La Patagonia en llamas: ¿qué sucede en los parques nacionales Nahuel Huapi y Los Alerces?
A causa de los incendios, en total se quemaron más de 8 mil hectáreas y los gobiernos provinciales buscan responsables.
El Parque Nacional Los Alerces, ubicado en Chubut, se incendia desde el pasado 25 de enero y ya se quemaron 7.597 hectáreas. En paralelo, en los últimos días se registraron focos en el Brazo Tristeza del Parque Nacional Nahuel Huapi, en los alrededores de Bariloche, que afectaron a 550 hectáreas aproximadamente. Los investigadores avanzan en la línea de que el primero fue un incendio intencionado por lo que el gobernador chubutense Ignacio Torres ofrece una recompensa de $5.000.000 para dar con los responsables; mientras que el segundo fue un fogón mal apagado. En este artículo, la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes indaga sobre cómo se afrontan fuegos de gran magnitud y por qué afectan al ciclo natural del ambiente.
“La persona que comenzó el incendio en Los Alerces lo hizo durante la tarde-noche por lo que, cuando se descubrió, ya había abarcado una superficie lo bastante grande como para ser atacado solo de manera directa. Se convirtió, como estamos viendo, en un incendio de propulsiones mucho más grandes”, cuenta a la Agencia Guillermo Deffosé, secretario de Ciencia y Tecnología en Chubut e investigador en el Laboratorio de Ecología, Meteorología y Gestión de Fuegos de Vegetación de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
El avance del fuego en Chubut se vio favorecido por la situación meteorológica: altas temperaturas persistentes y vientos de hasta 40 km/h que provocaron que el fuego cambie de dirección varias veces y se vuelva incontrolable. No obstante, el clima dio tregua con una lluvia que acumuló 9 mm de agua, lo que permitió que bajen las temperaturas y los brigadistas puedan trabajar mejor. En el caso del Parque Nacional Nahuel Huapi, el incendio forestal iniciado el 5 de febrero también se vio aplacado por precipitaciones que acumularon 20 mm de agua. En ambos casos, los focos siguen activos, rigen las alertas y varios senderos y circuitos se encuentran cerrados al público.
Enfrentar a un gigante
Para hacerle frente a incendios forestales de gran magnitud, se utilizan estrategias de ataque directo e indirecto. Por un lado, están los medios aéreos que lanzan agua en un determinado sector mientras son guiados por los brigadistas que se encuentran abajo, como también las motobombas de los bomberos que manejan grandes volúmenes de agua.
En cuanto a los ataques indirectos para aquellos lugares donde no pueden llegar las motobombas, lo que se hace son cortafuegos. Es decir, líneas en las que se derriba la vegetación y se la tira para el lado del fuego, de manera que una vez que este llegue allí no tenga manera de esparcirse porque se encuentra con un terreno vacío. Para esto se utilizan desde herramientas manuales y prácticas, como azadas, hasta topadoras.
Además, que los incendios en la Patagonia se generen en verano no es casual. “Llueve desde abril hasta noviembre aproximadamente y luego viene un período de sequía durante el resto de la primavera y verano. A principios del otoño empieza nuevamente la lluvia, es por eso que los incendios en la Patagonia se producen durante la época estival (las temperaturas suben y no hay lluvia)”, explica Deffosé.
A su vez compara con la situación en Córdoba, cuyo período de lluvia es en verano y los incendios ocurren en invierno que es la época de sequía en la región norte de dicha provincia.
Los mismos focos que hace cien años
En 1914 y publicado dos años más tarde, el investigador Mark Rothkugel realizó un mapeo de la región patagónica en la que registró un 60 por ciento de la superficie quemada. El secretario relata que cien años más tarde se registran incendios en las mismas zonas que antes, por lo que se investiga que los focos siguen patrones naturales.
“La naturaleza tiene sus propias reglas y tiempos, así posee un ciclo de fuego-vegetación. Cada cierto período de tiempo, luego de que los árboles crezcan, formen un bosque y maduren, se incendian para dar lugar a una nueva generación de árboles cuyas semillas están por debajo de ellos. Esto sucede por causas naturales, como un rayo, y quienes estudiamos los bosques podemos detectar cicatrices de fuego que nos datan de cuándo pueden haber sucedido esos incendios”, cuenta el secretario a la Agencia.
Y continúa: “Este ciclo es completamente natural, la vegetación se incendia para volver a crecer. Ahora bien, a veces los incendios corresponden a causas relacionadas con el accionar humano, que se traduce en un fuego extemporáneo al del ciclo fuego-vegetación y que produce anomalías, como es el caso de Los Alerces en este momento”. El especialista explica que la situación es similar en el Parque Nacional Nahuel Huapi puesto que son ecosistemas similares.
En este sentido, y a pesar de las innumerables advertencias que hay sobre no hacer fuego en los parques nacionales, Deffosé considera que deberían aplicarse sanciones ejemplares a quienes causan estos focos. “A veces es difícil encontrarlos, pero la Justicia debería investigar y ser más inflexible con quienes cometen estos delitos porque provocan un daño tremendo. Creen que lastiman a otro y en realidad hacen daño a la sociedad, a nosotros mismos”, concluye.