Caravanas migrantes: miles de personas enfrentan peligros en busca de una vida mejor

De Centroamérica a Estados Unidos, ¿cómo es la travesía para cruzar el Río Bravo? Los derechos humanos vulnerados y las promesas que nunca se cumplen.

Cerca de 600 migrantes realizaron la primera caravana de octubre de 2022 en México
Cerca de 600 migrantes realizaron la primera caravana de octubre de 2022 en México: Créditos: EFE / Hilda Ríos

Aunque no se ven a menudo, las imágenes se repiten a diario: miles de personas de a pie, hombres, mujeres, niñas y niños agolpados en un frontera, cruzando un río, durmiendo en un campamento o caminando sobre una ruta. Se trata de migrantes forzados, en su mayoría centroamericanos, que buscan llegar a Estados Unidos de la única forma que pueden. La pobreza, el cambio climático, la violencia, el narcotráfico y las amenazas son algunas de las causas que empujan a estos grupos a arriesgar sus vidas por un objetivo que ni siquiera está asegurado. Según datos de la ONU, 728 migrantes murieron en 2021 tras cruzar la frontera con EE.UU.

“Desde hace décadas, en América central existen flujos migratorios muy grandes. En nuestra región no se trata tanto el tema y se cometen muchas violaciones a los derechos humanos. Es gente que no tiene opción de quedarse, tiene que marchar sí o sí”, destaca Érica Sarmiento da Silva, coordinadora del Laboratorio de Estudios de Inmigración de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (UERJ), en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ tras presentar en la Universidad su libro Migraciones forzadas, resistencia y perspectivas. América Central, México y Estados Unidos 2016-2020.

Cerca de 100 migrantes por hora intentan cruzar el Río Bravo desde Ciudad Juárez y esconderse de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. Solo en julio de 2022, la patrulla fronteriza arrestó a 50 mil personas. Este no es el único peligro; en septiembre fallecieron ahogados al menos nueve migrantes luego de una crecida del Río.

Sin embargo, ahogarse en el Río Bravo o ser arrestados en EE.UU. son los dos últimos peligros que corren. “Uno piensa que migrar es salir de su casa y llegar a un sitio, pero es un tránsito. Es una travesía por tierra donde estas personas sufren muchas violencias, pasan meses caminando, enfrentando todo tipo de privaciones, robos, secuestros, violencias sexuales e incluso la muerte. Hay trata de personas y grupos criminales que sacan provecho de esta situación”, señala Sarmiento, quien fue invitada por la Unidad de Investigación y Extensión sobre Estado, Ciudadanía y familias (ECiFa) de la UNQ.

Érica Sarmiento da Silva durante su charla acerca de migraciones forzadas desde Centroamérica hacía México y Estados Unidos. Créditos: Nicolás Retamar

Política anti-derechos

Valiéndose de su poderío, Estados Unidos implementó diversas políticas para frenar la entrada de migrantes y violar un derecho básico reconocido mundialmente. Desde la ampliación de los muros hasta acuerdos con México, Guatemala, Honduras y El Salvador para que sean sus fuerzas de seguridad las que prohíban el tránsito y frenen los desplazamientos. Beneficiados con acuerdos comerciales, estos países se convierten en las nuevas fronteras de EE.UU. Así, la migración es moneda de cambio y los seres humanos son instrumentalizados.

En este contexto, la pandemia funcionó como una excusa para limitar aún más la llegada de migrantes. La frontera epidemiológica supo ser efectiva y con el Título 42, un artículo de la década de 1940 que recuperó el gobierno de Donald Trump, se expulsó de forma inmediata a miles de personas. Repatriaciones exprés y delivery de seres humanos estuvieron a la orden del día.

También, cuando lograban ingresar a Estados Unidos, los niños eran separados de sus familias y enviados centros de detención inhumanos. La administración de Trump fue la que más encarceló, enjauló y separó a niños de sus familias. “No solo los separó y metió en cárceles a responder delante de un juez, sino que la policía nunca registró los nombres de los padres, quedando totalmente incomunicados. Es un trauma que va a pervivir por generaciones, nadie será responsabilizado por eso y no habrá culpables, solo víctimas”, cierra Sarmiento.

Así, muchos migrantes quedan en territorio mexicano a la espera indefinida de una posibilidad de refugio. En la inmensa mayoría de los casos, la respuesta no va a llegar o será negativa. Entonces, México ya no es solo un país de tránsito sino un lugar de recepción de migrantes. Esto se debe a que las personas de las caravanas no tienen ni alternativa ni posibilidad de volver a sus países.


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Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.