Cómo impacta la biología molecular en nuevos tratamientos oncológicos
La directora de la Plataforma de Servicios Biotecnológicos de la UNQ, Georgina Cardama, lidera el desarrollo de investigaciones innovadoras que podrían mejorar la vida de miles de personas.
Georgina Cardama, biotecnóloga y Doctora en Ciencia y Tecnología no se conforma con estudiar y entender el cáncer; ella quiere desarmarlo, pieza por pieza, y encontrar la manera de detenerlo. Desde la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), en el Centro de Oncología Molecular y Traslacional (COMTra), esta investigadora del Conicet avanza con un enfoque que combina ciencia y compromiso social. A partir de la biología molecular y celular, junto a su equipo, busca respuestas para tratamientos que puedan cambiar la vida de los pacientes. “Cada paso que damos tiene la intención de mejorar la vida de las personas”, explica Cardama, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ .
Desde este laboratorio argentino ubicado en el corazón de la Universidad, la científica especializada en la Oncología Experimental, estudia los mecanismos moleculares que hacen que ciertos tipos de cáncer sean más resistentes y agresivos. Desde identificar proteínas clave hasta investigar los procesos que vuelven “inmortales” a las células cancerosas, cada hallazgo representa un avance potencial en el tratamiento.
Para Cardama, quien dirige la Plataforma de Servicios Biotecnológicos (PSB) de la UNQ, la ciencia no tiene sentido si no puede impactar positivamente en la comunidad. Por ello, su equipo no solo colabora con otros científicos, sino también con instituciones de salud pública, promoviendo un enfoque multidisciplinario. “Estamos convencidos de que la investigación científica debe estar al alcance de todos”, afirma. Con esta visión, logran consolidar redes con otros laboratorios y centros oncológicos, buscando maximizar el alcance y efectividad de sus investigaciones.
Desafíos y perseverancia en el mundo científico
La génesis de su equipo de investigación, que hoy se extiende en casi 25 miembros, es una historia de crecimiento y compromiso. Cardama rememora sus primeros días en el Laboratorio de Oncología Molecular con una mezcla de nostalgia y orgullo. “Éramos solo siete personas trabajando en las mesas”, dice, subrayando la magnitud del cambio. El laboratorio, que se transformó en un Centro de investigación, no solo creció en número, sino en impacto, gracias a un apoyo institucional clave que respalda cada avance y cada descubrimiento.
“La investigación es un sello distintivo de nuestra universidad”, afirma. Con un enfoque en áreas emergentes y una respuesta activa a contextos críticos como la pandemia, para ella, investigar va más allá de acumular conocimientos; “es una fuerza que transforma vidas”.
En Argentina, la ciencia enfrenta limitaciones de presupuesto, además de la constante búsqueda de recursos humanos y materiales. Sin embargo, para Cardama estos desafíos se transforman en motivación para seguir adelante. “Cada obstáculo que nos toca es una oportunidad para mejorar. Si bien hay dificultades, también hay una pasión inquebrantable por lo que hacemos”, expresa. Y demuestra que, incluso en un contexto adverso, la ciencia argentina puede tener un impacto global, ofrecer esperanza a millones de personas y continuar escribiendo nuevos capítulos.