Stand up científico: cuando la ciencia también causa gracia
Si tengo que hacer memoria y pensar cuando empecé a usar el humor para vincularme con las personas, me acuerdo del último día de la escuela secundaria. Tenían que venir nuestros padres para entregarnos el diploma y la regente del colegio tuvo la horrible idea de preguntar por qué no había podido ir mi papá. La idea es horrible porque si el padre de una chica de 17 años no está en el último día de su colegio secundario, la razón nunca es buena. En mi caso era porque había fallecido 5 años antes. Ante la pregunta: -¿Por qué no vino tu papá?, mi respuesta fue: “Se le complicó llegar, está un poco descompuesto”. Hubo risas de las personas que estaban alrededor y sabían mi situación y esa gracia logró dos cosas: la primera, que nunca más me olvidara del último día de clases y, la segunda, reírme de la Regente.
Todo chiste tiene una víctima. El punto de vista del humorista depende de la víctima que elija para sus chistes, por ejemplo, si las rubias siempre son tontas o las suegras insoportables, el humor va a ser machista. Muchas veces, las víctimas son más fuertes que el humorista, entonces el humor es un arma que les da poder a quienes resultan ser más débiles.
A la hora de usar el humor en la comunicación científica, pareciera ser que lo mas estricto es la ciencia, llena de normas y reglas; sin embargo, el humor no está libre de ellas. Un chiste tiene sus partes y el armado, muchas veces, tiene poco de espontaneidad. Todo comienza con una premisa que es simplemente una afirmación en la cual se va a apoyar el chiste, según explica Alejandro Angelini en su libro “Comedia zen”.
En el humor, tal como lo conocemos, la premisa tiene que ser verosímil, no necesariamente verdadera; alcanza con que sea creíble. Luego viene el pie que es la información necesaria que lleva hacia el remate, donde se debería producir la risa. En el remate ocurre la ruptura de la lógica de lo esperado, uno se ríe con la sorpresa. Por ejemplo, si camino del punto a al punto b, lo esperable es que lo haga sin problemas, pero si me tropiezo en el medio (y no me lastimo, claro), las risas van a aparecer porque se rompe la lógica de lo esperado. Hay muchas formas de hacer un remate y la búsqueda es lo que le quita espontaneidad, pero le suma eficacia.
En mis charlas solía hablar de Marie Curie; de hecho, fueron los primeros chistes que hice: me parecía muy importante dar a conocer el trabajo de mujeres científicas así que empecé por la mas obvia de todas. Lo que quizá mucha gente no sabía era que Marie había tenido dos hijas y que una de ellas, Irene, también fue galardonada con un premio Nobel. En mis chistes hablaba de la pobre Eve, la hija no premiada y decía algo así como: “-Qué difícil debe haber sido Eve Curie: tu mamá tiene Nobel, tu papá tiene Nobel, tu hermana tiene Nobel. Me la imagino llegando del colegio y contándole a Marie: Ma, me saqué un nueve en química. Y Marie que le contesta: ¡tu hermana se sacó un Nobel!”.
Llegar a ese remate de “tu hermana se sacó un Nobel” no fue un paso que logré dar de un día para el otro. Por el contrario, fueron muchas pruebas y cambios hasta dar con el mas efectivo. Y como me gustó, lo utilicé en mi primera charla en un evento Tedx Rio de la Plata, en Tecnopolis en octubre de 2017.
Humor científico en el mundo
En Argentina, la idea de mezclar ciencia con humor ya fue explorada gracias una iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología en el 2014. Gracias a esto se formó hace más de siete años el grupo Poper, una mezcla de científicos y científicas de diferentes ramas que son capaces de comunicar con humor disciplinas tan dispares como química, biología, matemática o astronomía. Hay que señalar también que no es la única iniciativa de este estilo. En España se formó Big Van Ciencia, un grupo de científicos guiados por el matemático Eduardo Saenz de Cabezón y en Uruguay también se formó Bardo Científico a partir de la experiencia de Poper en Argentina. Todas estas situaciones terminan con la demostración de que la comunicación de la ciencia puede ser tomada con humor sin necesidad de perder seriedad.
Detrás del humor, en general, hay una crítica; podría pensarse que el objetivo del humor es hacer reír, entonces los protagonistas son los remates. Sin embargo, en la comunicación científica, el objetivo es transmitir conocimientos e ideas, donde la risa está presente para simplificar el proceso; el protagonista en el humor científico no es el remate, sino el pie. Para poder hacer comunicación científica con el humor como herramienta, es imprescindible soltar la dependencia de la risa; las personas que escuchan no van a soltar carcajadas con frecuencia, pero eso no significa que el objetivo no se cumpla.
Comunicar ciencia es gratificante. Personalmente, elijo el humor porque no me imagino haciéndolo de otra manera; cuando pienso cómo contar algo, necesariamente, busco donde ubicar un chiste. Es la forma que tengo para expresarme, como lo hice desde adolescente, como lo hice en la secundaria.