
“Vemos como algo positivo que exista una toma de conciencia y un llamado a atención. La media sanción es importante no solo porque estamos discutiendo cómo será el presupuesto de 2026, sino también porque que la financiación de la ciencia está presente de cara al próximo proceso electoral. La ciencia tiene un montón de aportes para hacer al desarrollo del país y al bienestar de nuestra sociedad, y el desfinanciamiento va en el sentido contrario”, señala Martín Rumbo, investigador del Conicet y miembro de la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología de Argentina (Raicyt), en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
El nuevo proyecto no solo exige el cumplimiento de la Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación promulgada en 2021 (que preveía una inversión del 0,45 por ciento del PBI para 2025) y del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030. También, la normativa estipula la actualización de los ingresos de todo el personal con un monto que debe ser igual o superior a la inflación que midió el Indec desde diciembre de 2023. Asimismo, la otra novedad es que declara como bienes públicos estratégicos para el desarrollo científico y tecnológico nacional a las empresas y sociedades del Estado que integran el sector nuclear, de telecomunicaciones, aeroespacial y de industria para la defensa.
“Cualquier proyecto de privatización total o parcial de estos bienes estratégicos requerirá una ley especial sancionada por el Honorable Congreso de la Nación, no siendo aplicables a las mismas ninguna legislación preexistente”, dice el documento en su artículo 9. Por lo pronto, la iniciativa ahora pasará al Senado, quien definirá si la Emergencia y el Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación se transforma en Ley. Al igual que pasó con el Financiamiento Universitario, se estima que tendrá los votos necesarios.
La media sanción se da en el marco del cientificidio que impulsa el gobierno nacional desde diciembre de 2023. En este sentido, el Ejecutivo no solo incumple la ley vigente sobre el financiamiento para el sector, que indica una inversión del 0,45 por ciento del PBI para 2025 –pero que será 0,15 por ciento y se convertirá en la cifra más baja desde el regreso de la democracia–, sino que interrumpe las líneas de investigación, desarma los equipos de trabajo, abandona los desarrollos avanzados y busca rematar el patrimonio para conseguir dólares.
“Esto se traduce en un achicamiento del sector, los científicos emigran al exterior o se van a la actividad privada. Hay talentos que tardaron años en formarse y hoy se están yendo a otros lugares. A su vez, muchos proyectos están parados o funcionan con muy baja intensidad, lo cual también alimenta un poco el desánimo del sector”, explica Rumbo.

