Una ciencia ¿abierta?: los obstáculos que impiden producir conocimiento al alcance de todos
La investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes, Cecilia Jarne, intercambió experiencias en un workshop en China que indaga sobre problemas como la falta de estándares o los diferentes idiomas.
Los diferentes idiomas, las suscripciones pagas a revistas científicas para acceder a los artículos o publicar en ellas, así como la falta de un estándar de escritura que impide la lectura clara de los papers son algunos de los factores que dificultan el acceso y la producción de un conocimiento científico universal. En este marco, la investigadora adjunta del Conicet y de la Universidad Nacional de Quilmes, Cecilia Jarne participó del evento “2024 Training Workshop on Scientific Data Standards and Technology”, celebrado en Beijing, donde se remarcó la necesidad de producir datos e información abierta a toda la comunidad científica y el público en general.
“Por distintas cuestiones o convenios hay lugares donde los datos son privados. El problema es que después se publica sobre eso que no se puede leer, entonces no se tiene acceso totalmente transparente al material que se usó para llegar a una conclusión”, explica Jarne a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ. Además, la doctora en Física comenta que otra dificultad es la falta de un tipo de formato estándar universal para los metadatos y los identificadores de papers. Lo primero refiere a la información sobre los datos generados en una investigación (como por ejemplo, cómo se obtuvieron los resultados o qué procesos se hicieron), y lo segundo alude al número que distingue un artículo de otro.
“Tanto los metadatos como los identificadores no están estandarizados a nivel mundial. Por lo cual, cada país o institución científica utiliza un formato propio. En el caso del Conicet, por ejemplo, no se utilizan identificadores universales lo que limita su accesibilidad internacional”, declara. Además, gran parte de los repositorios de artículos están en español, lo que restringe aún más su alcance global. “Este tipo de limitaciones dificultan el descubrimiento de datos e información en un contexto global”, agrega Jarne.
Así, por ejemplo, China ofrece material abierto a la comunidad de todo el mundo pero no está traducido al inglés; de la misma manera que no se posee acceso a aquello producido en África. Sucede que si todas las instituciones científicas del mundo no pueden acceder a la producción de conocimiento que se hizo en otro país, no se alcanza el ideal de una ciencia global. Sumado a que algunas veces se deben empezar de cero algunas investigaciones para verificar si se llega a los mismos resultados. El problema es internacional y local: la científica agrega que el repositorio del Conicet se restringe sólo a dicha institución y no incluye el conocimiento generado en otros espacios.
“Es importante conseguir financiamiento para crear nuestros propios repositorios y bases de datos. El contexto cultural y político actual de Argentina dificulta profundamente la práctica científica ya que el gobierno desfinancia y desprecia las instituciones”, declara Jarne. Y completa: “Sin embargo, este es un momento propicio para aprovechar la autonomía de las instituciones argentinas y establecer alianzas estratégicas nacionales e internacionales que permitan abordar problemas comunes de las diferentes regiones. Lugares como China o la mayoría de los países de Latinoamérica comparten desafíos relacionados con el uso de datos e información para mejorar la seguridad alimentaria, la salud, la educación y el desarrollo científico”.