Gabriel Di Meglio: “Hacer historia popular da herramientas para pensar el presente”

El director del Museo Histórico Nacional dialogó con la Agencia sobre la importancia de divulgar la historia y su interés por las clases populares. También identificó sus próceres favoritos.

Antes de dirigir el Museo Histórico Nacional, Gabriel Di Meglio estuvo a cargo del Museo Histórico Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo Créditos: Pablo Cuarterolo.
Antes de dirigir el Museo Histórico Nacional, Gabriel Di Meglio estuvo a cargo del Museo Histórico Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo Créditos: Pablo Cuarterolo.

Desde 1810, la Semana de Mayo es una fecha excepcional: revolución, aniversarios, festejos y ahora también congresos de historia. En el marco del I Congreso Internacional de Historia Pública y Divulgación, con sede en la UNQ, la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ dialogó con Gabriel Di Meglio, director del Museo Histórico Nacional. Entre exposición y exposición, el historiador argentino conversó sobre la importancia de dar a conocer las investigaciones a la sociedad, su interés por el rol de las clases populares durante el siglo XIX y la idea equivocada de que los museos quedaron obsoletos. De yapa, comentó quiénes son sus próceres favoritos de la historia argentina.

-¿Qué es la historia pública?

-Es un término proveniente de EEUU que se está imponiendo en Argentina y habla de la historia en cualquier ámbito público. Se trata de una tercera rama de la historiografía. Por un lado está la docencia, por el otro la investigación y hay un montón de formas de intervención de la historia en lugares que no tienen que ver con ninguna de las primeras dos opciones y que se pueden agrupar bajo la noción de historia pública. Implica el trabajo de historiadores en lugares no habituales, como en juicios o parques nacionales. Acá tradicionalmente se lo conoce como divulgación.

-¿Por qué es importante divulgar la historia? 

-La investigación de historiadores e historiadoras se conoce en lugares especializados para eso –como las universidades– y está pensada sobre todo para ser consumida por sus pares. Esto conlleva un problema: el encierro de la historiografía en claustros con poca comunicación con un afuera que demanda los saberes históricos. Está bueno que convivan el mundo de la investigación con la preocupación de que esa historiografía salga a buscar otros públicos y a responder sus inquietudes que muchas veces modifican la propia investigación. No es solamente una línea unidireccional sino que hacer divulgación e historia pública repercute de buena manera en la práctica historiográfica en general.

-Como director del Museo Histórico Nacional, ¿cómo hace para atrapar a las audiencias tan dinámicas y con tantos dispositivos y pantallas a mano?

-Los museos parecen lugares antiguos pero, sin embargo, siguen teniendo muchísimo público; se les atribuye cierta obsolescencia y la realidad lo desmiente constantemente. Son espacios que combinan, como pocos, la posibilidad de enseñar y también entretener, a la vez que generan la sensación de estar ante el pasado, aunque sea una ilusión. No hay ningún otro formato que lo tenga y es realmente fascinante. En este contexto, la clave está en renovarlo, en cambiar sus preguntas y sus maneras de mostrar las cosas. 

-Como investigador puso el foco en las formas de participación política de las clases populares a partir de la Revolución de Mayo y durante el siglo XIX, ¿qué es lo que le interesa de este tema en particular?

El proceso revolucionario que se inicia en 1810 es incomprensible si no se toma como un proceso colectivo. Hubo un montón de intervenciones decisivas de gente que no era la que habitualmente se ubicaba en las investigaciones, es decir, aquellos que tienen nombres de calles, los próceres y dirigentes. La idea es pensar esto no solo como una reparación histórica sino como una clave para comprender lo que pasó. Además, la historia popular es más una perspectiva que un tema.

-¿Cómo?

-Es una manera de mirar. La observación de grupos más amplios y subalternos de la sociedad proporciona claves para entenderla.

-Investigar a las clases populares le debe dar herramientas para entender un poco más a las organizaciones populares de hoy…

-Sí y no. La historia cambia mucho. Quien estudie historia popular en el siglo XIX va a encontrar algunas cosas que se parecen mucho a la actualidad porque hay cierta morfología de las prácticas, de hacer política y determinadas maneras de interacción entre líderes y seguidores que uno las puede encontrar en distintos tiempos históricos. De todas maneras, nunca son iguales. Los contextos varían tanto que sería un poco peligroso que uno tome elementos del siglo XIX para analizar el XX y viceversa. Pero, indudablemente, hacer historia popular da algunas herramientas para pensar también el presente aunque sea solo un pasado lejano.

-Para cerrar, ¿cuál es su prócer favorito y por qué?

-Del siglo XX, Eva Duarte porque me parece una persona increíble. Es alguien que viene de los sectores populares, que es mujer y estigmatizada. Pasar de ahí a coliderar un movimiento clave de la historia argentina y dejar una huella en una edad tan corta me parece una historia espectacular.

-¿Y del siglo XIX?

-Manuel Dorrego.

-¿Por qué?

Porque es el primer líder popular que hubo en Buenos Aires. Le dediqué muchos años a estudiarlo e hice una biografía sobre él así que le tengo un cariño especial.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).