Marina Pifano: “La ciencia tiene que solucionar problemáticas de nuestra población”
La directora del Instituto Provincial del Cáncer dialogó sobre el rol de la UNQ en pandemia, el sentido social de la ciencia y la importancia de trabajar en red.
Cuando levantaba la copa para brindar el 31 de diciembre de 2019, Marina Pifano proyectaba sueños y planificaba en secreto metas individuales y también colectivas. Lo que no imaginaba es que tres meses más tarde le tocaría coordinar buena parte de la estrategia de diagnóstico de Covid-19 en la provincia de Buenos Aires. Desde el ministerio de Salud bonaerense, esta bióloga ejercitó su memoria: tomó la agenda y buscó municipio por municipio a quienes tenían la posibilidad de procesar muestras de coronavirus. Entonces, recordó que la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) tenía la posibilidad de realizar la tarea.
En su formación de doctorado, estuvo 8 años en la UNQ trabajando en el actual Centro de Oncología Molecular y Traslacional. En diálogo con esta Agencia, Marina Pifano destaca los aprendizajes que deja la pandemia en el sector de la salud y su vinculación con la ciencia y la tecnología. Además, pone sobre la mesa el rol de los científicos y el Estado a partir de todos los desarrollos hechos en el país durante este último tiempo: “Tener ciencia local te permite resolver en función de las particularidades del territorio”.
-¿Cómo fue que la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) se transformó en centro de procesamiento de muestras de Covid-19?
-Desde el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires me tocó coordinar todo el diagnóstico de coronavirus durante la pandemia. Al inicio, cuando empezamos a ver que era un virus que se diagnosticaba por prueba molecular, revisamos cuáles eran las capacidades con las que contábamos en los hospitales y las universidades de la región. Como hice el doctorado en la UNQ, sabía que había grupos que trabajaban rutinariamente con la técnica PCR. Aunque hacían investigación en vez de diagnósticos, podían llevar esta tarea sin problemas.
-¿Y de ahí en más?
-Empezamos a contactarnos con las universidades que cumplieran con los requisitos para ver si estaban dispuestas y podían encarar esta misión. La UNQ fue una de las primeras universidades con las que nos comunicamos y se puso a disposición, ya que tenía las capacidades de equipamiento, el espacio físico y el personal adecuado. De esa manera, hicimos un convenio con la Universidad específicamente para diagnóstico y después lo ampliamos a investigación vinculada a la pandemia. Así fue que comenzamos con una cantidad de muestras diarias acorde a las competencias del laboratorio. A medida que la pandemia avanzaba, había que expandir el trabajo hacia la región porque la Universidad recibía muestras no solamente de Quilmes sino también de otros municipios.
-¿Y de qué manera sostuvieron esa demanda creciente?
-Se hacían convocatorias a becarios para que dejen sus trabajos de tesis y licenciatura para abocarse a esta tarea. Después fuimos buscando la forma para que el Ministerio otorgue algunas becas vinculadas a la carga de los resultados. Si bien la técnica de análisis es muy específica, por detrás está la carga de esos resultados y el sistema que se utiliza es muy singular. Al ser una enfermedad de notificación obligatoria, había que cargarlo porque después de estos resultados sabíamos cuántas personas había infectadas y cómo estaba circulando el virus. Un equipo que arrancó con pocas personas terminó siendo uno muy grande y de varios laboratorios que se unieron en red para poder llevar adelante esta tarea.
-¿Sigue funcionando la red de laboratorios para el procesamiento de muestras en la actualidad?
-La capacidad de procesamiento diaria es más baja y permite hacer otras tareas, pero la red continúa como tal. En su punto de mayor demanda, llegó a tener 87 laboratorios que procesaban muestras de coronavirus. Con respecto a la Universidad, la idea es que el laboratorio de la UNQ sea un centro de referencia en la provincia para diagnosticar enfermedades por técnicas moleculares y también para la investigación y el desarrollo de técnicas que nos aporten soberanía.
Lecciones de pandemia
-¿Qué lecciones deja la pandemia en términos de trabajo en conjunto de cara a lo que viene?
-El principal aprendizaje pasa por las capacidades de articulación. Creo que el trabajo en red es lo que más nos deja la pandemia y la aplicación de las capacidades científicas y tecnológicas para el acceso a la salud del pueblo. Siempre se habla de la necesidad de articular entre los distintos niveles del Estado y eso pasó de ser un deseo a convertirse en algo concreto.
-Sin los recursos de los países desarrollados, los científicos y las científicas produjeron desarrollos tecnológicos significativos en poco tiempo…
-Creo que el objetivo común fue lo que permitió que eso suceda. Principalmente, la articulación entre instituciones y entre etapas de un desarrollo. Una de las cosas que puso sobre la mesa la pandemia es que nosotros tenemos instituciones de investigación muy buenas, investigaciones muy buenas y desarrollos muy prometedores, pero nos falta mucho ver cómo transferimos ese conocimiento. La pandemia hizo que existan los mecanismos de articulación para que, desde una investigación o un desarrollo, se llegue a la institución que la va a utilizar y se convierta en una herramienta determinada a la que tenga acceso toda la población.
-¿Qué rol tiene la ciencia en la construcción de soberanía?
–Tener ciencia local te permite resolver en función de las particularidades del territorio. No siempre importar un kit diagnóstico es la salvación. En cambio, desarrollarlo acá, conociendo los equipos que uno tiene, las variantes que hay circulando y cómo es la población destinataria de esa tecnología que se va a generar, permite también adaptarlo a las particularidades del territorio. Además de que tenemos una capacidad muy grande y muchas áreas de conocimiento para abordar las problemáticas, la aplicación a nivel local le da un plus que permite resolver más adecuadamente las necesidades.
-¿Y para quiénes tiene que estar orientada?
-La ciencia tiene que solucionar problemáticas de nuestra población. Hay diferentes maneras de pensar la construcción del conocimiento científico, pero si no es capaz de llegar de alguna manera a la población general, no se va a traducir en soberanía ni en solucionar una problemática concreta. La ciencia debe ser para el pueblo; además de tener inversión, necesita instituciones que orienten y articulen ese conocimiento.
Instituto Provincial del Cáncer
El Instituto de Prevención, Diagnóstico y Tratamiento del Cáncer de la provincia de Buenos Aires fue creado en 2020. A partir de su fundación, se intenta gestar una mirada integral del cáncer y de las personas que lo transitan, desde la prevención y la promoción hasta los cuidados paliativos.
-¿Cómo llegó a ser la directora del Instituto provincial del Cáncer?
-Tiene que ver con el doctorado de investigación en Oncología Molecular que realicé en la Universidad Nacional de Quilmes, Laboratorio que hoy devino en Centro de Oncología Molecular y Traslacional. Fue este paso por la investigación durante ocho años en la UNQ lo que empujó a que hoy esté ocupando un rol en el Instituto.
-¿Qué dicen los datos de cáncer sobre los ciudadanos bonaerenses?
-Con cobertura pública exclusiva están en tratamiento 15 mil personas, usuarias de drogas oncológicas, radioterapia y cuidados paliativos. El 50 por ciento de esas personas están en tratamiento por cáncer de mama. Sin embargo, tenemos en claro que la variación entre los principales tipos de cáncer depende de la población que se analice. Habrá que esperar los resultados del censo para identificar los tipos de cobertura médica que existen en la provincia y, a partir de esos datos, revisar las estadísticas actuales.