“El índice de abuelidad permitió usar la ciencia para defender los derechos humanos”
En el 45° aniversario de las Abuelas de Plaza de Mayo, el genetista Víctor Penchaszadeh cuenta en detalle cómo fue la investigación para identificar nietos y nietas.
El genetista argentino Víctor Penchaszadeh participó en la creación del primer índice de abuelidad del mundo, que permitió identificar a 130 nietos y nietas que habían sido apropiados durante la última dictadura cívico-militar. Su propia historia fue de novela: de hecho, en 1976, debió exiliarse junto a su familia tras un intento fallido de secuestro. A 45 años del nacimiento de Abuelas de Plaza de Mayo, Penchaszadeh conversa con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ sobre cómo fue la investigación para avanzar en ese desarrollo clave. Además, destaca que “la ciencia debe responder a las necesidades sociales”.
-¿Qué recuerda de aquel encuentro con las Abuelas de Plaza de Mayo a principios de los 80’s?
-Nos encontramos en el 82′. Las Abuelas estaban recorriendo el mundo en busca de algún método científico que les permitiera identificar a sus nietos. Pero la ciencia de la identificación estaba en pañales; todavía no había tecnología que permitiera analizar el ADN. Las pruebas de paternidad eran a través del estudio de marcadores genéticos, es decir, sitios específicos del genoma: se identificaban grupos sanguíneos, proteínas plasmáticas y antígenos de histocompatibilidad. Pero lo que buscaban las Abuelas era nuevo. Hasta el momento nadie en el mundo había hecho un índice de abuelidad, nunca se habían testeado familias a las que les faltaba una generación.
-¿Cómo lo resolvieron?
-Se adaptó la fórmula de probabilidad del índice de paternidad a la de abuelidad mediante fórmulas estadístico-matemáticas muy complejas. Así fue como a finales del año 83′, dijimos ¡eureka! Salió la fórmula. Debían coincidir los marcadores genéticos con los de otra persona.
-Y así verificar si se confirma o rechaza el parentesco…
-Nosotros hablamos de inclusión y exclusión. Si hay compatibilidad entre los marcadores genéticos, se debe traducir el índice de inclusión: se realiza una técnica estadística para sacar el porcentaje de probabilidades de que haya un parentesco. Si no existe compatibilidad, se habla de exclusión. El índice de abuelidad es un índice de inclusión una vez que dio positivo, si da negativo no hay parentesco.
-¿Y cómo eligen los marcadores genéticos para analizar?
-Hoy en día se utilizan entre una y dos docenas de marcadores genéticos que son de tipo informativo. Se analizan marcadores que puedan coincidir con los de otra persona si es que son parientes. Se hacen cálculos matemáticos para ver la coincidencia.
-¿Cómo funciona esto en la actualidad en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG)?
-Ahora es todo automático. Se extrae el ADN de las personas a examinar, por ejemplo, por sangre o saliva. Luego, se pone en una máquina secuenciadora. Se amplifica específicamente la zona del marcador genético que se quiere analizar y se detallan las partes de ADN que encontró en ese segmento. La máquina compara el ADN del caso estudiado con todos los marcadores que tiene en la base de datos.
-¿En este caso lo compara con los datos de Abuelas?
-Exacto, de Abuelas y de las personas que buscan nietos, como primos, tíos, etc. Ellos dan sangre y se guarda en la base de datos, donde hay registradas más de 300 familias. Entonces, cuando alguien viene a averiguar y se extrae su ADN, la máquina recorre los marcadores genéticos de todas las personas y examina si hay inclusión. En caso de que no, se excluye como posible nieto; en caso de que sí, se da el “match”.
-¿Y ahí?
-Se somete a un estudio estadístico. Puede haber coincidencia, pero no tener valor estadístico porque es muy común en la población, o puede que la probabilidad de inclusión o de coincidencia sea alta y ahí encontrás un nieto o nieta.
Al servicio de la sociedad
-La genética dio respuesta a un problema que era la búsqueda de nietos y nietas. ¿La ciencia siempre debe involucrarse en las necesidades sociales?
-¡Obvio! Debe involucrarse porque cuesta. Por ejemplo, el Estado financia el BNDG y nosotros pagamos una cuota en forma de impuestos. La ciencia responde así a una necesidad social y eso debería ser así para todo experimento científico. Lo lógico sería que haya una priorización según la necesidad que responda. La ciencia debe estar siempre al servicio de la sociedad, ya sea en manos estatales o privadas.
-Se cumplen 45 años de Abuelas, ¿qué sensación le despierta su lucha y la posibilidad de haber sido parte de ella desde el inicio?
–Me despierta mi mayor admiración por la perseverancia, el valor y por no correrse del objetivo de encontrar a los nietos. Gracias a ese empuje es que se han encontrado hasta ahora 130 nietos. Se merecen diez mil premios, pero lo más importante es el reconocimiento social. Ahora, ¿cómo me siento yo? En las nubes, fue un parteaguas. Se han cometido muchas atrocidades en nombre de la genética, como el racismo o la esterilización forzada de personas con discapacidad en EEUU. Claro que no existe ciencia buena o mala, depende de quién la usa y para qué, pero en esa ocasión la genética se podía usar en favor de los derechos humanos. Y así fue.
“Si no terminaba bien, no contaba el cuento”
-Además, es una historia de la que usted fue parte porque estuvo secuestrado…
-Sí, fueron tres horas nomás, pero si no terminaba bien, no contaba el cuento. Fue el 19 de diciembre de 1975, estaba en el consultorio que trabajaba en ese momento. De pronto, entraron cuatro tipos de la Triple A, me vendaron los ojos, me ataron las manos y me taparon la boca. Me amenazaron todo el tiempo y me quedaron algunas secuelas, como dos fracturas de costillas. La amenaza principal era “si haces algo raro, sos boleta“. Dos se fueron a buscar el auto y los otros dos me intentaron meter en el falcón, agarrándome uno de cada brazo.
-¿Y cómo logró escapar?
–Tuve suerte. Era pleno centro y había mucha gente, yo pataleé, que era lo único que podía hacer, y me tiré al piso. Se ve que tuvieron miedo de que les saliera mal el operativo. Así que, decidieron tomarsela. A los dos días me fui a Venezuela y, dos meses después, vinieron conmigo mi mujer y mis dos hijos.
Fueron 30 mil
Hacia el final de la charla telefónica, el genetista comparte una anécdota: “Hace poco fui a ver la película ‘Argentina 1985’. Cuando terminó, la gente empezó a irse y yo dije ‘estas personas se van a comer una pizza y ya está’. Yo no puedo hacer eso, así que pegué un grito: ‘¡30 mil detenidos desaparecidos presente! ¡Ahora y siempre!’”
Si naciste entre 1975 y 1980 y tenés dudas sobre tu identidad, contactate con Abuelas.