La lupa en los discursos: ¿Qué hay detrás de las palabras de Cristina, Larreta y Milei?

La docente de la UNQ, Ana Aymá, detalla qué identidad construyen los dirigentes políticos y advierte sobre cómo el negacionismo ataca la memoria y los derechos humanos.

Los análisis de los discursos políticos sirven para dar cuenta qué objetivos hay con lo que se dice, lo que no se dice y lo que se muestra.
Los análisis de los discursos políticos sirven para dar cuenta qué objetivos hay con lo que se dice, lo que no se dice y lo que se muestra.

En un discurso político los gestos, las imágenes y lo que se dice –pero aún más lo que no se dice– construyen la identidad de los y las dirigentes. En un contexto de polarización entre el oficialismo y la oposición, la Agencia de Noticias Científicas UNQ consultó a Ana Aymá, analista de discurso y docente de dicha institución, acerca de cómo construyen su imagen la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el Jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y el legislador liberal, Javier Milei.

La especialista, junto con el investigador Mariano Dagatti, lanzó en 2019 “La política en escena”, un compilado de estudios de diversos autores que analizan los discursos durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, las campañas, el debate presidencial y la posterior gestión de Mauricio Macri. Aymá cuenta que una de las diferencias discursivas sustanciales entre ambos radicó en la relación que se construyó con el sector social representado. 

El libro compila artículos de Ana Aymá, Mariano Dagatti, Sara Pérez, Rocío Flax, María Paula Onofrio, Mariana Gómez Triben, María Belén Fernández, Carolina Franco Häntzsch y Ana Slimovich.
El libro compila artículos de Ana Aymá, Mariano Dagatti, Sara Pérez, Rocío Flax, María Paula Onofrio, Mariana Gómez Triben, María Belén Fernández, Carolina Franco Häntzsch y Ana Slimovich.

La construcción macrista de un “nosotros” fue totalmente diferente a la que articulaba el kirchnerismo con los sectores populares. Mientras que las escenas de contacto entre partido-pueblo con el segundo se daban en el espacio de actos políticos tradicionales, Macri tuvo varias dificultades para lograr la construcción de una identidad política”, explica Aymá.

Los obstáculos se hicieron presentes a la hora de salir de su lugar de elite originario y acercarse al resto del territorio. El timbreo, las visitas al “vecino” o la “vecina” del barrio, imágenes donde se lo ve pisando el barro o asistiendo a la casa que no tiene asfalto, son algunas de las técnicas que usó el expresidente para poder construir una imagen política que lo acerque con el pueblo. Aymá subraya que “usa la imagen de recepción de esos humildes pobladores que se ven honrados porque el líder ha pisado el patio de su casa. Esto se da en una situación de pocas personas, con todo bajo control”.

El apoyo popular como punto de inflexión

Las palabras conllevan acciones y, en ese sentido, los análisis de los discursos políticos sirven para dar cuenta qué objetivos hay con lo que se dice, lo que no se dice y lo que se muestra. La investigadora explica que “se puede hacer teoría de todos los discursos, pero luego se debe ver qué sucede en la historia”.

En esta línea, subraya que en términos discursivos, “la vicepresidenta se sustrae a todo cálculo” al utilizar diferentes variables como la gestualidad, la escena, lo lingüístico-discursivo y la construcción del destinatario. A su vez, cita como ejemplo la disputa por la senaduría entre Cristina Fernández de Kirchner y “Chiche” Duhalde en 2005. En aquella ocasión, la segunda ensayó un discurso dirigido al peronismo, a un “nosotros ya preconstruido”, mientras que Kirchner “organiza un discurso con una matriz racional: qué era lo que convenía para la nación y el ‘gran conjunto de los ciudadanos’, con datos y argumentos. Ella no hace un discurso de fidelización sino de ampliación”, cuenta.

En este sentido, la líder del kirchnerismo organiza sus discursos con una lógica emocional y afectiva, que parte de un “nosotros” frente a un “ellos”, y una dimensión argumentativa en la que “construye su lugar como sujeto que sostiene lo que dice en base a evidencias, es decir, ‘no importa de qué partido político seas, acá te traigo pruebas'”.

La vicepresidenta amplía su defensa en la "Causa Vialidad". Foto: Télam
La vicepresidenta amplía su defensa en la “Causa Vialidad”. Foto: Télam

Con este liderazgo en mente que construyó el kirchnerismo a lo largo de años, la persecución judicial que sufre la vicepresidenta, en palabras de Aymá, “hizo emerger al pueblo”: “El pueblo no es una entidad preconstruida que se da por hecha, sino que es el acontecimiento histórico el que construye la emergencia del pueblo. Ante la aparición de un antagonismo que amenaza a una líder popular, surge un pueblo que se siente representado con ella”, sostiene la investigadora.

Además, el canto popular “si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar” era, hasta el momento, sólo una teoría. En otras palabras, nadie sabía qué iba a suceder si le “hacían algo” a la vicepresidenta, “podría no haber pasado nada, pero pasó. Entonces, el acontecimiento histórico se condice con la teoría. Esto es un “punto de inflexión” para el escenario político discursivo que se venía dando”, enfatiza.

La incorrección como fórmula

De la vereda de enfrente, Cambiemos logró avanzar en la construcción de una identidad política y en la representación de un determinado sector de la sociedad. No obstante, no se posiciona como el único partido de la derecha: el liberalismo con Javier Milei a la cabeza y su discurso radicalizado hace que el macrismo aparente ser más moderado. 

A partir del lineamiento de que el lenguaje es performativo y la palabra enuncia una acción, “la derecha se posiciona desde adentro del juego democrático pero también en el borde”, explica Aymá. Y continúa: “hay un discurso que le quita valor a las instituciones democráticas constantemente, y un comportamiento que le corresponde, como ganar una banca pero no asistir a legislar o rifar el sueldo”.

El discurso de la derecha de Milei expresa de manera explícita su ideología: determinados sectores sociales, como mujeres y disidencias, merecen desprecio. “Se autoperciben superiores bajo una clave de incorrección política que se reinventa mediante un discurso político frontal y que no está sujeto a ningún corset de ideología“, interpreta Aymá. De esta manera, “se corren los límites de lo decible” y este tipo de discursos se ve replicado en otros espacios, como los medios de comunicación.

Personas como Trump, Bolsonaro o Milei tienen un ‘estilo’ de decir las cosas que efectivamente es redituable políticamente y es hasta novedoso. ¿Qué hay ahí? ¿Cuál es el objetivo de decir todo? ¿Cuáles son las estrategias discursivas que efectivamente logran generar adhesión en esas interpelaciones tan agresivas y violentas? Desde la teoría buscamos categorías que nos permitan analizar esto”, plantea Aymá.

Larreta, el moderado

Al lado de figuras como Milei, la derecha de Horacio Rodríguez Larreta parece más moderada. “En su política hay una reproducción de las condiciones de desigualdad y marginación pero no hay un discurso que busque abiertamente construir una figura de quien se planta”, detalla Aymá.

Así, dentro de la alianza surgen diferencias, como las de Patricia Bullrrich y el Jefe de la Ciudad, aunque en la práctica pueden observarse algunas similitudes. Sin ir más lejos, esto se puede ver en el poder otorgado a las fuerzas de seguridad que dio Bullrrich durante su gestión como ministra de Seguridad. El mismo poder que ejerció la institución policial el último fin de semana en los alrededores de la casa de la vicepresidenta con la represión a militantes y dirigentes políticos.

La compiladora de “La política en escena” sostiene: “No son fenómenos separados, lo que sucede en el discurso impacta en la práctica. Se da un corrimiento hacia la derecha en términos discursivos y de todo el arco político. La discursividad pública política genera una transformación en la sociedad”.

El ataque a la memoria

Según plantea Aymá, el hilo conductor de los discursos de los partidos de derecha es el negacionismo y el ataque sistemático a la memoria y los derechos humanos. Esto se puede ver en prácticas como negar los 30 mil desaparecidos de la última dictadura cívico-militar y crímenes de odio por razones de género, en el intento por aplicar el 2×1 para genocidas, en las bolsas de óbito colgadas en Plaza de Mayo con el nombre de Estela de Carlotto (entre otras personas) y “en hacer caso omiso a una serie de evidencias para llevar adelante un juicio por corrupción”.

Si no estamos alertas a los diferentes ataques en términos discursivos y de práctica, pueden dar contra la memoria, la verdad y la justicia, que consolidan el suelo desde donde se levantan distintas luchas éticas y morales, como por ejemplo: mantener en pie la democracia”, destaca.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).