Volver a lo colectivo: tejer lazos de solidaridad para hacer frente al relato del sálvese quien pueda

La experiencia de espacios culturales, universitarios y feministas que suelen ser refugio y contención cuando el individualismo prima.

Créditos: La Vaca.
Créditos: La Vaca.

Corren tiempos de individualismo extremo que deshumanizan al que está al lado y en el que sentimientos como la tristeza y la bronca están a flor de piel. En ese contexto, la necesidad de tejer redes de solidaridad que contengan y acompañen se vuelve cada vez más urgente, y en eso los sectores de la cultura, universitarios y del feminismo tienen una extensa trayectoria. ¿Cómo son estos espacios que tratan de evitar el relato del sálvese quien pueda?

Lo colectivo renueva: permite ver otros horizontes, otras realidades y un mundo distinto, aunque aparentemente cada vez más distante. Así lo ven las mujeres que conforman Grupo de Arte Callejero que realizan, desde fines de 1990, intervenciones visuales y performances para denunciar, por un lado, los crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura cívico militar y la genealogía del genocidio en Argentina, y por el otro, la lucha contra las políticas neoliberales de la década menemista y sus consecuencias. Dos momentos históricos que resuenan por sus puntos de coincidencia con la actualidad.

"Aquí bendijeron instrumentos de tortura", intervención del GAC en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires en protesta a la medida del 2x1 propuesta por el gobierno de Macri que beneficiaba a represores. Créditos: GAC.
“Aquí bendijeron instrumentos de tortura”, intervención del GAC en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires en protesta a la medida del 2×1 propuesta por el gobierno de Macri que beneficiaba a represores. Créditos: GAC.

La elección de estos dos momentos no fue deliberada sino que fue producto de la realidad que vivían estas mujeres cuando finalizaban la carrera docente. Por un lado, la libertad de los genocidas y, por el otro, los efectos de las políticas neoliberales en sus futuros como trabajadoras y artistas.

Mariana Corral, integrante de GAC, cuenta a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ: “Los espacios colectivos son un refugio frente a esta derecha tan violenta que funciona como una amenaza permanente. No hay que cerrarse en sí mismos sino intentar saltar de vuelta, crear un nexo o un canal de comunicación. A veces, pareciera que solamente hablamos para nosotros mismos y no nos tenemos que olvidar que hay una gran parte de la sociedad que perdió la representación y que hoy está en crisis también con los modelos que eligió. El arte debería ser un territorio poético y político donde reencontrar esas representaciones”.

El aula como faro

Si de encontrarse con otras personas se trata, el proyecto “Reconocides y no tanto” de la Universidad Nacional Arturo Jauretche tiene que estar. Desde el hacer colaborativo, este espacio visibiliza las ilustraciones artísticas que hacen mujeres y disidencias de la zona sur de la provincia de Buenos Aires, quienes buscan representar la vida cotidiana en el conurbano.

“Estamos en un contexto sumamente complejo con el inicio de un nuevo ciclo lectivo y, particularmente, con un ataque sistemático a las universidades públicas. La forma que encontramos para sostener los lazos de solidaridad es seguir produciendo de manera colectiva, en diálogo, en acción, y juntes por el reconocimiento del valor estratégico de la educación pública superior. En el territorio, articulamos con las mujeres y disidencias, con las diferentes áreas de la universidad y con los municipios de la zona para seguir creando acciones conjuntas. Ese es el equipo multidisciplinario que conforma Reconocides y no tanto hace más de cinco años”, cuenta a la Agencia Luciana Aon, directora del proyecto de la UNAJ y también docente de la UNQ.

El equipo de Reconocides y no tanto, artistas municipales y del Instituto de Estudios Iniciales de la UNAJ en la inauguración de un mural realizado por artistas del conurbano. Créditos: Reconocides y no tanto.
El equipo de Reconocides y no tanto, artistas municipales y del Instituto de Estudios Iniciales de la UNAJ en la inauguración de un mural. Créditos: Reconocides y no tanto.

Si hay algo que ven, sienten y saben quienes transitan los pasillos de las universidades públicas argentinas es la capacidad de transformación que tienen estas instituciones en la calidad de vida. Aon señala: “No hay lugar para el individualismo en el marco de la universidad pública. La lucha que nos convoca es de todos y todas, es de la sociedad. Nos fortalecemos en el territorio de nuestras universidades, seguiremos apelando a visibilizar a mujeres y disidencias del conurbano sur en las múltiples luchas“.

Otros refugios

Lo colectivo se comprende también desde otros espacios, como Arde, proyecto que transita por bares, centros culturales, casas y teatros y que invita a las personas a leer y escribir periódicamente; o desde El País del Humo, un sitio web y un canal de Instagram que explora la oferta cultural de Buenos Aires y el encuentro de las personas en teatros, festivales de películas, ferias del libro o museos; o también desde Ni Una Menos, un espacio que nació en 2015 y grita la violencia de género que sufren mujeres y disidencias diariamente y en donde convergen distintas organizaciones sociales, políticas o militantes individuales que expresan sus ideas y reclamos en este colectivo.

Salir del individualismo, evitar el sálvese quien pueda, mirar al de al lado con ojos de amor, reunirse y saber que las angustias, la felicidad, las pasiones son compartidas es un movimiento que se está dando. Paradójicamente, cuando la libertad de mercado y el aniquilamiento de los lazos de solidaridad se encrudecen, es cuando más se recurre a estos espacios para sobrevivir. En tiempos de ahogo, crueldad y crisis por doquier, volver a lo colectivo, lo genuino, lo amigable es imprescindible.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).