Cáncer de mama: descubren que su propagación se acelera durante el sueño
Así lo determinaron científicos suizos en un estudio publicado en la revista Nature. Este hallazgo podría servir para repensar las terapias y las intervenciones quirúrgicas.
En un estudio publicado en la revista Nature, científicos suizos demuestran que, en el caso del cáncer de mama, las metástasis se producen especialmente durante el descanso nocturno. “La generación espontánea de células tumorales circulantes (CTC) con una alta propensión a la metástasis no se produce de forma continua, sino que se concentra en la fase de reposo del individuo afectado”. Los investigadores tomaron muestras de sangre a pacientes con cáncer mamario durante el día y la madrugada, y cuantificaron las CTC. Encontraron que no sólo eran mucho más abundantes durante la noche, sino que las células malignas mostraban parámetros de mayor agresividad. Estos resultados muestran por primera vez en qué momento del día se produce la metástasis, algo que había sido poco explorado hasta el momento.
El proceso de diseminación que lleva a las metástasis es un camino complejo que implica que las células cancerosas más agresivas logran acceder a los vasos sanguíneos, sobreviven al transporte en el flujo de la sangre e ingresan a otros órganos distantes para formar nuevas lesiones. Cuando estas lesiones crecen en órganos vitales, pueden comprometer la vida del paciente.
Daniel Alonso, director del Centro de Oncología Molecular y Traslacional (COMTra) de la Universidad Nacional de Quilmes, cuenta que los resultados de la investigación “permiten conocer mejor el proceso de diseminación metastásica y aportan nuevas pistas para diseñar mejor las terapias oncológicas e incluso planear el momento ideal para una cirugía del cáncer“. Y sostiene: “A partir de este estudio, podría ser posible encarar las intervenciones médicas cuando el riesgo de diseminación es más bajo o administrar protocolos terapéuticos para limitar la diseminación en los períodos dónde las células cancerosas agresivas podrían estar más activas”.
Silvia Ferroni, médica del Área de Prevención y Promoción del Instituto Provincial del Cáncer, apunta que, “aunque gran parte de la literatura sobre el riesgo de cáncer de mama se ha centrado en los efectos potencialmente adversos del trabajo nocturno y la exposición a la luz durante la noche, se han realizado menos investigaciones sobre los posibles efectos adversos de la alteración del sueño y rasgos como el cronotipo –mañana o tarde–, duración del sueño e insomnio”.
Una herramienta para planificar mejor
El Centro de Oncología Molecular y Traslacional (COMTra) trabaja desde hace años en el estudio de los procesos biológicos asociados al desarrollo de metástasis y cómo atacarlos para reducirlos. En conjunto con los equipos de Ruth Weinberg y Francisco Terrier, se realizó un ensayo clínico en pacientes con cáncer mamario, quienes fueron tratadas con desmopresina (terapia diseñada en la UNQ) durante la extirpación quirúrgica del tumor. Entre otros efectos, este medicamento reduce el sangrado ante heridas y también modula el comportamiento tumoral.
Alonso, quien también es investigador del Conicet, cuenta que la expectativa era contener el sangrado intraoperatorio de los tumores más grandes y minimizar el riesgo de dispersión de células malignas. “En ese protocolo valoramos las células tumorales circulantes de forma similar al trabajo recientemente publicado en Nature, donde comprobamos una reducción manifiesta luego de la intervención. Los nuevos hallazgos invitan a pensar en cómo trasladar este tipo de tratamientos para limitar la diseminación en los momentos que ahora sabemos pueden ser más proclives al desarrollo de metástasis o planear las cirugías en los períodos del día que resulten más favorables”.
Estadísticas
El objetivo de la Iniciativa Mundial contra el Cáncer de Mama, de la OMS, es reducir en dos y medio por ciento anual la mortalidad mundial. Así, entre 2020 y 2040 se evitarían 2,5 millones de muertes a escala global. En caso de cumplirse esa meta, para 2040 se evitaría el 40 por ciento de las muertes por cáncer de mama entre las mujeres menores de 70 años. Los tres pilares se constituyen alrededor de la promoción de la salud para una detección precoz, el diagnóstico oportuno y la gestión integral del cáncer de mama.
Silvia Ferroni destaca que, algunos factores que aumentan el riesgo de padecer esta enfermedad, son “el envejecimiento, la obesidad, el consumo perjudicial de alcohol, los antecedentes familiares de cáncer de mama, el historial de exposición a radiación, la edad de inicio de los períodos menstruales y la edad al primer embarazo, el consumo de tabaco y la terapia hormonal posterior a la menopausia”.
Aun controlando todos los factores potencialmente modificables, el riesgo de padecer cáncer de mama tan solo se reduciría como máximo en un 30 por ciento.