¿Por qué cuando las personas están nerviosas sufren dolor de panza?

El intestino posee un “segundo cerebro” que está conectado al sistema nervioso central. El síndrome del intestino irritable y el rol de la microbiota.

Cuando se vive una experiencia emocional, puede producirse una alteración del eje cerebro-intestino que se traduce en alguna molestia física. Créditos: Bioguía
Cuando se vive una experiencia emocional, puede producirse una alteración del eje cerebro-intestino que se traduce en alguna molestia física. Créditos: Bioguía

Es usual que ante un examen, una primera cita o una entrevista de trabajo, los nervios, la ansiedad o el estrés se hagan presentes. Sin embargo, no todas las personas reaccionan de la misma manera ante una situación así: mientras algunas no perciben síntomas físicos, otras sienten dolor de panza y otras náuseas o diarrea. Ahora bien, ¿por qué pasa esto? ¿Qué relación existe entre lo que sucede en la mente y el cuerpo físico? El gastroenterólogo del Hospital de Clínicas, Jorge Olmos, explica a la Agencia de noticias científicas de la UNQ que esto se debe al eje cerebro-intestino.

Se trata de un eje bidireccional que conecta al cerebro del sistema nervioso central con un segundo cerebro que se encuentra en el intestino. Cuando pasamos alguna situación de estrés, ansiedad o cualquier otro factor emocional, puede producirse una alteración del eje cerebro-intestino que se traduce en alguna molestia física, como dolor de panza, diarrea, constipación, náuseas, o bien, hinchazón”, relata el expresidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología.

Según cuenta el especialista, el segundo cerebro forma parte del sistema nervioso entérico y es la forma más antigua que tiene este órgano: “es el primer cerebro que apareció en el universo y con el que cuentan los invertebrados”. En cuanto a su complejidad, es igual que el del sistema nervioso central, cuenta con una vasta red de neuronas y sustancias químicas, pero con una función dedicada específicamente al tubo digestivo.

En este sentido, las funciones del sistema digestivo no solo se dividen en voluntarias e involuntarias, sino también varían según qué cerebro las ejecuta. El cerebro central solamente se encarga de dos funciones del proceso digestivo: ingerir el alimento y evacuar el contenido intestinal. Por su parte, el sistema nervioso entérico y, por ende, el segundo cerebro, se encarga del paso del alimento por el esófago y todo el proceso de digestión, el cual se realiza de manera automática e involuntaria.

Los dolores de manera crónica

Si bien los nervios y sus consecuentes dolores físicos pueden aparecer de manera esporádica y alterar así al eje cerebro-intestino, hay personas que lo sufren de forma crónica. En ese caso, se puede estar hablando del síndrome de intestino irritable. Esto es la alteración del eje cerebro-intestino con una frecuencia semanal y en ausencia de enfermedades orgánicas, como tumores, patologías relacionadas con el colon o la celiaquía. 

En una situación normal, cuando una persona vive experiencias de estrés de manera diaria, se producen estímulos en la corteza cerebral, que es bloqueada para que estos queden a nivel periférico y no penetren dentro del organismo y alteren el eje cerebro-intestinal. 

Sin embargo, en aquellos pacientes con síndrome de intestino irritable, el estímulo producto del estrés o la ansiedad penetra en el organismo y corre desde el cerebro central hasta el intestinal. En su trayecto, se liberan corticoides, se alteran las células, se suelta la serotonina y algunas hormonas emiten una respuesta inflamatoria. En todo ese proceso, se generan las molestias intestinales, las alteraciones sensoriales y del hábito evacuatorio. 

Además, la alteración del eje cerebro-intestino es bidireccional, es decir: todos los factores emocionales repercuten en el intestino y estos síntomas intestinales estimulan de forma retrógrada al cerebro a tener más ansiedad, más depresión o somatización. Olmos detalla que, en Argentina, el cuadro de síndrome de intestino irritable tiene una prevalencia del 15 por ciento en mujeres y un 8 por ciento en hombres

El papel de la microbiota

La flora intestinal cobra un rol fundamental en el eje cerebro-intestino: al ubicarse entre ambos cerebros, funciona “como una tercera en discordia”. Olmos sostiene que influye tanto en el sistema nervioso central como en el entérico intestinal. “Muchas veces dentro de los tratamientos dados para el síndrome de intestino irritable, se trabaja con la parte sensorial pero también con la microbiota ya que se puede producir disbiosis, es decir, un desequilibrio en la flora”.

En definitiva, la clave entre los dolores de panza y los factores emocionales se encuentra en el eje cerebro-intestino, cuya característica bidireccional hace que una cosa repercuta sobre la otra. Ante síntomas crónicos, es mejor consultar a un médico.


Últimas noticias de la sección Salud:



¿Te gustó esta noticia? ¡Compartila!

Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).