Omar Quiroga, guionista de El Marginal: “La sociedad necesita la ficción para no desaparecer”
En la víspera del estreno de la última temporada, el docente de la UNQ cuenta sobre el furor de la serie y describe el escenario actual de la producción audiovisual nacional.
A pocas horas del estreno de la quinta y última parte de la serie El Marginal, producida por Underground Producciones, la Agencia de Noticias Científicas dialogó con Omar Quiroga, guionista de la serie y profesor de la Tecnicatura Universitaria en Producción Digital de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). De manera reciente, El Marginal 4 —protagonizada por Juan Minujín y Nicolás Furtado— ganó tres Premios de Oro New York Festivals TV & Film Awards al mejor drama, mejor guion y mejor edición; los Premios de Plata al mejor diseño de sonido y mejor miniserie; y el Premio de Bronce al mejor trabajo de cámara.
Hay algo que queda claro: son los mejores entre los mejores. En esta entrevista, Quiroga arroja pistas para entender por qué.
–¿Qué significado tienen estos premios para usted?
-Es un gran reconocimiento de la industria, que se da en paralelo a un éxito muy grande de audiencia que vive El Marginal desde su primera temporada. De hecho, se está por lanzar la quinta parte y el público no paró de crecer. Nuestra ficción accedió a un público más amplio gracias a las plataformas y se adaptó muy bien.
–¿Cómo es la relación con la audiencia?
-Es muy diverso el público que mira El Marginal, tiene diferentes status, estilos de vida y recursos. Esto se debe a que hay una empatía entre los personajes de El Marginal y el público. Los personajes son queribles y la gente los hace suyos porque los ve en estado de deseo de libertad. Además, la serie juega con varios factores: el morbo, la perversión, el amor y el peligro. Llama la atención ver que a otro le hacen lo que a uno no le gustaría que le hicieran. Todo eso genera un furor sostenible a lo largo de todas las temporadas y que esperamos que se mantenga.
–¿Por qué se genera esta empatía entre público y personajes?
-Porque uno tiende a pensar que estar encerrado es la peor suerte que te puede tocar. Algunos piensan que los presos deben quedarse veinte años adentro; otros ven esto como algo más relativo. Incluso, últimamente se cuestiona cuánta eficacia tiene encerrar a las personas con la idea de mejorarlas. Justamente, El Marginal trata de eso: qué le pasa a la gente privada de su libertad. Esta serie está hecha del imaginario que todos construimos —con información y con mucha fantasía— acerca de qué pasa dentro de una cárcel. Lo que queremos y lo que entendemos que la cárcel debe ser.
–¿Y cómo ve la relación entre la sociedad y la ficción en general?
–La sociedad necesita la ficción para no desaparecer. Necesitamos poder contar nuestras historias para saber quiénes somos. No averiguamos nada de nosotros si solo miramos las historias que fabrica otra gente. Tenemos una historia de raíces perdidas. Entonces, no sólo podríamos contar nuestra realidad, sino recuperar nuestra historia y borrar algunos sustitutos que ocupan el lugar de lo que realmente sucedió.
Ficción y política
–El Marginal 1 fue premiado con el Premio Nuevas Miradas de la UNQ, del cual usted fue Productor Ejecutivo, ¿cómo surgió este premio?
-Hacia 2010 el Estado invirtió muchísimo dinero en la producción de ficción y contenidos audiovisuales. En este contexto, junto con el actual rector de la UNQ, Alfredo Alfonso, el profesor Carlos Castro y Cristian Jure, tuvimos la idea de hacer un galardón que fuera una alternativa (pero no una competencia) a los premios audiovisuales, como el Martín Fierro. Se buscaba premiar el enorme volumen de producción audiovisual que había en el país en ese momento. Claro que esto decayó con el macrismo, que veía a la producción y el imaginario cultural nacional como una cosa de segunda. Seguido a esta crisis, vino la pandemia.
–¿Cómo está el sector actualmente? ¿Hay una recuperación?
-Si y no. Al estar todo más concentrado, con la llegada de plataformas y la pandemia, es más difícil. De a poco, se empieza a recuperar pero hay una necesidad de que se fomente nuevamente la producción nacional. Hubo una pequeña iniciativa con el programa Renacer pero no alcanza. Para decirte con claridad: en este contexto, no podemos volver a armar un Premio Nuevas Miradas, no hay con qué.
Radio, TV y cine
–Si hablamos de política y gobiernos, su carrera inició a fines de los ‘80 haciendo humor político con Pedro Saborido…
-Con Pedro ofrecíamos un contenido radial que trataba de satirizar cuestiones políticas, sociales y demás. Empezamos al final del primer período democrático después de una dictadura feroz. El final del gobierno de Alfonsín fue muy convulsionado y se presentaba apto para hacer contenido humorístico. El público al principio creía que éramos periodistas, pero después entendió la sátira y le gustó.
–De la radio hizo un salto a la televisión con Tato Bores, ¿cómo fue esa experiencia?
-Me tocó trabajar y aprender con Tato, que era alguien que sabía muchísimo y que te brindaba eso con una generosidad enorme. Aprendí mucho en esa época porque él había iniciado como monologuista del teatro, entonces adquirí conocimientos súper complejos e importantes.
–Más tarde pasó a la gran pantalla de la mano de Leonardo Favio con “Perón, Sinfonía del sentimiento”…
-Favio era una persona especial y es uno de los directores más importantes del país. Salimos con esa obra cuando el peronismo que estaba en el gobierno era el menemismo, cosa que aborrecíamos. Pero trabajar con Leonardo fue descubrir al peronismo mientras lo contábamos, porque él había vivido esa historia desde el minuto cero. No todo el mundo tuvo la posibilidad de trabajar con esta gente, sé que soy un privilegiado.