Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia: ¿cómo quebrar el techo de cristal?
Se celebra cada 11 de febrero y sirve para reflexionar sobre la brecha de género que perdura en el sistema científico. La palabra de referentas al respecto.
De acuerdo con un informe de la Unesco, a nivel mundial solo el 29.3 por ciento de mujeres son investigadoras y tan solo recibieron el 3 por ciento de los premios Nobel en ciencias. Según ONU Mujeres, América Latina y el Caribe es una de las regiones que alcanzó la paridad en la proporción de hombres y mujeres investigadores (ellas representan el 45 por ciento); sin embargo, las mujeres aún se encuentran subrepresentadas en los niveles más jerárquicos de las carreras profesionales. Debido a esta brecha de género, cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el objetivo de promover el acceso y la participación igualitaria en la comunidad científica y tecnológica. Ahora bien, ¿qué lugar ocupa Argentina? ¿Qué dicen las científicas nacionales?
El país alcanzó la paridad de género y así lo demuestran las cifras: actualmente Conicet tiene más de 11.800 investigadores e investigadoras, de las cuales 6.438 son mujeres. No obstante, al subir de escalafón el número de mujeres se reduce y asciende el de hombres, como se puede ver en el siguiente cuadrado suministrado por Conicet a la Agencia de Noticias Científicas:
En el caso de la UNQ, su comunidad científica se encuentra en una situación de paridad en cuanto a la participación de las mujeres en el Sistema de I+D financiado por la casa de estudios (51 por ciento de hombres/49 por ciento de mujeres), pero los datos que presenta la Secretaría de Investigación muestra que dicha paridad se diluye cuando aumenta la jerarquía de roles, representando las mujeres solo el 41 por ciento.
Tal es así que en la base piramidal, en el cargo de instructor, los hombres representan el 45 por ciento frente a las mujeres que ocupan el 55 por ciento; mientras que en el cargo jerárquico más alto (titular), ellos representan el 73 por ciento y ellas el 27 por ciento.
Por otro lado, la última investigación realizada por la organización Chicas en Tecnología, demuestra que en Argentina las mujeres representan solo el 34 por ciento del estudiantado de carreras STEM (en inglés: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y el 17 por ciento del estudiantado de programación.
Maternidad, prejuicios y prevalencias
Todos estos datos dan cuenta de la importancia que tiene que haya un Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. La brecha de género existente en este ámbito está marcada por dos fenómenos: el suelo pegajoso y el techo de cristal.
La primera vicerrectora mujer de la UNQ, Alejandra Zinni explica a la Agencia que “tardamos más y somos menos las que alcanzamos altos cargos en dirección de proyectos, laboratorios o equipos de investigación”. Esto se debe a múltiples factores “pero, principalmente, a la posibilidad de procrear: el tener hijes hace que la producción científica se demore en una etapa en la que los científicos varones son muy productivos, es decir entre los 25 y los 35 años”, detalla Zinni.
En el mismo sentido, las integrantes de “Mujeres en CyT” de la UNQ, Valeria Segatori y Mariana Capello, agregan ante la Agencia que “si decidís maternar, necesariamente tu carrera se enlentece y, cuando volvés tu lugar ya fue ocupado por un hombre. Además, las convocatorias a becas se jactan de ser objetivas porque evalúan el mismo puntaje para una cosa u otra. La diferencia se da cuando la mujer se encarga de sus hijes y las tareas del hogar: durante ese tiempo el varón pudo generar otro conocimiento o presentarse a becas nuevas”.
Por su parte, Zinni manifiesta que “el sistema evalúa más positivamente a los varones en los cargos de dirección”. “En una situación de igualdad de condiciones (con la misma edad y producción científica) hay una prevalencia de varones en los cargos de dirección de proyectos, de becarios/as y de grupos de investigación”, desmenuza Zinni.
Asimismo, las científicas de “Mujeres en CyT” explican que los micromachismos también se hacen presentes, ya sea mediante chistes sobre los cuerpos de las personas o sus vestimentas y/o por prejuicios: “si el director de un proyecto tiene que viajar por una investigación, muchas veces elige como acompañante a otro hombre porque ‘la mujer no se va a sentir cómoda durmiendo ahí’”, ejemplifican.
Echar luz a la historia
Históricamente las mujeres de la ciencia fueron silenciadas y apagadas. Poco a poco, los movimientos feministas dieron a conocer sus nombres y sus aportes a las ciencias, y así lo explica Dora Barrancos, directora de la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de la UNQ, a la Agencia: “El orden patriarcal es responsable por la invisibilidad y el no reconocimiento de las mujeres en la ciencia. Incluso, ese no reconocimiento es proporcional al desarrollo científico del siglo XIX hacia el XX. En este último las mujeres fueron más ocultadas todavía. Luego, vinieron los grandes cambios de la mano del feminismo, que hizo mucho por vislumbrar sus nombres”.
Las cuatro científicas coinciden en que las cosas están cambiando. “Devino un cambio de conciencia crítica y, en eso, las universidades públicas tienen un rol muy importante. Por un lado, esta transformación se debe al aumento de los llamados ‘Estudios de Género’ y, por el otro, a la constitución de la red RUGE (Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y Contra las Violencias)”, explaya Barrancos.
Y continúa: “También, se le suma las luchas de las mujeres en cualquiera de los claustros, el acompañamiento de los movimientos feministas y la Ley Micaela. Hay una renovación en los cuadros femeninos de las universidades, que no se veía una década atrás”.
Por su parte, Zinni sostiene: “En el caso de la UNQ, fuimos pioneros y pioneras en que las listas para los cargos electivos de la universidad debían ser paritarias. Eso marcó un antecedente y es un mensaje que tracciona a las otras áreas de la universidad”. Además, la vicerrectora agrega que la comunidad académica está frente a un nuevo paradigma: “Las pioneras que lucharon por hacerse un lugar en los cargos altos hizo que trabajemos en conjunto. Nuestro paradigma es que todas somos iguales y eso prima por encima de las ambiciones personales. Lo que no nos es dado lo disputamos de manera colectiva. Y este mensaje tiene que ser apropiado por la sociedad para que haya verdaderos cambios, esto incluye a los varones”.