Guillermo Folguera: “La ciencia es un bocado apetecible para los grandes grupos de poder”

El filósofo, biólogo y activista socioambiental reflexiona sobre el estado actual de las comunidades y tensiona conceptos como ciencia y desarrollo.

Guillermo Folguera es autor del libro "La ciencia sin freno. De cómo el poder subordina el conocimiento y transforma nuestras vidas". Créditos: La Vanguardia
Guillermo Folguera es autor del libro “La ciencia sin freno. De cómo el poder subordina el conocimiento y transforma nuestras vidas”. Créditos: La Vanguardia

“Es necesario reconstruir las preguntas centrales de nuestro existir”, afirma Guillermo Folguera. Aunque sus estudios académicos y trabajos formales giran en torno a la filosofía y a la biología, se autodefine como militante socioambiental y padre de dos nenas. Además de ser docente de cursos de grado y posgrado en diferentes universidades del país, es investigador del Conicet y comunicador en medios como FM La Tribu. En ese cóctel de identidades, Guillermo trata de comprender e intervenir en la realidad, esa que recorre por las distintas latitudes de Argentina.

-¿Qué problemas detecta a lo largo y ancho del país?

Estamos en una situación de muchísima inequidad social que nunca logró revertirse y que solo tiende a aumentar. A mediados de la década del 70 solo había un cinco o seis por ciento de pobreza, mientras que ahora hablamos de casi la mitad de la población. Por un lado, veo comunidades en que se nota que cada vez que viven peor. Por otro lado, se percibe una forma particular de vida deteriorada que va desde la explotación y autoexplotación laboral hasta la pérdida de lugares de disfrute, la pérdida de la fiesta, el encuentro y el abrazo. De esta manera, se torna necesario reconstruir las preguntas centrales de nuestro existir.

-¿Cómo se vislumbra esta degradación de la vida que menciona?

-La forma del descuido más evidente e intencional es la mercantilización. Si todo tiene precio, nada verdaderamente vale. Tiene precio el río y la tierra, pero también tienen precio los vínculos humanos. Así, los tejidos sociales desaparecen y quienes forman parte de mi comunidad pasan a ser vistos como enemigos. Si la única forma de vincularme es mediante la mercantilización, solo importo yo y a corto plazo. Entonces, todo lo demás representa un riesgo, un peligro o una enemistad. En el mejor de los casos, las personas pasan a ser medios para otros fines.

-¿En qué momento ingresa la biología y la mirada de las ciencias naturales en su perspectiva?

-La biología me dio la posibilidad de desacralizar el discurso científico y reconocer que se trata de un tipo de producción de conocimiento y de intervención de determinados grupos sociales en una dirección. Es clave preguntarse qué características tiene, qué actores lo hacen, con qué financiamiento y objetivos, bajo qué prácticas, con qué ética y qué marcos teóricos, mediante qué metodologías y con qué supuestos ontológicos. Como cualquier saber, la ciencia tiene su forma particular de hablar y sus objetivos. 

-¿Y qué respuestas encuentra en esas preguntas sobre los objetivos, el por qué y para quién de la ciencia?

-La ciencia es un bocado apetecible para los grandes grupos de poder. Toda la ciencia moderna que se da desde finales del Renacimiento hasta la actualidad ha sido una historia del poder. Sin embargo, las respuestas todavía están en disputa. Como docente, cada vez que arranco un cuatrimestre, me quedo pensando qué personas estamos formando, dónde está ese famoso espíritu crítico que siempre levantamos, a dónde lo estamos dirigiendo para pensar y criticar qué.

-¿Dónde radica el mayor déficit de la ciencia y los científicos en la actualidad?

En la política científica dominante, el mayor problema es la falta de escucha. Como parte de la comunidad, tenemos una falta de escucha en muchos de los problemas socioambientales que los pueblos están gritando y todavía seguimos enamorados de nuestras prácticas, nuestros artefactos y nuestras formas de medir y controlar el mundo. Sin embargo, no escuchamos lo que está pasando afuera.

-¿Cómo se traduce en lo concreto esta falta de escucha?

-Hace poco recorrí Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Catamarca para abrazar a compañeros y compañeras de diferentes colectivos, ver qué problemas hay y cómo puedo direccionar mi práctica, no solo como investigador y docente sino también como comunicador en radio y redes sociales. De manera muy masiva, recuperé un enojo grande con el modo en el cual muchas de las instituciones científicas se involucran en proyectos cuyas consecuencias no están totalmente claras.

-Todas cuestiones ligadas a una idea particular de desarrollo…

-Desarrollo y subdesarrollo son categorías que tenemos que desarmar y repensar porque el momento lo requiere. Esta crisis socioambiental brutal que estamos viviendo exige que revisemos muchas de estas metáforas. En el desarrollo y subdesarrollo, el para qué no está explicitado, aparece bajo la alfombra como algo obvio. Entonces, la recuperación del para qué y para quiénes es la recuperación de lo político en el sentido más pleno del término. En la pregunta acerca de cómo queremos vivir, el para qué y para quién tienen que ser los principios rectores de la ciencia.

-Otra vez vuelven las preguntas fundamentales y la cuestión del pensamiento crítico en torno a estos conceptos.

-La política neoliberal es muy exitosa en el momento en que alguien festeja las toneladas de exportación de recursos naturales sin importarle qué generó eso en cuanto a la contaminación ambiental, la inequidad social y la degradación de los tejidos comunitarios. En la medida en que aparece solo la cantidad de dólares, hemos perdido ya no solo con la metáfora productivista-desarrollista de la década del 60, sino inclusive con una lógica neoliberal que consiguió lo que de alguna manera se había propuesto, que todo tiene un precio y que lo único importante es que ruede una máquina. En definitiva, que los dólares ingresen.


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Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.