Estudiantes realizan harinas y premezclas con legumbres que otorga la provincia de Buenos Aires

Alumnas de una escuela primaria de adultos se alfabetizan mientras elaboran alimentos nutritivos para ayudar a sus familias y colaborar con ollas populares.

Las integrantes de Cocinando sueños posan con sus panes y premezclas de lentejas y garbanzos. Créditos: Nicolás Retamar / Agencia de Noticias Científicas UNQ.
Las integrantes de Cocinando sueños posan con sus panes y premezclas de lentejas y garbanzos. Créditos: Nicolás Retamar / Agencia de Noticias Científicas UNQ.

Estudiantes de la Escuela Primaria Para Adultos N°725 “Eva Duarte” de Bernal Oeste elaboran harinas de lentejas, garbanzos y maíz para realizar panes, galletitas y bizcochuelos nutritivos. A partir de los paquetes de legumbres que brinda la provincia de Buenos Aires a los alumnos de escuelas públicas, las mujeres procesan los productos, los muelen y los transforman en ingredientes para cocinar. Además de llevar los alimentos a sus casas y colaborar con sus familias, la institución ayuda a ollas populares que se realizan en la zona. “Para nuestras familias fue muy lindo porque nosotros no sabemos leer y escribir, y aprendemos a través de la cocina”, cuenta Marcela Ghiorzi, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes. El proyecto denominado Cocinando sueños fue presentado en el marco de la 19° Feria Regional de Educación, Arte, Ciencia y Tecnología realizada en la UNQ, que nuclea trabajos de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela.

“Hay muchas necesidades en el barrio. Decidimos hacer pan de legumbres porque en las cajas con alimentos que brinda la provincia de Buenos Aires a quienes asisten a la escuela viene un paquete de garbanzos y, como mucha gente no sabe usarlo, lo tira a la calle o a la basura. Lo mismo hicimos con las lentejas y la polenta”, explica Norma Barreto, en conversación con la Agencia.

Además, las alumnas realizan pre-mezclas envasadas de panes e incluyeron una etiqueta con los ingredientes del producto y el modo de preparación. Para eso, contaron con la ayuda de un chef que también les enseñó a hacer ravioles, fideos, pizzetas, hamburguesas y salsas. Asimismo, diseñaron un recetario que se puede escanear y compartir a través de un código QR.

Cada cosa que viene en la caja nos ayuda para darle de comer a nuestras familias. Al mediodía podemos comer, pero de noche por ahí no tenemos y a través de esa necesidad, con los compañeros, los docentes y directivos, empezamos a usar la caja para poder alimentarnos. Todos los viernes cocinamos, nos dan la salsa y la llevamos para comer en casa”, explica Dora Guallama, estudiante que participa de Cocinando sueños, ante la Agencia.

El próximo paso es que, durante los meses de vacaciones donde no asisten a clases, las estudiantes puedan montar un emprendimiento y vender sus producciones. Para eso, desde la Escuela ya dialogan con ferias y otros lugares para poder trabajar.

En el marco del proyecto presentado en la Feria, elaboraron  afiches con los beneficios de consumir estas harinas artesanales. Créditos: Nicolás Retamar / Agencia de Noticias Científicas UNQ.
En el marco del proyecto presentado en la Feria, elaboraron afiches con los beneficios de consumir estas harinas artesanales. Créditos: Nicolás Retamar / Agencia de Noticias Científicas UNQ.

El hambre ataca

Cocinando sueños es parte del proyecto institucional que realiza la Escuela Primaria para Adultos “Eva Duarte”, ubicada en Los Andes y calle 172, en el barrio conocido como “la Iapi”. Por eso, todos los años la institución presenta una propuesta que tenga que ver con la comunidad y la realidad que atraviesa.

Está faltando comida en los barrios, es grave y es real porque nosotros lo vivimos. Entonces, no tener para comer hasta le da desgano a la gente de venir a estudiar. Cómo van a aprender una letra, un poema o una cuenta si tienen que pensar qué ponen en la mesa todos los días y la cabeza explota”, resalta Alejandra Contreras, docente de alfabetización de la institución, en diálogo con la Agencia.

Y recuerda: “El viernes una nena me dijo que estaba muy enojada y era que sus papás la mandaban a dormir temprano dado que no había para cenar. Nuestra respuesta fue que no se enoje ya que para todo hay solución. Entonces, se hizo una colecta porque, el que sabe de necesidades, sabe de compartir también”.

En este sentido, según un informe publicado por Unicef Argentina, un millón de niños se acuestan sin comer, y un millón y medio se saltea una comida durante el día. “En el caso de las personas adultas que viven en esos hogares y que se saltean alguna comida, el número se eleva a 4,5 millones, en muchos casos porque priorizan que sus hijos o hijas puedan alimentarse”, advierte el documento.


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Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.