Pobreza menstrual: qué es y por qué es necesario combatirla

En Argentina hay 12 millones de personas menstruantes pero no todas acceden a los productos de higiene. Avances y deudas en materia legislativa y social.

"Visibilizar la ciclicidad menstrual colabora con la soberanía del cuerpo", afirma la especialista en género, Karina Felitti. Créditos: iStock
“Visibilizar la ciclicidad menstrual colabora con la soberanía del cuerpo”, afirma la especialista en género, Karina Felitti. Créditos: iStock

Escocia fue noticia por convertirse en el primer país del mundo en dar acceso gratuito a productos de higiene menstrual. A partir de ahora, estos podrán encontrarse en clubes juveniles, farmacias y centros comunitarios. El hecho significa un avance y un ejemplo para el resto del mundo si el objetivo es acabar con la pobreza menstrual. Ahora bien, ¿qué es esto y por qué es necesario combatirla?

En Argentina, más de 12 millones de personas menstrúan, esto incluye: niñas, adolescentes, mujeres, personas trans y no binarias. Según plantean Unicef y la OMS, una gestión de higiene menstrual saludable y digna se da cuando las personas poseen acceso a información sobre la menstruación y la higiene, a productos de gestión menstrual (como toallitas, tampones o copa menstrual) y a instalaciones sanitarias adecuadas.

Pero la realidad es muy distinta y, en su lugar, la menstruación representa un factor más de la desigualdad de género. En los contextos de menos recursos económicos, existe la “pobreza menstrual” o “de período”, que refiere a la imposibilidad de comprar productos como tampones, toallitas o copas menstruales. Según Amnistía Internacional, una de cada cinco niñas en el mundo sufren la pobreza de período. Además, según la Dirección de Economía, Igualdad y Género (DNEIyG), el costo anual de menstruar se encuentra entre $4.028 y $5.135, dependiendo de si se utilizan toallitas o tampones.

En este marco, la menstruación es un eslabón más de la cadena de desigualdad ya que las personas menstruantes tienen un costo económico extra para lograr acceder a los productos de gestión menstrual. Así, la calidad de vida de dichos sectores sociales se ve afectada en aspectos como la educación, el trabajo y la salud: se ausentan en los establecimientos educativos o laborales, recurren a alternativas no higiénicas para gestionar su menstruación y que pueden afectar su salud, como el uso de trapos o diarios, y no acceden a un ambiente sanitario limpio y seguro para higienizarse. 

Soberanía del cuerpo

“Me vino”, “vino Andrés”, “estoy indispuesta”, “estoy en esos días”: ¿cuántas otras maneras hay de decir “estoy menstruando” sin decirlo? La invisibilización de la menstruación da cuenta de que aún hoy existen estigmas alrededor del período. El no hablar del ciclo menstrual también afecta a las personas ya que las arriesga a ser motivo de burla, o sentir miedo o vergüenza. En ese sentido, nuevamente aparece un motivo para ausentarse de los establecimientos educativos o laborales e interferir en su vida cotidiana.

No obstante, la especialista en género, Karina Felitti explicó a la Agencia de Noticias Científicas UNQ que poco a poco esto está cambiando. “Los y las jóvenes de hoy viven la menarca (primera menstruación) de otra manera. Ellos cuentan con más información gracias a la difusión de ideas feministas, las redes sociales y las nuevas publicidades de productos que son más inclusivas. A veces sucede que una nena se mancha y mientras va a cambiarse, el compañero limpia el asiento. Eso antes no se veía”, describe.

De todas maneras, Felitti va un poco más allá y considera que es importante conocer el ciclo menstrual en su totalidad y no centrarse únicamente en la sangre. “Hablar del ciclo menstrual implica hablar del climaterio o la menopausia, y no solo de la menarca. Visibilizar la ciclicidad menstrual colabora con la soberanía del cuerpo”, destaca.

No es solo cosa de mujeres

Las personas menstruantes no solo son las niñas, adolescentes y mujeres, ya que los hombres trans y las personas no binarias también menstrúan. Felitti explica que la visibilización de la menstruación de hombres trans y personas no binarias “está en un momento de transición”: “antes ni se pensaba que los hombres menstruaban, pero ahora sí. Obvio que falta mucho pero hay un esfuerzo por visibilizar todo esto”.

Además, en Argentina, según un informe del ministerio de Economía y Unicef, se presentan algunos avances en materia de gestión menstrual. Por ejemplo, se sancionaron leyes de acceso igualitario a la gestión y salud menstrual en Tucumán, San Luis, Catamarca y Chaco, y se lanzaron programas de distribución gratuita de productos de gestión menstrual y/o descuentos en las compras de estos productos en La Rioja y Misiones.

Pensar que la menstruación es solo algo que corresponde a aquellas personas que menstrúan es no hablar del rol que tiene el Estado en promover políticas que garanticen el acceso a los productos de higiene y a la infraestructura adecuada.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).