María de los Angeles Pezet: “Se atienden 180 personas al día por dengue, estamos desbordados”
La licenciada en Enfermería de la UNQ y trabajadora del Hospital Dr. Isidoro Iriarte de Quilmes relata el día a día de la epidemia en el contexto de desfinanciamiento.
Argentina atraviesa una epidemia de dengue sin precedentes: récord de contagios y muertes, ausencia de repelentes, la salud pública desfinanciada y una vacuna disponible solo para quienes pueden pagarla. En este contexto, vale preguntar: ¿cómo es el día a día dentro de un hospital? ¿Cómo llegan quiénes presentan síntomas? “La situación está desbordada, la gente tiene mucho miedo y se presenta ante el mínimo indicio. Hoy por hoy se atienden cerca de 180 personas por día”, relata María de los Ángeles Pezet, enfermera del Hospital Zonal General de Agudos Dr. Isidoro Iriarte de Quilmes, a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
De la ciudad de Berazategui, Pezet –o Tatti, como le dicen desde su entorno– se graduó a sus 52 años como licenciada en Enfermería de la Universidad Nacional de Quilmes. Cuando ella tenía 45, su mamá falleció por cáncer de mama; así describe la situación: “Sentí una impotencia tremenda porque no pude hacer nada, ni siquiera una internación domiciliaria para cuidarla yo. En ese momento decidí estudiar enfermería, con todas las dudas de si iba a poder por mi edad y porque había gente mucho más joven”.
Desde que se recibió trabaja en el hospital público Dr. Isidoro Iriarte de Quilmes, donde atravesó la pandemia de coronavirus y ahora la epidemia del dengue. “Los médicos se quedan hasta cuatro o cinco horas después de su horario de salida para atender a todas las personas. Los pacientes que presentan síntomas claros, se les diagnostica dengue y se los envía a hacer reposo total y tomar paracetamol, mientras se los controla con estudios de laboratorio; a otros que presentan sangrado y corren grandes riesgos de tener hemorragias, se los deja internados”, detalla.
Cuando una persona tiene síntomas de dengue, los médicos deben realizarle estudios de laboratorio para verificar en qué estado se encuentran las plaquetas en sangre y el sistema inmunológico del paciente. Según cuenta Pezet, cuando las personas no presentan sangrados –por ejemplo, al lavarse los dientes–, estos estudios se realizan una vez que la enfermedad ya avanzó al menos cinco días; mientras que, a aquellos que sí tienen esta sintomatología se les realizan dos o tres estudios.
“Todas las personas están controladas, las que están en el hospital y las que están en sus casas, pero hay que pensar esto en contexto. El gobierno decidió reducir gastos por lo que debemos cuidar los insumos. Si hacemos tres estudios de laboratorio a cada persona que viene, llegará un momento en que estos insumos se acaben. Entonces, si el paciente no tiene sangrado pero sí presenta otros síntomas, se considera que tiene dengue, se le manda a hacer reposo y se espera la evolución para después hacerle el estudio de laboratorio. Ahora bien, si tiene sangrado se le hacen más estudios”, explica la enfermera a la Agencia.
A falta de repelente, ¿método casero?
Al contexto de invasión de mosquitos y abundancia de dengue, se le suma la falta de repelentes en almacenes, perfumerías y farmacias. La empresa SC Johnson, que controla cerca del 80 por ciento de las marcas del mercado, dejó de producir porque finalizó su temporada. Por su parte, el gobierno abrió la importación a la vez que no presta atención a la producción de repelentes que hace la Universidad Nacional del Chaco Austral y que distribuye en comercios y municipalidades de forma gratuita ni a la elaboración de un kit de dengue por parte de la UNQ.
En este marco, se viralizaron varios videos sobre métodos caseros para alejar a los mosquitos, que van desde una mezcla del shampoo Plusbelle con agua, hasta el uso de vinagre de manzana. En este sentido Pezet advierte: “No están probados ninguno de estos métodos. Ante la ausencia de repelentes, sí se puede recomendar quemar un maple de huevos ya que el humo ahuyenta a los mosquitos. Se aconseja un maple y no un cartón cualquiera ya que solo hace humo, no se incendia”.
Entre métodos caseros y repelentes que no llegan, unos pocos pagan la vacuna contra el dengue que cuesta entre 70 mil y 100 cien mil pesos cada dosis. Aún no está en los planes del gobierno nacional incluirla en el calendario nacional de vacunación para que sea gratuita y accesible para toda la sociedad.
Una vez más, el ajuste
Pezet trabajó también durante la pandemia en el hospital público de Quilmes, primero realizando hisopados y luego en el área de internaciones. “Fue muy duro, personas conocidas y desconocidas se nos morían en las manos y no podíamos hacer nada porque no había vacunas aún. Recuerdo el miedo por contagiar a mi papá o a mi hija, o preguntarme qué más se hubiera podido hacer para salvar la vida de algún paciente”, rememora.
Su ingreso al hospital fue a partir de las prácticas que debía hacer como parte final de su carrera que cursó en la Universidad Nacional de Quilmes. “Si no hubiera estudiado en una universidad pública, no hubiera podido hacerlo en ningún lado por cuestiones económicas y de horarios. También me inquietaba ser una persona grande y tener compañeros tan chicos pero, en ese sentido, me contuvo y me acompañó la directora de la carrera, Karina Espíndola”, dice a la Agencia.
La situación actual de desfinanciamiento acorrala a Pezet (como a tantos otros) por ambos frentes, el de la salud pública y el de las universidades nacionales. Con respecto a esta última, reflexiona: “Me decepciona mucho todo lo que está sucediendo. Me preocupan principalmente los más jóvenes que no ven un futuro certero; yo he visto pasar muchos gobiernos y sé que una vez más tendré que ajustarme pero los jóvenes están pensando qué hacer de su vida”.
Y agrega: “Trato de ser optimista y espero que se revierta la situación pero con los recortes no lo veo así. No veo algo bueno en sacarle a las personas la posibilidad de estudiar y atenderse en un hospital público”.