La música urbana, entre el deseo de plata fácil y la necesidad de un cambio social
Especialistas analizan cómo los y las artistas del momento bucean entre marcas de lujo, como Gucci y Ferrari, mientras que otros lanzan demandas políticas.
La música es una de las expresiones culturales más influyentes: aparece en la vida desde muy temprana edad y acompaña a las personas hasta los últimos días. Tango, folclore, baladas románticas, cumbia, cuarteto, rock, reggaeton, electrónica, RKT, trap o pop son algunos de los géneros que se escuchan en el país. Cada una con su estilo, estas expresiones culturales intervienen en la construcción de la identidad de cada oyente. Ahora bien, ¿qué sucede cuando algunos de los géneros más escuchados muestran vidas millonarias frente a contextos reales cada vez más desalentadores? ¿Cómo impacta en los jóvenes?
Haciendo el work like RiRi / Tiene la velocidad de un ‘Rari (Ferrari) / Ella es dueña de la city / Con un rooftop en Miami, canta Emilia en “Exclusive”. Me puse la’ Gucci con un short de Nike / Buzo y cadena, estoy que goteo, dice Duki en “Goteo”. Cambiaste un Ferrari por un Twingo / Cambiaste un Rolex por un Casio, recita Shakira. De las diez hasta las seis / Enrolamo un phillie piloteando el V6, canta Mesita en “Una foto”.
La música urbana es uno de los géneros más escuchados y sus letras, al igual que sus videos, muestran en exceso el lujo, la plata y el éxito. Nombran marcas caras de la industria automotriz, como Ferrari, V6 y BMW, de ropa, como Balenciaga y Gucci, de accesorios, como Rolex o Chanel, o lugares extranjeros, como Madrid, Los Ángeles o Miami (aunque, en ocasiones también, se menciona a Buenos Aires, siempre en relación con las demás ciudades). La música que está de moda sobre todo entre los más jóvenes coloca casi como un mandato al éxito, pero esto dista del acceso que tiene este sector de la sociedad a lujos cotidianos, principalmente por la situación laboral actual.
Según el último informe del mercado de trabajo del INDEC, durante el primer trimestre de este año la tasa de empleo para el grupo de varones de 14 a 29 años descendió del 49 por ciento al 45,2, y para las mujeres bajó de 37,2 por ciento a 34. A su vez, en la población desocupada, entre las mujeres de 14 a 29 años la tasa de desocupación mostró un ascenso de cuatro puntos (13,4 a 17,3 por ciento) y entre los varones de la misma edad, la tasa ascendió 2,6 puntos (de 11,5 a 14,1). Además, se incrementó el número de personas que están buscando trabajo desde hace menos de un mes y de quienes están en esa situación desde hace un mes y hasta tres meses.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, la doctora en Antropología Social (UNSAM) especializada en prácticas musicales en contextos urbanos Guadalupe Gallo abre el juego: “El dinero es una temática transversal a cualquier género musical. El deseo de estar mejor económicamente o de ambicionar un objeto no es propio de un tipo de género. Lo que nos tendríamos que preguntar es ¿por qué nos preocupa tanto eso? ¿Por qué nos inquieta que otros estén hablando, deseando y cantando metafóricamente sobre algo que pueden anhelar?”.
La investigadora afirma que bandas de rock (como Sumo) o tango también tienen letras que adulan al dinero y nombran marcas y plantea que no hay que ver esto de mala manera sino como la música como expresión y construcción de una identidad. “Así como en otro momento lo fue el mundo del trabajo, la música hoy es una de las principales vías por la que construimos nuestra subjetividad. Nos permite identificar quienes queremos ser, qué deseamos, qué no y qué no queda tan cercano a mi horizonte”, enfatiza.
Por su parte, Soledad López, directora de la Licenciatura en Comunicación Social de la UNQ especializada en culturas juveniles, aporta: “Hay que poner el foco en qué usos se hacen de esa música y no pensarla solo como mensajes comunicacionales. ¿Los jóvenes las escuchan para tener un momento reflexivo? ¿Afectivo? ¿O la recepción está centrada en la rima? De esa manera, podremos saber si las proyecciones o deseos están centrados en el dinero o esto pasa a un segundo plano“.
Asimismo, complejiza el análisis: “Más allá de las letras, los videos son centrales en la música y debemos ver las múltiples capas de información que presentan para discutir las valoraciones que hacemos de ellos“. En este sentido, ejemplifica con el video Top 5 de Duki, donde el cantante menciona marcas como Mercedes Benz o Christian Dior a la vez que grabó el video en el Museo Nacional de Bellas Artes. Al respecto, reflexiona: “Podemos analizar, ¿cuáles consumos son buenos y cuáles malos? ¿Quién dice que algo es ostentoso y quién plantea que hay que pensarlo como algo crítico?“.
No todo es lujo
Así como están quienes se rodean de billetes y éxitos en sus producciones musicales, otros artistas del género urbano, como Wos y Trueno, comparten mensajes en sus letras que dan cuenta de cuestiones sociales, como la falta de respuestas de los diferentes gobiernos de turno, desapariciones forzadas y la realidad de los barrios. “Estas expresiones pueden tomarse como resistencia pero también como prácticas políticas. Debemos leerlas y recogerlas como expresiones culturales con gran contenido político”, manifiesta Gallo ante la Agencia.
López agrega: “El concepto de ‘resistencia’ me hace ruido porque implica que hay una fuerza opresora y un ‘ser mientras’ sucede tal cosa. Considero que este tipo de artistas se alejan de la idea de hablar de marcas y somos quienes los escuchamos los que tenemos distintos grados de compromiso con los repertorios y mundos estéticos que proponen. Ni todos los pibes están en esa, ni tampoco todos los que escucharon Almendra y Sui Generis fueron hippies”.
De esta manera, el género urbano plantea realidades de unos pocos, anhelos de muchos y demandas políticas y sociales de varios, a la vez que abraza la diversidad de temas y se filtra entre las juventudes para despertar intereses, deseos y necesidades de cambio.