El Día de la Bandera: mitos y verdades sobre la construcción de la identidad nacional 

Todos los años y en todo el país, estudiantes de cuarto grado prometen lealtad al símbolo creado por Manuel Belgrano.

Con la banda celeste y blanca que cruza el guardapolvo, niños sonríen después de prometer lealtad
Con la banda celeste y blanca que cruza el guardapolvo, niños sonríen después de prometer lealtad. Créditos: Monumento a la bandera

A fines del siglo XIX, los actos escolares comenzaron a implementarse en todas las instituciones del país con la intención de formar ciudadanos “argentinos”. El acto del Día de la Bandera, que se conmemora el 20 de junio por la muerte de Manuel Belgrano, tiene algunas particularidades: los chicos y las chicas de cuarto grado de todo el país, le prometen lealtad a la bandera. En la conmemoración hay una serie de rituales que incluyen desde un tipo de formación determinada y la exaltación de los símbolos patrios hasta la entrega de diplomas que certifican la promesa. La única bandera de ceremonia es la nacional y además del himno, también se canta el A mi bandera. Mientras tanto, se reproduce un relato mítico, naturalizado y desvinculado del contexto histórico del manto creado por Belgrano.  

María Itatí Rodríguez, Investigadora asistente del Conicet y Doctora en Comunicación de la UNLP, afirma que los actos “ponen en circulación todo un complejo sistema de sentidos que se refieren a una memoria común y un pasado fundacional de la nación. A través de las efemérides, posibilitan uno de los espacios fundamentales donde se narra la nación y lo patriótico”.  

En la celebración de la Revolución de Mayo y el Día de la Independencia, los chicos y chicas encarnan a diferentes personajes de época. En cambio, ellos mismos son los protagonistas en el Día de la Bandera. Silvana Pilla, Directora del nivel primario del Instituto Nuestra Señora de Fátima de Quilmes, cuenta que este festejo “es el más emotivo y es muy significativo porque se trabaja con mucha antelación. Los chicos y las docentes lo practican mucho en el aula. El discurso se analiza de una manera que no suele hacerse en otras celebraciones, por eso para ellos es tan importante”.

Con un clima que busca generar la mística que se produce cuando se canta el himno en un mundial, los chicos prometen lealtad portando una banda celeste y blanca que les cruza el pecho.

En este sentido, Rodríguez advierte que las efemérides patrias “se presentan como un dispositivo ritual identitario que promueve de manera efectiva lazos identificatorios y de pertenencia a la nación a través de diferentes formas centradas en la adhesión emotiva, que nace de los proyectos de educación patriótica decimonónicos”.

“Alumnos: ¿Prometen defenderla, respetarla y amarla, con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndose a ser ciudadanos libres y justos, aceptando solidariamente en sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y transmitiendo, en todos y cada uno de nuestros actos sus valores permanentes e irrenunciables?”. Tras la fase final que pronuncian directivos de todo el país, chicos y chicas gritan “¡Sí, prometo!”.

Relato deshistorizado

Pese a que existe una simplificación de los hechos para que los niños puedan entenderla, muchas veces se distorsionan hasta modificar los acontecimientos y dotarlos de sentidos inexistentes. Un ejemplo habitual es afirmar que la bandera es celeste y blanca por el color del cielo. Si bien no reina el consenso, los colores provienen del universo simbólico de la Corona Española (los usaba la monarquía borbónica en el manto de la Virgen).

Alejandra Salomón, docente de la Universidad Nacional de Quilmes y Magister en Historia, sostiene: “Los hechos en torno a la creación de la insignia han sido mostrados como parte de un pasado en armonía y sin luchas, donde cada revolucionario ocupaba feliz y conscientemente su lugar. Los próceres, siempre hombres y virtuosos, estaban más allá de todo conflicto banal y carecían de intereses particulares que opacaran su proyecto colectivo”.

La bandera no fue un producto planificado, sino una invención fortuita ante la necesidad. Belgrano la enarboló por primera vez el 27 de febrero de 1812 en Rosario, para dotar de unidad al ejército patriota y diferenciar a los soldados en el campo de batalla. Cuando el Triunvirato se enteró del manto, no solo la recibió con disgusto sino que le ordenó guardar la insignia, recriminándole su desobediencia por no usar el estandarte real.

“Este signo hoy consagrado, inicialmente estuvo inmerso en la incertidumbre, la contingencia y el rechazo, lo cual va a contrapelo de las visiones hegemónicas. La bandera no cimentó inmediatamente una identidad compacta y definida. Fue hacia fines del siglo XIX cuando se incorporó como rasgo de identidad, en un momento en que la construcción de un pasado común formó parte de las políticas empeñadas en la nacionalización de un pueblo signado por intensas identidades locales y foráneas”, cierra Salomón.


Últimas noticias de la sección Ciencias:



¿Te gustó esta noticia? ¡Compartila!

Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.