Tesoros submarinos: la importancia de visibilizar y conservar los bosques de macroalgas

En este artículo, el biólogo y buzo marino Cristian Lagger detalla el rol central de la especie Macrocystis pyrifera en los ecosistemas, especie que fue declarada de interés institucional por la Administración de Parques Nacionales.

Bosque de  Macrocystis pyrifera, conocida también como cachiyuyo, en Península Mitre, Tierra del Fuego. Créditos: Joel Reyero
Bosque de Macrocystis pyrifera, conocida también como cachiyuyo, en Península Mitre, Tierra del Fuego. Créditos: Joel Reyero

Por Cristian Lagger *

En el vasto mundo submarino, existe un ecosistema sorprendente y vital que, a menudo, pasa desapercibido para la mayoría de las personas: los bosques de macroalgas gigantes, conocidos internacionalmente como “bosques de kelp. Dentro de las distintas especies que los conforman, se destaca la Macrocystis pyrifera, también conocida como cachiyuyo, debido a su abundancia, su crecimiento rápido y el tamaño que alcanza. Recientemente, la Administración de Parques Nacionales (APN) declaró su conservación de interés institucional.

Los bosques de kelp poseen un rol ecológico central en los ecosistemas costeros. Debido a su estructura tridimensional y su elevada biomasa, aumentan considerablemente la complejidad del hábitat, sustentan un gran número de especies, proveen áreas de refugio para distintos animales, funcionan como zonas de asentamiento larval, cría y guardería y/o áreas de desove de numerosos organismos, muchos de los cuales incluso son de importancia comercial. Asimismo, capturan grandes cantidades de dióxido de carbono a través del proceso de fotosíntesis por lo que contribuyen a mitigar el cambio climático. 

La declaración de la APN en torno a la Macrocystis pyrifera implica que la Dirección Nacional de Áreas Marinas Protegidas deberá elaborar y ejecutar proyectos, programas y acciones tendientes a la investigación, conservación y manejo de esta especie. Se trata de un pequeño gran paso para poner a esta alga en la agenda ambiental, un avance positivo para visibilizar y valorar esta especie nativa y sus beneficios ambientales, culturales y económicos.

Una riqueza bajo las olas

Argentina alberga miles de hectáreas de bosques de la Macrocystis pyrifera a lo largo de su costa atlántica, principalmente en las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego. Esta especie de macroalga nativa forma un extenso corredor biológico submarino paralelo a la costa, que sustenta una elevada biodiversidad.

A la vez que, ofrece numerosos servicios esenciales como la protección de las costas frente al oleaje y/o marejadas ciclónicas, el reciclado de nutrientes, la seguridad alimentaria para comunidades costeras y la recreación turística. Esta misma especie se distribuye en América del Sur, puntualmente en las costas de Chile y Perú, y forma así un extenso bioma vegetal submarino. 

Navegación en los bosques de kelp. Créditos: Cristian Lagger.
Navegación en los bosques de kelp. Créditos: Cristian Lagger.

Lamentablemente, el 38 por ciento de los bosques de macroalgas a nivel global ha disminuido en los últimos cincuenta años debido a diferentes factores, como el aumento de la temperatura del agua, las olas de calor, el incremento de nutrientes en el ecosistema acuático, la sobreexplotación, la alteración de las redes tróficas y la introducción de especies invasoras, entre otros.

A escala local, se requiere una mayor inversión en la exploración, investigación y monitoreo de los bosques para entender el estado actual de este ecosistema y abordar las mejores estrategias de conservación ante los posibles impactos que pueda experimentar.

La belleza submarina

Bucear entre algas gigantes de más de 20 metros de alto es lo más parecido a volar entre las copas de los árboles de una selva tropical. Es como hacer tirolesa en una excursión por la selva misionera. Pero, incluso, con la ventaja de poder detenerse para observar cientos de detalles, colores y texturas que estos bosques te regalan.

Basta con quedarse flotando en la misma posición por unos segundos para empezar a descubrir muchísimas especies que viven asociadas a estos bosques, y que, por su pequeño tamaño o camuflaje, pueden pasar desapercibidas si no prestamos atención.

Cristian Lagger, director científico de Por El Mar. Créditos: Joel Reyero.
Cristian Lagger, director científico de Por El Mar. Créditos: Joel Reyero.

Además, el movimiento de estas algas al ritmo de las mareas es casi hipnótico, ¡poderoso! Sumergirse en estos bosques y ver cómo los rayos del sol se reflejan y refractan te transporta mentalmente a las iglesias medievales, donde la luz juega un papel casi espiritual. Finalmente, al ser ecosistemas repletos de vida, cada buceo es diferente al anterior, donde repentinamente pueden aparecer lobitos de mar, pulpos, calamares, toninas, centollas, etc. En definitiva, ¡ecosistemas que enamoran a primera vista! 

Celebremos cada paso

Los bosques de Macrocystis pyrifera son un tesoro submarino que merece ser protegido y valorado. La reciente declaración de interés por parte de APN es un paso significativo hacia delante, pero se necesita más inversión y esfuerzo para garantizar su conservación. 

Proteger definitivamente esta especie nativa implicaría dar un salto de calidad en la conservación de los ecosistemas donde habita y los procesos ecológicos en los que participa. En definitiva, sería un compromiso que impactaría positivamente en la salud de nuestros océanos y en la preservación de la vida en la Tierra.


* Cristian Lagger es doctor en Ciencias Biológicas y buzo profesional científico. Actualmente, se desempeña como investigador del Conicet y explorador de National Geographic. Es, además, director científico de Por El Mar (PEM), una organización enfocada en la generación de estrategias de conservación marina.

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