Etiquetado frontal: “Es la primera vez que se tocan los intereses de la industria alimenticia”

La medida comenzará a implementarse a partir de este sábado. Busca advertir a los consumidores sobre los excesos de componentes nocivos para la salud.

Se busca aportar información nutricional, garantizar su derecho a la salud y a una alimentación adecuada, y prevenir la malnutrición en la población. Créditos: Revista Internos
Se busca aportar información nutricional, garantizar su derecho a la salud y a una alimentación adecuada, y prevenir la malnutrición en la población. Créditos: Revista Internos

A partir de este sábado los alimentos y bebidas sin alcohol que contengan en exceso componentes críticos para la salud deberán llevar un sello en su envase con la advertencia por cada nutriente, por ejemplo, “exceso de sodio”, “exceso de azúcares” o “exceso en calorías”. En el marco de la ley 27.642 conocida como ley de etiquetado frontal, se busca aportar información nutricional a los consumidores, garantizar su derecho a la salud y a una alimentación adecuada, y prevenir la malnutrición en la población. En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Marcelo Rubinstein, director del Instituto de Genética y Biología Molecular (Ingebi), afirma: “Las enfermedades derivadas de la mala alimentación representan uno de los principales problemas de salud mundial. Es la primera vez que se hace algo concreto y se tocan los intereses de la industria alimenticia”.

Según los últimos datos de la OMS, 1900 millones de adultos y 41 millones de niños tienen sobrepeso o son obesos. A nivel doméstico, más del 50 por ciento de la población argentina tiene exceso de peso. En el sitio web del ministerio de Salud advierten: “Es un problema de salud crónico, no aparece en un día ni se soluciona en una semana”. 

En este marco, Argentina se suma a un número reducido de países que ya cuentan con esta medida. “Chile fue el primero en aplicarla y se logró disminuir drásticamente el consumo de bebidas azucaradas y de paquetes o productos envasados con una gran cantidad de octógonos negros”, ejemplifica Rubinstein. 

Cómo se aplicará

El etiquetado se basa en un sello de advertencias en forma de octógono de color negro, con borde y letras color blanco y en mayúsculas. Su tamaño debe ser no inferior (5 por ciento) al de la superficie de la cara principal del envase, y no debe estar cubierto ni parcial ni totalmente por otro elemento.

“El uso de octógonos se definió después de un gran debate. La pregunta era qué le produce a la persona consumidora la visualización de un cartel en el producto y resulta que, según estudios, el octógono negro con letras blancas es el que más rápido se percibe como una señal de alerta”, explica el especialista, y continúa: “En otros países se usa un semáforo de colores que pasa muy desapercibido. Este tipo de símbolos eran los más defendidos por el lobby empresarial y algunos médicos que querían evitar el etiquetado”. 

Asimismo, aquellos productos que llevan un sello de advertencia no pueden incorporar en sus envases información nutricional complementaria, logos o frases con el aval o patrocinio de sociedades científicas, promesas de participación en concursos o eventos con la compra de productos, dibujos animados, deportistas ni ningún parecido.

El lobby empresarial

La ley de etiquetado frontal se propone combatir la malnutrición. Parte de la responsabilidad corre por cuenta de las empresas alimenticias y la publicidad: quienes producen y hacen campaña para aumentar el consumo de los comestibles ultraprocesados. 

“Comer estos alimentos de manera aislada no es un problema, el problema es cuando constituyen una parte basal de la ingesta de comestibles en personas. En las últimas décadas se produjo una tercerización de la alimentación”, manifiesta Rubinstein. Según plantea el especialista, las personas dejaron de comprar los alimentos y cocinarlos para, directamente, comprar enlatados. 

De esta manera, se produce la tercerización de los alimentos: “Ante el progreso de la tecnología y la calidad de las industrias, se cree que todos los cambios son positivos. Sin embargo, con la industria alimenticia no pasa eso. Ahora nos venden más productos ultraprocesados que no sabemos qué contienen y es por eso que el etiquetado viene a alertar el exceso de componentes nocivos”, subraya Rubinstein.


Marcelo Rubinstein. Créditos: Conicet

“Ahora nos venden más productos ultraprocesados que no sabemos qué contienen y es por eso que el etiquetado viene a alertar el exceso de componentes nocivos”.

— Marcelo Rubinstein, investigador superior del Conicet.

Un cambio esperanzador

El experto considera que el etiquetado frontal es un primer paso pero no alcanza ya que “el sellado nos advierte pero no sabemos qué hacer frente a eso, ¿no lo comemos? ¿comemos menos? ¿con qué reemplazo este alimento? Falta un diseño de política educativa que deben hacer en conjunto el ministerio de Salud y el de Educación. La información debe estar en todos lados”. 

De todas maneras, sostiene “es un paso contundente. Lo que hoy nos parece normal, como familias que toman bebidas azucaradas durante las comidas y pensamos que eso no va a cambiar, capaz que sí. Como fue con el cigarrillo: antes fumaban absolutamente todos en lugares cerrados, ahora no fuma nadie y los paquetes te traen imágenes que son terribles. Este cambio es esperanzador”.

La medida comenzará a regir a partir del 20 de agosto y quienes no la cumplan tendrán sanciones, que pueden ir desde el apercibimiento y las multas hasta la clausura del establecimiento.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).