Cáncer: graduada de la UNQ diseña una nueva terapia para una enfermedad muy agresiva

Se trata del linfoma de células T, una patología hematológica resistente a la quimioterapia tradicional y que todavía no tiene un tratamiento específico.

Florencia Cayrol, distinguida con la beca L’oréal-Unesco 2019. Foto: Verónica Tello / Conicet.
Florencia Cayrol, distinguida con la beca L’oréal-Unesco 2019. Foto: Verónica Tello / Conicet.

Florencia Cayrol, científica del Conicet y biotecnóloga graduada de la Universidad Nacional de Quilmes, diseña una nueva terapia para los linfomas de células T, un tipo de cáncer derivado del sistema inmunológico que puede presentar diversos subtipos, es muy agresivo y no tiene tratamiento específico. Hasta el momento se utiliza la quimioterapia convencional, pero la respuesta es mala y no logra disminuir el avance de la enfermedad. Si bien la tasa de incidencia de esta afección no es de las más altas (si se compara con otros tipos de cáncer como mamas o pulmón), tampoco se trata de una afección inusual.

El objetivo es generar terapias que sean más específicas, que funcionen mejor y tengan mayor capacidad de respuesta para este tipo de linfoma. No solo se trata una fórmula antitumoral que aumente la sobrevida de los pacientes, sino también que los fármacos utilizados no tengan tantos efectos secundarios problemáticos como quizás lo tiene la quimioterapia”, resalta Cayrol en diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ.

El linfoma de células T es un tipo particular de linfoma no Hodgkin que, además de ser el agresivo, es el que tiene peor pronóstico de sobrevida. A nivel mundial, se estima que hay 550 mil casos por año y representa el 3 por ciento de las muertes por patologías oncológicas. Con respecto a Argentina, la incidencia estimada anual oscila entre 5 y 8 casos cada 100 mil habitantes.

Aunque en los últimos años se aprobaron nuevos tratamientos, tienen muchos efectos no deseados y la quimioterapia tradicional no solo tiene una mala respuesta, sino que también provoca recaídas frecuentes. “Se habla de cáncer en términos generales, pero depende del origen porque cada tejido tiene sus particularidades. Entonces, no todos los tipos tienen la misma genética ni el mismo comportamiento. Eso hace que algunos tratamientos funcionen para algunos subtipos del mismo cáncer, pero no para otros”, destaca la investigadora.

Estudiar para conocer

Para poder pensar en otros tratamientos diferentes a los que utilizan, Cayrol primero tuvo que conocer cómo era el linfoma de células T a través de estudios generales. Eso no solo le permitió encontrar el talón de Aquiles de esta afección, sino también buscar nuevas terapias y mejorar las actuales.

“En el contexto de los linfomas, las hormonas tiroideas generan que este tipo de cáncer crezca más de lo esperado, se disemine por el cuerpo, contribuyendo al fenotipo maligno característico de esta patología. Cuando estudié a nivel molecular cómo es el mecanismo por el cual sucede esto, encontré que existe una proteína en las células del linfoma que se llama integrina y a través de la cual las hormonas tiroideas promueven estos efectos no deseados”, subraya a la Agencia.

Todas las células del cuerpo necesitan las concentraciones adecuadas de hormonas tiroideas para que el organismo funcione de manera correcta. Sin embargo, en el contexto de los linfomas, estas hormonas afectan de manera negativa a las células tumorales, promoviendo la progresión de la enfermedad.

Al respecto, Cayrol detalla: “Todos estos años me dediqué a estudiar cómo bloquear esos efectos no deseados. De hecho, utilizo como modelo una droga que se utiliza para otro tipo de cáncer y tuve buenos resultados. También lo combiné con otras terapias que se usan para otro tipo de linfoma, mejorando su eficacia. Entonces, la idea es tratar de demostrar que estos fármacos podrían funcionar en pacientes con linfoma de células T”. La meta es que, a través de toda la información recabada en los diferentes estudios, se puedan probar drogas que ya se emplean para otras patologías oncológicas (reposicionamiento farmacológico) para los paciente con linfomas T.

Un abordaje integral

La investigadora del Conicet, quien además es biotecnóloga graduada de la Universidad Nacional de Quilmes, realiza un estudio completo sobre el linfoma de células T. Por un lado, se dedica a la ciencia básica y estudia qué pasa con estas células, cuáles son sus mecanismos y de qué manera se las puede tratar. “La investigación básica es necesaria para conocer las enfermedades o el modelo de estudio en el que uno trabaja y en base a eso uno después puede trasladar y apuntar a generar impacto en la sociedad”, explica.

Por otro lado, Cayrol trabaja en la búsqueda de una droga que ya se utiliza para otros tipos de cáncer y puede tener efectos antitumorales en este tipo de linfoma. Además, en un estudio ya publicado que se realizó en animales, comprobó que se obtienen mejores resultados en la disminución del crecimiento tumoral si se utiliza el inhibidor de la integrina más otra terapia.

No obstante, el trabajo de la investigadora no termina ahí. “Ahora me estoy vinculando para tratar de trasladar estos conocimientos a los pacientes y el trabajo consiste en recolectar muestras de linfomas de personas. Estoy trabajando con el Hospital Británico y la idea es sumar otro centro de salud”, afirma Cayrol.

“El objetivo es identificar en muestras de pacientes argentinos si este receptor que nosotros proponemos como blanco terapéutico está presente. Si eso se correlaciona con los parámetros clínicos y encontramos que hay un vínculo entre la expresión de este receptor con un mal pronóstico, podríamos hacer un protocolo de fase clínica para combinar la quimio u otras terapias con este inhibidor”, destaca.

¿Cómo funciona la quimioterapia?

Los fármacos que se utilizan en términos generales para los tratamientos oncológicos parten de una premisa: atacan a las células tumorales que crecen muy rápido. Esta característica, que es propia del desarrollo de cualquier tipo de cáncer, además es posible en otras benignas. Por eso, este tratamiento afecta a cualquier célula del cuerpo y produce efectos varios como la caída del pelo (porque los bulbos de donde crece el pelo son células que están en constante crecimiento).

“Lo que pasa es que, ante una patología oncológica, uno pone en la balanza el tratamiento y, mientras los efectos tóxicos no sean muy potentes, es la opción terapéutica que hay. Por este motivo es que la quimioterapia se da en ciclos”, sostiene Cayrol.

Ante este panorama, la búsqueda de abordajes específicos que sean más eficientes y menos tóxicos es fundamental para tener una mejor calidad de vida. 


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Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.