Las ciencias en Argentina: ¿cómo se eligen los temas de investigación?
Por Daiana Romero*
La pandemia de covid-19 marcó un momento histórico en el que, justamente, surgieron muchas preguntas sobre las ciencias. También fue una etapa donde valoramos mucho más (y de forma repentina) la creación de conocimiento científico y el desarrollo tecnológico, al mismo tiempo que quedó en evidencia cuánto los desconocemos. El incansable trabajo científico que provocó la crisis epidemiológica, junto con desarrollos determinantes como las vacunas contra el Sars-CoV-2, nos permitieron conocer un poco más sobre la tarea que realiza la comunidad científica y, en parte, sobre cómo se construye el conocimiento. Sin embargo, especialmente, al inicio de la emergencia, también nos colmamos de preguntas y dudas, por ejemplo, sobre el origen de la pandemia, los efectos secundarios de las vacunas y la eficacia de las mascarillas, entre muchas otras.
Las opiniones ambivalentes, las incertidumbres y el desconocimiento social sobre diversos aspectos de las ciencias no son nuevos ni exclusivos de la actual crisis sanitaria. Desde hace tiempo buena parte de las y los argentinos -al igual que ocurre en otros lugares del mundo- declaramos gran interés hacia la ciencia y la tecnología, y concebimos con prestigio la profesión. Sin embargo, como refleja la Quinta Encuesta Nacional de Percepción Pública de la Ciencia elaborada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina, también desconocemos las instituciones que las realizan y somos muy pocos los que declaramos interés por involucrarnos en aspectos políticos de la ciencia y la tecnología.
La poca cercanía ciudadana con las ciencias también alcanza a los temas que se investigan. No solo sabemos poco acerca de dónde se realiza la actividad científica, sino también sobre a qué tópicos y áreas se dedican nuestras ciencias. Parte de este desconocimiento se expresó en la polémica pública desatada en las redes sociales en 2018, en el marco del recorte presupuestario que sufrió entonces el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet), sobre los temas de trabajo de las ciencias sociales.
Si bien aquel debate quedó atrás, especialmente a la vista de los aportes de las ciencias sociales en la emergencia sanitaria, la inquietud y la curiosidad sobre qué se investiga, cómo se hace y por qué es importante, no solo son válidas sino que gozan de cierta vigencia.
Una sana competencia
Fernando Peirano, actual presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación y el Desarrollo Tecnológico y la Innovación explica, en el marco de una clase semiabierta que impartió este año en la Universidad Nacional de Quilmes, señaló que la cartera a su cargo “tiene el mandato de financiar las actividades de los científicos, a través de un formato que son los proyectos. Se postula una idea, una propuesta y se explica en qué se gastan los recursos. Luego se evalúa, se elige un porcentaje de las mejores ideas y de esa forma se otorgan presupuestos plurianuales para hacer lo que quedó aprobado en el plan de trabajo”.
Peirano destaca, además, las diferencias del proceso actual con el que existía hace algunos años: “Antes se asignaban fondos, se le daba al director de un instituto una cantidad de dinero sin mucha explicación sobre qué se pensaba hacer. Era una lógica más inercial. En la actualidad, se introduce cierta competencia que le hace bien al sistema porque permitió que haya muchos grupos de investigación destacados, tanto nacional como internacionalmente”.
Desde la perspectiva de las y los investigadores en formación, Bruno Bianchi, postdoctorando en el Conicet, señala que “a medida que uno comienza a investigar sobre una pregunta, van surgiendo otras que abren las puertas a seguir investigando más cosas. A partir de eso, por intereses personales, se puede ir eligiendo”. Por otra parte, Jorge Montanari, investigador del Conicet y docente en la UNQ, apoya la diversidad temática: “Es bueno que haya temas nuevos que no estén investigados de antes, así como también está bueno que una cierta porción de los temas se vincule con vacancias del conocimiento y problemas a resolver”.
Sociales y fundamentales
Montanari se expresó públicamente en esta misma línea cuando se desató la polémica por las investigaciones en ciencias sociales del Conicet. En su opinión, lo principal no es solo la diversidad de temas sino, además, la importancia que se le da a cada uno de ellos. El docente de la UNQ explica que el peso de las disciplinas es contextual y cultural. “Se mezcla el modelo de país que uno quiere y la comprensión de quienes autorizan los presupuestos, entre otras cosas. El contexto a veces impone cuál es la investigación que más importa, pero también hay gente que va a decir que todos los temas son importantes. Otra cosa es el rol que uno le quiera dar a la ciencia en la planificación y el desarrollo de un país. Si solo se trabaja en ciencia aplicada, no vas a estar en la generación de cosas disruptivas que nacen por la ciencia básica”.
Alejandra Zinni, actual vicerrectora de la UNQ, destaca el rol de las ciencias sociales tanto en la historia como en la actualidad: “Estoy convencida de que son fundamentales porque aportan una mirada diferente a la problemática de las ciencias exactas y naturales y, sobre todo, son importantes con respecto a la tecnología. Es interesante ver lo que pasó con las ciencias sociales en la pandemia, hubo proyectos interesantes que venían de las ciencias sociales que aportaron a una mirada integral de la problemática y de la salida de la misma”. Zinni sostiene que las ciencias sociales deberían tener más cruces con las ciencias exactas porque así “se construirá una mejor sociedad”.
Las preguntas sobre las ciencias y las tecnologías continuarán, posiblemente, de manera infinita (¡y es deseable que así sea!), pero siempre es reconfortable encontrar algunas respuestas, incluso parciales. Ahora sabemos que la agenda de temas de la ciencia argentina no se conforma a partir de un solo criterio, sino a partir de una convergencia de actores que son los que forman parte del sistema. Hay criterios administrativos y de financiamiento, pero también están relacionados con los gustos personales y la búsqueda de innovaciones. Es importante conocer este espacio de nuestra cultura para seguir creando preguntas, buscar más respuestas y, especialmente, para participar en las ciencias y tecnologías que queremos tener en el futuro.
*Estudiante del Taller de Comunicación de la Ciencia y Periodismo Científico de la Lic. en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes.