueltos. Éramos un centro, algo más grande, algo que dejaba una huella”, recuerda la doctora en Historia. Pero formar un equipo no fue sencillo: “Es un desafío tremendo. De entrada, es lo más importante”, agrega.
Desde el CEAR, se desarrollan investigaciones que recuperan el pasado y ofrecen una perspectiva crítica y propositiva sobre el futuro de las economías regionales.
Romper el techo de cristal
En su camino, Girbal-Blacha enfrentó múltiples desafíos, especialmente en un entorno predominantemente masculino. “Era la única mujer entre ocho hombres en el Conicet, y eso no se olvida fácilmente”, cuenta. Su posición en el organismo fue un hito para las mujeres en la ciencia, demostrando que el liderazgo femenino es posible en todos los campos, incluida la investigación científica.
Desde la UNQ, su trabajo se enfoca en impulsar la historia agraria como una herramienta de análisis social y económico. También forma nuevas generaciones de investigadores y visibiliza las desigualdades regionales en Argentina. “La universidad no es solo una fábrica de títulos; es un espacio de transformación social”, sostiene, y resalta que la formación de equipos de investigación es uno de los logros más gratificantes de su carrera. “A los jóvenes les digo que esto no es fácil. Hay que trabajar, mucho. Hay que tener constancia y, sobre todo, pasión”, afirma con convicción.
La ciencia como herramienta
Para ella, estudiar la historia agraria va más allá de un interés académico: es una manera de contribuir a un país más equitativo. “Mirar a Argentina desde sus diversas ventanas nos ayuda a construir un país más justo”, reflexiona. En un contexto en el que el modelo agroexportador sigue siendo un pilar de la economía, su investigación subraya la necesidad de políticas que consideren las particularidades y necesidades de cada región. Comprender estas realidades históricas permite identificar oportunidades y evitar repetir los errores del pasado.
“Soy de las que confía más en el esfuerzo que en la inspiración”, asegura. Su trayectoria prueba que las ciencias sociales tienen un papel fundamental en la comprensión y construcción de una Argentina que debe ser vista y respetada en toda su complejidad y diversidad.