
“Nos estamos deshaciendo de las falsamente llamadas energías renovables. Por cierto, son un chiste. No funcionan. Son demasiado caras. No son lo suficientemente potentes como para alimentar las plantas que se necesitan para hacer grande a un país. El viento no sopla. Esos grandes molinos de viento son tan patéticos y tan malos, tan caros de operar, y hay que reconstruirlos constantemente”, exclamó el presidente de Estados Unidos, quien fue uno de los primeros oradores de la Asamblea.
Según Trump, el alto costo de la “energía verde renovable está destruyendo gran parte del mundo libre y gran parte de nuestro planeta”. Sin embargo, su prédica fue a contramano de la mayoría de los países del mundo, incluso del Vaticano y de la propia ONU. Por ejemplo, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, sostuvo que “la crisis climática se está acelerando”, que “el futuro de la energía limpia ya no es una promesa lejana” y que los combustibles fósiles “son una apuesta perdida”.
“Las energías renovables son la fuente más barata y rápida de nueva energía. Crean empleos, impulsan el crecimiento, protegen a las economías de los volátiles mercados de petróleo y gas, conectan a quienes no están conectados y pueden liberarnos de la tiranía de los combustibles fósiles. Pero no al ritmo actual, la inversión en energía limpia sigue siendo desigual”, resaltó Guterres.
Por su parte, el arzobispo Paul Gallagher resaltó que la crisis climática tiene impactos significativos “en los más vulnerables al cambio climático, los más pobres y las generaciones futuras, que también son los menos responsables”. “Tomar en serio la deuda ecológica es también una cuestión de justicia ambiental, es una necesidad urgente que implica mucho más que la simple protección del medio ambiente. Se trata de una cuestión de justicia social, económica y humana”, remarcó el enviado del Vaticano.
En cuanto a América Latina y el Caribe, los discursos más potentes estuvieron a cargo de Lula da Silva y Gustavo Petro. No obstante, quien apuntó directo contra el mandatario norteamericano fue Gabriel Boric. “En este mismo podio se dijo que no hay tal cosa como el calentamiento global. Esa no es una opinión, es una mentira, y las mentiras debemos combatirlas”.
Y continuó: “Podemos discutir cuáles son las mejores formas de enfrentar el calentamiento global, o quiénes son más responsables que otros, pero no podemos negarlo. Podemos discutir cómo los nazis llegaron a gobernar parte importante de Europa, pero no podemos negar el Holocausto. Podemos estudiar los efectos secundarios de una vacuna, pero no podemos afirmar sin pruebas que las vacunas provocan autismo”.
El anfitrión de la próxima cumbre mundial del clima, Lula da Silva, remarcó que exigir mayor ambición y mayor acceso a recursos no es una cuestión de caridad, sino de justicia. “La carrera por los minerales críticos, esenciales para la transición energética, no puede reproducir la lógica depredadora que ha caracterizado los últimos siglos”, señaló. Por su lado, el presidente colombiano afirmó que la solución es dejar de consumir carbón, petróleo y gas, “pero la palabra descarbonización suena ahora subversiva en las conferencias de los grupos de países poderosos”.
La dictadura del algoritmo
Algunos interlocutores hicieron foco en distintos aspectos que están vinculados al rol de los magnates estadounidenses y la necesidad de establecer marcos claros y comunes para estas tecnologías. Por ejemplo, el representante de Cuba advirtió que “vivimos la dictadura del algoritmo”, Lula da Silva destacó que “internet no puede ser un territorio sin ley” y el representante de la Unión Europea sostuvo que “la libertad, la democracia y los derechos humanos se ven afectados por la desinformación y el uso indebido de las tecnologías digitales”.
En esta línea, el secretario general de la ONU problematizó sobre el desarrollo de la inteligencia artificial y pidió orientarla hacia el bien común. “La tecnología debe ser nuestra sirvienta, no nuestro amo. Debe promover los derechos humanos, la dignidad humana y la autonomía humana. Sin embargo, hoy en día, el avance de la IA está superando la regulación y la responsabilidad, concentrada en unas pocas manos”.

