Coronavirus: los especialistas explican por qué disminuye el ritmo de vacunación en el país

La aplicación de dosis contra el coronavirus merma de acuerdo a la cantidad de contagios. Inseguridad y relajación son algunas de las causas.

El miedo y la falta de información frenan la aplicación de terceras dosis.
El miedo y la falta de información frenan la aplicación de terceras dosis. Créditos: Ministerio de Salud Argentina

Al analizar las estadísticas de cómo fue avanzando la inmunización y cómo fueron ascendiendo y descendiendo los contagios, cuando hubo más cantidad de casos se vacunaron más personas y, por el contrario, bajaron las dosis diarias aplicadas cuando hubo menor riesgo de contraer el virus. Tras una alza vertiginosa de infecciones que arrancó en diciembre pasado, el 14 de enero Argentina alcanzó el pico de contagios con 139.843 positivos de Covid-19; y ese día se aplicaron en el país 413.913 vacunas. Al igual que en otros países, el descenso de positivos con la variante Ómicron se dio de forma acelerada; al tiempo que la caída de inoculaciones diarias contra el coronavirus fue pronunciada. Protegerse antes de las vacaciones de verano junto con la escalada de casos y el lapso transcurrido con la segunda dosis permiten explicar por qué aumentó el ritmo en pleno enero. Ahora bien, el reinicio de las clases presenciales y la llegada del otoño no fueron un factor que reimpulse la campaña.

Mario Lozano asocia el descenso del ritmo de vacunación a la cantidad de personas inoculadas que tiene el país con el esquema completo y apunta a quienes todavía se resisten: “En este momento necesitamos empezar a vacunar a aquella porción de la población que es menos dócil y le cuesta más aceptar las vacunas”. El virólogo molecular y exrector de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) señala que las personas que se niegan a vacunarse retrasan el ritmo general ya que especulan con la disminución de contagios, las internaciones y los fallecimientos para no inocularse.

Por su parte, Martín Barrionuevo, senador provincial por Corrientes, sostiene que “cuando Ómicron empezó a ser noticia y creció la detección de casos, llegamos a valores máximos de vacunación. Hoy, que en el imaginario de la gente pareciera ser que la pandemia está terminando, se va relajando la vacunación”. Según las estadísticas oficiales, mientras que más de 40 millones de personas tienen la primera dosis y más de 36 millones la segunda, casi 14 millones tienen la tercera dosis.

Razones que explican el fenómeno

Las personas antivacunas son uno de los factores que menciona Lozano. Desde el inicio de la pandemia, este sector de la población rechazó y sigue rechazando la vacuna sin importar el laboratorio que la haya fabricado. Desinformación, teorías conspirativas, desconfianza en la ciencia y medicinas alternativas marcan el pulso de este grupo. Pese a los esfuerzos gubernamentales con medidas como el pase sanitario y la Noche de las Vacunas en la provincia de Buenos Aires, más del diez por ciento de la población objetivo sigue sin acercarse a los vacunatorios. Por ahora, la discusión en el Congreso de la Nación sobre la obligatoriedad de las vacunas quedó archivada.

Otra cuestión importante es la pérdida del miedo a contagiarse el virus. Que Ómicron sea más contagiosa pero menos letal que otras variantes hizo que mucha gente empiece a considerar al coronavirus como una especie de gripe, un debate que fue alimentado por propios y extraños a principios de este año. Esto produjo un relajamiento que se evidencia en la aplicación de la tercera dosis.

En particular, el exrector de la UNQ vincula esta mirada a la juventud: “Ellos sienten que las cosas les pasan a los demás. No tienen la mirada de la población antivacuna pero al mismo tiempo demoran en tomar determinaciones que afectan a la salud. Al tener a sus familias vacunadas, no se inoculan”.

También, hay una parte de la población adulta que recibió el esquema inicial pero sin estar convencida, casi que lo hizo “por obligación”. El miedo, el desconocimiento y la desconfianza sobre la combinación de vacunas de diferentes laboratorios hacen que no regresen a los centros de vacunación a recibir la tercera dosis cuando bajan la cantidad de contagios.

Es muy difícil aceptar para el común de la gente que no existen tecnologías sanitarias 100 por ciento seguras. Ninguna garantiza su total eficiencia ni cuando nos operamos, tomamos un medicamento o nos vacunamos”, subraya Lozano. El temor y la desconfianza que tienen en la combinación de vacunas lo trasladan a sus hijos, una de las razones que explican la baja cantidad de población pediátrica con las tres dosis.

A diferencia de los remedios, que sirven para curar determinado malestar o enfermedad, las vacunas se utilizan para prevenir. Así, a mucha gente le resulta difícil aceptar intervenirse con algo que podría causarle un efecto adverso como dolor de cabeza, fiebre o malestar general. Con el descenso de contagios, estas personas prefieren evadir un posible riesgo transitorio antes que reforzar su sistema inmunológico.

Por último, y aunque no sea determinante, hay un ítem a tener en cuenta relacionado con las terceras dosis y son quienes se contagiaron durante la última ola. Este sector, que debía esperar cuatro meses para volver a inocularse, tiene que aguardar 90 días más después del contagio, lo que implica que no pueden aplicarse la dosis de refuerzo inmediatamente.

En síntesis, pérdida del miedo al contagio, relajación en algunos sectores de la sociedad, dudas sobre la vacunación pediátrica y falta de acceso a la información son algunas de las causas que permiten explicar este fenómeno por el cual las personas asisten menos a los centros de vacunación cuando hay menor probabilidad de riesgo de contraer el virus.

Inicio de la pandemia

El tres de marzo de 2020 el ministerio de Salud dio a conocer el primer caso de Covid-19 en Argentina luego de un análisis realizado por la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) “Dr. Carlos Malbrán”. Antes de la nochebuena del 24 de diciembre de ese año, llegaron las primeras 300 mil dosis de Sputnik V en un avión de Aerolíneas Argentinas acondicionado específicamente para traer las vacunas.

Para esa fecha, el país ya había atravesado la primera ola con un pico de 16.325 casos el día 22 de octubre y para navidad los contagios habían caído a 6 mil por día. Desde el 29 de diciembre de aquel año, en Argentina se aplicaron más de 94 millones de vacunas para frenar el avance de la pandemia.


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Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.