Diego Golombek: “Para ser creativos, primero hay que aprender a aburrirse”

El divulgador y director del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ lanzó su libro “La ciencia de las (buenas) ideas” y revela cuál es la fórmula científica para tener creatividad.

Diego Golombek es biólogo, divulgador, docente de la UNQ y director del Laboratorio de Cronobiología de esta casa de estudios. Créditos: Infobae.
Diego Golombek es biólogo, divulgador, docente de la UNQ y director del Laboratorio de Cronobiología de esta casa de estudios. Créditos: Infobae.

La cocina, la parrilla, el sexo o la religión. A la hora de divulgar ciencia, el biólogo Diego Golombek tiene muy definido qué es lo que quiere comunicar: “Busco temas que sean de interés general, que estén en el día a día”. Su nuevo libro “La ciencia de las (buenas) ideas”, editado por Siglo XXI, no es una excepción. ¿Cómo surgen las buenas ideas? ¿Hay método científico detrás de ellas? “La respuesta es spoiler: sí”, dice el director del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ y abre el diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ. 

-¿Cómo surgió este libro?

Me interesa contar la ciencia de la vida cotidiana, no solo investigaciones profesionales. Busco temas de interés general que tengan que ver con cosas que pasan todos los días. En este caso, me gustó contar la ciencia y los experimentos que hay detrás de las ideas. La creatividad es de interés y, en este momento, está presente en los medios, en las publicidades o en la búsqueda laboral.

-¿De qué hablamos cuando decimos “ciencia de las ideas”?

-La pregunta inicial del libro es si hay una ciencia de las ideas y, más aún, si la hay de las buenas ideas. La respuesta es “sí”. La creatividad no es algo de musas o de inspiración, sino que tiene sus métodos, rutinas y fórmulas. La fórmula más simple sería: trabajo, trabajo, trabajo, disrupción. No existe el momento Eureka o que por arte de magia te viene algo inspirador, sino que depende del trabajo previo. Asimismo, el trabajo y la pasión por algo no necesariamente te garantiza que vayas a tener ideas novedosas o maravillosas. Ahí ayuda mucho el fenómeno de la disrupción.

-¿Cómo sería ese fenómeno?

-Salir a pasear, a tomar algo, dormir o, a veces, no dormir, ir en contra del reloj biológico, imaginarte que estás en otro lado. Esa es la ciencia de las ideas: entender cuáles son los métodos de trabajo y cuáles las posibles disrupciones. En el mejor de los casos, hacen que uno asocie conceptos que vienen dando vueltas por el cerebro y aparezcan ideas novedosas.

-Entonces, si nos tomamos un descanso entre trabajo y trabajo está bien…

-No solo está bien, sino que es necesario. Debe ser un descanso activo, hay que hacer algo. Hay un trabajo científico publicado en la revista Nature que dice que si tenés acceso a la naturaleza, como pasear por un bosque o una plaza, es mucho mejor que quedarte sentado o dar una vuelta por la oficina. Las disrupciones deben seguir un cierto criterio para que realmente las ideas que están dando vueltas se junten y aparezca algo innovador y creativo.

-El libro dice que lo mejor para solucionar un problema es no pensarlo…

-Sí, y aplica para problemas laborales, hogareños o personales. Dejar de pensar es justamente la disrupción. Otro de los consejos a la hora de encontrar soluciones creativas es aburrirse. Para ser creativos, de hecho, primero hay que aprender a aburrirse. Por ejemplo, hay un experimento en el que se agrupó gente y se la dividió en dos: una mitad charla y la otra mitad se aburre sistemáticamente. Después, se pide a los dos grupos que resuelvan un problema que requiera cierta dosis de creatividad y resulta que los que se aburrieron, de alguna manera, pusieron el cerebro en otro lado y vieron el problema de una forma más creativa.

El libro “La ciencia de las (buenas) ideas” fue editado por Siglo XXI

-Hoy en día, hay una especie de mandato de que hay que ser creativo para tener éxito…

-Tiene que ver con la moda. No es una palabra tan antigua, apareció en los diccionarios recién en el siglo XIX. Lo que ha pasado es que el mundo laboral se ha apropiado del concepto para buscar nuevos caminos y seleccionar de otra manera. Pero, por más que podamos hacer tests, entrevistas o experimentos de laboratorio, la creatividad se ve en la cancha.

Las familias de las pseudociencias

-Hablando de moda, ahora se habla mucho de la astrología y los horóscopos. ¿Qué opinión tenés al respecto?

-No es tan nueva esta moda, lo que ha cambiado es la transmisión de información. Actualmente, estamos bombardeados de información y cualquier idea (sea verdadera, falsa o pseudocientífica), va a ir más rápido. De hecho, hay trabajos que muestran que las fake news en redes sociales llegan más rápido a la gente que las noticias verdaderas. A las pseudociencias me gusta dividirlas en dos grandes familias.

-¿Cuáles?

-Por un lado, aquellas que son pseudocientíficas, pero son relativamente inocuas. Si la gente quiere leer el horóscopo antes de salir de su casa para ver si hoy va a cruzarse con alguien, no le hace demasiado mal a nadie. Es relativamente inocuo por más que no te permite ver el mundo de manera más objetiva.

-¿Y el otro?

Aquellas pseudociencias que interfieren con la calidad de vida de las personas, ahí debemos plantar bandera. Particularmente, con las que quieren abordar la salud, como el movimiento antivacunas o algunas medicinas alternativas (que de medicina tienen poca). Algunas personas no están de acuerdo con esta división porque ven que las “inocuas” son la puerta de entrada a mirar el mundo de manera pseudocientífica. Yo no creo que sea tan así. Otro ejemplo son las intervenciones espirituales, que están vigentes porque dan ciertas certezas en tiempos de ansiedad y estrés.

¿Palabra autorizada?

-Luego de la pandemia, ¿la gente se interesa más por la ciencia?

-Sí y no. El hecho de que los medios principales tengan científicos y científicas que contaban en tiempo real lo que estaba sucediendo fue algo extraordinario. Eso fue algo inédito con algunos condimentos inherentes a la ciencia que fueron justamente los que causaron resquemor.

-¿Por ejemplo?

-Cuando una inmunóloga decía “ahora sabemos tal cosa sobre el virus” y dos semanas más tarde decía “aprendimos un poco más y no era tan así”. Esa es la naturaleza de la ciencia en tiempo real: avanza con pasos, contrapasos, modificaciones y correcciones. Eso no le cayó bien a la sociedad. De todas maneras, gracias a los discursos científicos que dieron información basada en evidencia, venimos zafando de la pandemia. Algún día vamos a poner en perspectiva lo que significó hacer una vacuna en un año, secuenciar un virus en tres meses o que todos los científicos del mundo tuvieran un único problema en su cabeza. El asunto es qué va a pasar después: si la ciencia seguirá teniendo o no una voz autorizada. Ahí soy más escéptico, tenemos que trabajar mucho, más allá de que pase la pandemia.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).