¿Es posible una minería “amigable” con el ambiente? La lupa en el caso chileno

Reciclaje de materiales, energía solar e hidrógeno verde constituyen algunas de las estrategias puestas en marcha que ya se prueban y reemplazarán a las actuales.

Camiones en una mina de Antofagasta. Créditos: minería chilena.

La minería es una de las principales actividades de la economía chilena: aporta cerca del once por ciento de su PBI y constituye el área con mayor inversión extranjera. En particular, la zona norte del país es la más pujante: regiones como Antofagasta y Atacama presentan grandes minas desde donde se extraen cobre y litio, entre otros productos. Al respecto, Pía Hernández, académica del Departamento de Ingeniería Química y Procesos de Minerales de la Universidad de Antofagasta (UA), comparte con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes algunos datos y aportes fundamentales de su trabajo de investigación.

La científica forma parte del Centro de Economía Circular en Procesos Industriales de la UA y estudia el reciclaje electrónico mediante procesos químicos amigables con el ambiente. La investigadora se formó en ingeniería civil, industrial y química, con posgrados en ingeniería de procesos de minerales. Esto le permite desarrollar estudios con placas de circuito impreso de celulares e impresoras en desuso.

“Tratamos de recuperar metales valiosos como cobre, plata, cobalto y oro. Hemos probado solventes orgánicos que no perjudiquen al ambiente”, explica Hernández. Estos solventes son biodegradables, no tóxicos y de fácil obtención. “Estamos desarrollando estudios pensando en posibles aplicaciones a futuro para poder aportar con una minería secundaria”, agrega. A diferencia de la minería primaria que extrae los minerales de la tierra, la secundaria los recupera de los residuos de aparatos electrónicos.

En Antofagasta se concentra la mayor parte de la minería de Chile. Es una zona desértica y casi no llueve, por ello, los procesos mineros tienen ese desafío: resolver la escasez de agua. “Empecé estudiando cómo se disolvían los minerales de cobre usando agua de mar, para no utilizar la poca agua dulce que hay y que pueda quedar disponible para las comunidades, la agricultura en el desierto y otros usos”, cuenta Hernández. Luego destaca: “Me he desarrollado específicamente con un material que se le llama calcopirita que tiene cobre, hierro y azufre en su estructura. Se dice que el setenta por ciento del cobre a nivel mundial esta como calcopirita. No se disuelve con facilidad en agua, pero el agua de mar tiene gran cantidad de iones cloruro y esto termina por favorecer la disolución“.

 

Trozo de calcopirita. Créditos: geovirtual2.cl

Chile también tiene gran desarrollo en la minería no metálica, donde se producen nitratos, iodo y litio (que se extrae de las salmueras). Hernández explica cómo es el contacto con las industrias: “Si bien en la UA tenemos una ubicación privilegiada porque estamos cerca de muchas mineras, la relación de la industria con la Universidad recién se ha desarrollado más íntimamente en los últimos años. Al principio éramos muy reacios a trabajar en colaboración por los diferentes tiempos que tienen ambas instituciones”.

Sin embargo, la científica relata que, a través de financiamientos estatales, se creó el programa Ingeniería 2030 donde el gobierno apunta a mejorar los vínculos con las empresas. Gracias a esta iniciativa, los estudiantes analizan casos reales de las industrias y desarrollan una visión más aplicada en su carrera. También se impulsaron los posgrados tecnológicos donde las empresas traen problemas que los alumnos de posgrado pueden solucionar.

Respecto del cuidado del ambiente, la científica menciona que la minería verde o sustentable está en desarrollo: “Se está trabajando mucho con las certificaciones verdes a nivel internacional, por ejemplo, los cátodos de cobre que se venden al extranjero se hicieron a través de procesos sustentables, en que los trabajadores no fueron afectados ni su salud fue puesta en riesgo”, subraya.

Como política científica, Chile desarrolla nuevos procesos y tecnologías que puedan reemplazar aquellas que están en uso. Entre estas tecnologías, Hernández menciona el uso de energía solar, con el objetivo de aprovechar la radiación. También se enfatiza el uso de hidrógeno verde, con financiamientos especiales para el establecimiento de este tipo de energías. Se espera que de aquí a unos años muchos de los procesos contaminantes sean cambiados por nuevas tecnologías.


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Nadia Chiaramoni

Licenciada en biotecnología. Doctora con mención en ciencias básicas y aplicadas