¿Qué es la geometría espacial y cómo puede contribuir a una mejor protección de áreas naturales?
Un nuevo estudio advierte a los Estados sobre la necesidad de adoptar un enfoque más integral para preservar los ecosistemas y la biodiversidad.
Una reciente investigación liderada por científicos del Conicet, desafía el paradigma actual sobre la protección de áreas naturales y revela que la geometría, el tamaño y la interconexión de las áreas protegidas son elementos cruciales para la preservación a largo plazo de la biodiversidad y la sostenibilidad global. En ese sentido, el estudio publicado en la revista Nature Sustainability al que tuvo acceso la Agencia de noticias científicas de la UNQ, advierte que la simple cuantificación del área protegida podría no ser suficiente si no se considera la geometría de estas zonas y su interacción con el entorno circundante.
El objetivo de lograr que el 30 por ciento de la superficie del planeta esté protegida de cara al 2030, acordado en la Cumbre de Biodiversidad en Montreal en 2022, es un hito importante en la conservación de la biodiversidad a nivel global. Sin embargo, el nuevo estudio sugiere que este objetivo podría enmascarar realidades muy distintas. ¿Por qué? “Fundamentalmente porque se puede alcanzar el 30 por ciento de protección por diferentes caminos. Este porcentaje puede lograrse a través de áreas valiosas para la biodiversidad, que son extensas y están interconectadas, o mediante áreas marginales”, dice a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Santiago Schauman, autor principal del estudio y becario doctoral del Conicet en el Grupo de Estudios Ambientales del Instituto de Matemática Aplicada de San Luis.
¿Cómo se hizo el estudio?
Schauman cuenta que tras examinar detenidamente la geometría (forma y tamaño) y la distribución de áreas protegidas en todo el planeta, en siete regiones culturales y 14 biomas (que incluyen selvas, bosques, desiertos y humedales), se encontró que “la ampliamente celebrada expansión de las áreas protegidas en las últimas tres décadas, se ha logrado principalmente incorporando unidades pequeñas, perforadas, fragmentadas y altamente expuestas al entorno no protegido, lo que las hace vulnerables“.
En ese sentido, el tamaño reducido y la forma compleja de muchas áreas protegidas, junto con su aislamiento geográfico, plantean desafíos para la conservación de la naturaleza y la sostenibilidad global. “Aunque alcanzar el 30 por ciento de protección es un logro significativo, consideramos que debemos tener en cuenta aspectos complementarios, como el diseño de las áreas protegidas, para garantizar una conservación efectiva a largo plazo y la sostenibilidad global”, asegura.
Los hallazgos
Las áreas protegidas de menor extensión y más expuestas al entorno no protegido se concentran en los paisajes del mundo más críticamente amenazados. Estas zonas a menudo son pequeñas, perforadas y altamente vulnerables a la influencia humana, lo que plantea desafíos significativos para su conservación efectiva. Por otro lado, se identificó un patrón interesante en cuanto al esfuerzo de conservación: las áreas protegidas más grandes y compactas, que alejan las presiones humanas del interior protegido, son impulsadas en su mayoría por países periféricos o en vías de desarrollo.
Un dato relevante es que 15 de los 20 países con áreas protegidas más grandes y compactas (alejando más las presiones humanas del interior protegido) se encuentran en la región del África subsahariana. En contraste, la mayoría de los países desarrollados tienen áreas protegidas relativamente pequeñas y con formas particularmente complejas, perforadas y fragmentadas. “Estos contrastantes deberían ser puestos sobre la mesa a la hora de discutir la estrategia de conservación de la biodiversidad global”, sostiene.
Cuando la forma y el tamaño importan
La geometría de las áreas protegidas desempeña un papel crucial en la conservación de la biodiversidad. Características como la complejidad de las formas y el aislamiento geográfico pueden tener un impacto significativo en la efectividad de estas áreas. “Las áreas protegidas con formas complejas y fragmentadas pueden permitir la penetrabilidad de la influencia humana en los ecosistemas protegidos. Esto significa que las amenazas externas, como la deforestación, la caza furtiva o la contaminación, pueden afectar más fácilmente a estas áreas, comprometiendo la integridad de la biodiversidad que se pretende conservar”. Además, el pequeño tamaño y complejidad de las áreas protegidas puede dificultar el mantenimiento adecuado del flujo de especies, nutrientes y energía en la naturaleza, esenciales para garantizar la salud de los ecosistemas.
También es importante señalar que la forma en que se protegen la mayoría de los ecosistemas en todo el mundo, caracterizada por un gran número de unidades pequeñas con formas perforadas, fragmentadas o ramificadas que están incrustadas en un entorno no protegido, puede socavar la capacidad de los gobiernos y organizaciones para llevar a cabo una conservación efectiva a largo plazo. Problemas persistentes, como la falta de personal, recursos presupuestarios limitados y la inestabilidad política, pueden amenazar la gestión de redes de áreas protegidas altamente complejas en el futuro.
La interacción entre las tierras protegidas y su entorno no protegido fue históricamente subestimada, a pesar de tener profundas implicaciones en la conservación a largo plazo. La distribución de numerosas unidades pequeñas y fragmentadas incrustadas en un entorno no protegido puede socavar la efectividad de la conservación a largo plazo. En ese sentido, el impacto de este estudio va más allá de la mera delimitación de áreas protegidas, afectando la capacidad de los gobiernos para llevar a cabo una conservación efectiva.
“Dado el alto nivel de contacto existente entre las áreas protegidas y no protegidas, es imperativo implementar un enfoque integral que incluya el ordenamiento ambiental de las zonas circundantes a las áreas protegidas. Esto ayudaría a amortiguar o disminuir la presión humana en el interior de las áreas protegidas, lo que es esencial para preservar la biodiversidad y garantizar su efectividad a largo plazo”, cierra el investigador.