Eial Moldavsky: “Convivimos con la incomodidad de saber que quizás no hay respuesta al final del camino”

Mientras limpia y ordena su casa, comparte reflexiones filosóficas sobre la vida cotidiana. La felicidad, la angustia y la soledad.

Uno de los formatos que utiliza Eial Moldavsky para difundir su contenido es "Filosofía en un minuto". Créditos: Mariana Roveda.
Uno de los formatos que utiliza Eial Moldavsky para difundir su contenido es “Filosofía en un minuto”. Créditos: Mariana Roveda.

En tiempos de urgencias, frenar un minuto para reflexionar y hacerse preguntas sobre la existencia, la felicidad, el amor o la angustia es todo un desafío. Sin embargo, es lo que hace día a día el filósofo Eial Moldavsky en sus redes sociales. A través de “Filosofía en un minuto” o charlas con famosos, el influencer capta la atención de sus más de 704 mil seguidores en Instagram y da clases de Sócrates, Badiou o Diderot. En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Moldavsky (que termina de procrastinar y entrega la tesis, según su biografía en redes) comenta: “La filosofía es un marco previo para pensar y habitar el mundo, y no para desconectarse de él”.

-¿Cómo surgió la idea de contar filosofía en las redes sociales?

-Estábamos hablando con mi viejo –el humorista Roberto Moldavsky– sobre qué hacen los filósofos si no quieren seguir el camino de ser profesores o investigadores. Es la gran pregunta que te hacen cuando estudias filosofía “¿de qué vas a trabajar?”. Y me quedó dando vueltas la idea de qué podía hacer. Entonces, se me ocurrió hacer un vídeo en redes y tenía las condiciones dadas para hacerlo: estaba leyendo un texto y mezclé la depresión del domingo y de estudiar. Ahí salió el primer video, que no me imaginaba que iba a tener el impacto que tuvo.

-¿Cuál es tu objetivo?

-Que alguien vaya a leer después, que profundicen. Que sea un disparador y no un punto de llegada.

-Grabás tus videos mientras haces las tareas de la casa, ¿se relacionan la filosofía y la vida cotidiana?

-Absolutamente. La filosofía se trata de los pasos para atrás que das con las cosas que hacés en el día a día, te hace profundizar en lo cotidiano. Se pregunta mucho por el amor, las amistades, la felicidad, la posibilidad de ser bueno o qué es la maldad. En definitiva, cuestiones que tienen que ver con las prácticas cotidianas y que la filosofía les da un marco previo para pensar y habitar el mundo, no para desconectarse de él. También hay temáticas que no tienen que ver con lo cotidiano, como las preguntas por el alma, la existencia de Dios o la existencia en general.

-Mencionaste que tu primer video surgió un poco con la angustia del domingo. En general, la gente le escapa al dolor…

-Es algo muy dañino, me parece instintivo y hasta razonable querer escaparle. Es muy difícil reivindicar el dolor. Todos coincidimos en que, una vez que pasa el dolor, este fue una fuente de información y nos permitió crecer al darnos herramientas nuevas. Entendemos su parte productiva, pero eso no quiere decir que uno quiera salir a buscarlo. La reivindicación del dolor tiene que ver con una construcción teórica de tratar de no dejarse ahogar, pero tampoco uno va a exigir sadomasoquismo.

-Enfrente está la felicidad, ¿crees que existe un mandato para ser feliz?

-Sara Asmet tiene una teoría muy linda sobre eso, en la que toma la felicidad como algo que prohíbe, limita o tapa el dolor que a veces tenemos y que hay que transitar para encontrar lo que de verdad queremos ser en el mundo. Si vemos la felicidad como algo que no tiene que ver con una expresión auténtica mía, sino con la reproducción de lo que me dijeron que me iba a hacer feliz, sí es un mandato hostil. Es muy exigente y muy frustrante cuando uno está mal y te hace sentir culpable. Ahora, después la felicidad es algo muy lindo. De la misma manera que no hay que hacer una invitación al sadomasoquismo, tampoco uno puede hacer un desarrollo en contra de ser feliz.

La soledad, todo un desafío

-Nuestra sociedad nos lleva cada vez a ser más individualistas, ¿se puede vivir en soledad?

-No. Al igual que el dolor, la soledad es inevitable y necesaria ya que es una fuente de información. Merece una reivindicación más amable que la que a veces recibe en charlas o sentidos comunes, pero no pensar que el mundo es un lugar mejor si arranca y termina en mí mismo. Hay una diferencia entre aprender a estar solo para conocerse y creer que la soledad es la mejor manera de habitar el mundo y que somos individuos que hacemos lo que queremos y no rendimos cuentas a nadie, lo que sería un reflejo del egoísmo.

-Ahora, ¿hay que aprender a estar solos?

Las generaciones que estuvieron antes que nosotros no tuvieron tanta oportunidad de habitar la soledad. Había quedado una idea de que la soledad era el fracaso de un modelo. En realidad, es algo que se aprende, pero merece un tiempo, un valor y una posibilidad de que funcione. Además, hay cosas que te da la soledad que no te las pueden dar el resto de las construcciones.

-¿Por ejemplo?

Hacerse preguntas profundas sobre uno, como pensar si lo que estoy haciendo es por voluntad o es por lo que me dijeron. Aprender a estar solo tiene que ver con esas conversaciones con uno mismo y con que creemos que sabemos pero, la soledad es mucho más desafiante de lo que parece. Todos decimos “nací conmigo, ¿qué puede pasar si estoy solo?”, y después descubrimos que estar solo es difícil y merece un aprendizaje.

El sinfín es una apertura

-La filosofía siempre se basó en hacerse preguntas y, quizás, muchas personas van en busca de respuestas. ¿Te pasó?

-¡Obvio! Y es una cagada. Es muy angustiante confesar que no sabemos. La filosofía no encontró respuestas, todos los modelos que quisieron ser cerrados fracasaron y tenemos que lidiar con eso. La gran cagada del marketing de la filosofía es que al final no te podemos prometer nada. Si uno quisiera narrar algo más positivo, diría que no es que no hay ninguna respuesta, sino que uno tiene la posibilidad de construir una propia. Son paliativos. Los filósofos tenemos que convivir con la enorme incomodidad de saber que quizás no hay ninguna respuesta al final del camino.

-De todas maneras, sirve para reflexionar…

-Sirve para darle una vuelta a las cosas, para que la cosa no esté resuelta y para pensar el mundo de otra manera. Más allá de la angustia, que no haya respuestas finales es una apertura: si no hay ninguna respuesta, está todo disponible. Lo único que no hay es el descanso de decir “ah, era esto”, no hay algo concreto. Pero también es una promesa, casi todos los ordenes de sentidos que quieras narrar a lo largo de tu vida son igual de incosistentes que los demás. Está la posibilidad de que no haya respuesta y ser libre.


Últimas noticias de la sección Sociedad:



¿Te gustó esta noticia? ¡Compartila!

Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).