Francisco Taiana: “A veces subestimamos el peso de Argentina en el contexto internacional”

El historiador y sinólogo contó los detalles de su flamante libro “Argentina, China y el mundo (1945-2022)”, publicado por la editorial de la UNQ.

Argentina, China y el mundo (1945-2022) es el segundo libro de Francisco Taiana. En 2019 publicó "Julio A. Roca, un lugar incómodo en la historiografía nacional".
Argentina, China y el mundo (1945-2022) es el segundo libro de Francisco Taiana. En 2019 publicó “Julio A. Roca, un lugar incómodo en la historiografía nacional”. Créditos: Francisco Taiana.

Minuciosamente, a lo largo de más de 500 páginas, Francisco Taiana analiza la relación bilateral entre China y Argentina entre 1945 y 2022. Sin embargo, no lo hace de forma aislada sino que lo piensa en el contexto internacional en el que se da esta asociación. Pese a la idea que se intenta instalar en algunos lugares, Taiana destaca que la relación con China trascendió en distintos mandatos más allá de las ideologías e incluso los sistemas de gobierno. En conversación con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, el historiador y especialista en China conversó sobre su libro Argentina, China y el mundo (1945-2022) editado por la Universidad Nacional de Quilmes.

-¿Por qué Argentina, China y el mundo? ¿Qué lo llevó a explorar eso?

-Distintas cosas. A mi entender, el libro tiene dos partes. La primera es Argentina y China, que es una de las relaciones bilaterales más importantes, ya que China es el segundo socio comercial de Argentina y ambos países cooperan en una serie de cosas bastante complejas desde el sector aeroespacial hasta energía nuclear. Son países que tienen vínculos políticos y tradiciones diplomáticas muy compatibles. En general, la relación bilateral es muy buena.

-¿Y esa relación se limita solo a la cuestión comercial?

-No. Por el contrario, en el libro muestro que las conexiones son mucho más amplias y hasta trascienden la política en algún punto, porque hay motivos estructurales del orden mundial que son propicios para que los países tengan relaciones muy fructíferas.

-¿En qué consiste la segunda parte del libro?

-Tiene que ver con el contexto mundial en el que se da ese vínculo. Es un intento de colocar a las relaciones sino-argentinas dentro de un contexto de la historia global, entendiendo cuáles son los factores que posibilitan esta relación.

-Al inicio cuenta que en la dictadura militar y en los gobiernos neoliberales no se vieron debilitadas las relaciones que, en un principio, se asocian más a gobiernos progresistas.

-Una de las cosas que muestro es que los factores que hace que Argentina y China sean socios compatibles tienen que ver con la configuración del orden mundial post 1945, y eso afecta a todo el mundo de la misma manera. Por eso la relación con China ha trascendido, no solo en distintos gobiernos e ideologías, sino también con sistemas de gobierno distintos. Ahí está la base del asunto, hay una estructura mundial que favorece tanto a China como Argentina para multiplicar sus posibilidades diplomáticas.

Mirada interior

-Sobre historia argentina hay muchísimo escrito y, cuando se trata de la relación entre Argentina y otro país, solo se aborda desde la perspectiva bilateral. Cuesta encontrar materiales que contextualicen. Su libro se destaca por eso también…

-Muchas veces pienso que nuestro país es bastante introspectivo, donde la dinámica de la vida cotidiana es tan intensa que, en general, se concentra mucho en el adentro y a veces subestimamos el peso de Argentina en el contexto internacional. Pero en general, cuando se da ese salto y se estudian las relaciones entre países, se suele ver netamente lo bilateral.

-¿Cómo es eso que se subestima el rol de Argentina en la arena internacional?

-Argentina es un país con bastante importancia a nivel mundial y es referencia en un montón de cosas en la región. Es el octavo país más grande del mundo, es el quinto más poderoso del hemisferio occidental, territorialmente es el más grande de habla hispana y es el segundo país en Sudamérica. Además, tiene alto índice de desarrollo humano con industrias interesantes, recursos naturales muy importantes y tiene peso en una serie de marcos multilaterales desde el G-20 hasta el Mercosur. Muchas veces, el peso y la importancia de Argentina solo se puede apreciar a la distancia. 

Tapa del libro de Francisco Taiana. Créditos: Editorial UNQ

Dos visiones distinas

-A menudo, se compara a China con Estados Unidos y se habla de imperialismos. ¿Qué opinión le merece?

-Imperialismo es un término cómodo que muchas veces se emplea en lugar de hacer un análisis un poco más profundo de lo que es el concierto de las tensiones en el sistema internacional. Vivimos en un mundo en el cual todas las naciones luchan por sus intereses, y más aún por sus intereses estratégicos.

-Pero no todos los países tienen el mismo peso ni las mismas pretensiones…

-Obviamente, los países más poderosos van a hacerlo con mayor efectividad y en un rango superior. Esta es la naturaleza de las relaciones humanas, estamos hablando de estados independientes. Dicho eso, me parece que las comparaciones entre China y Estados Unidos son un poco superficiales porque son dos potencias muy distintas en sus tradiciones, en su ideología y en su práctica.

-¿Por qué?

-China es una civilización en sí misma. Hay una diferencia fundamental en lo que han sido las potencias occidentales y lo que es China. Occidente tiene una cuestión muy idiosincrática que es el tema de valores universales. En general, a lo largo de estos últimos dos mil años, occidente tiende a pensar que sus valores no son occidentales, sino que simplemente son válidos en sí mismos y son universalmente aplicables. Simplificando, muchas de las ideologías occidentales sostienen que hemos descubierto una serie de valores y que el problema del mundo es que todavía hay gente que nos los comparte. 

-Es decir que trasciende al binomio entre izquierdas y derechas…

-En realidad, esto lo podemos ver desde la tradición imperial romana hasta muchos de los principales movimientos sociales, culturales y políticos actuales en occidente. No es una cuestión ni de derecha ni de izquierda, es en general una manera muy occidental de ver el mundo, a través de valores universales.

¿Y China en particular no tiene ese objetivo de diseminar su visión del mundo y sus valores?

-China no tiene una misión evangelizadora. Ellos no creen en un modelo chino para el mundo. China cree que hay China, pero no hay un modelo chino. No le interesa que Madagascar o El Salvador adopten valores o sistemas parecidos a los suyos. Si le preguntáramos a un chino, te diría que ni siquiera sería aplicable porque China, al ser una civilización en sí misma, tiene una serie de valores que son propios por esa experiencia histórica que es justamente irreproducible. Hay una cuestión de fondo muy diferente entre China y occidente que impacta en todos los aspectos de la vida social, cultural y política, y sobre todo, también tiene su parte en la política exterior. 

Relaciones en pandemia 

-¿Cuál es su análisis sobre las relaciones que mantiene el actual gobierno con China?

-Primero que nada, las relaciones se dieron en un contexto muy complicado que es el surgimiento de la pandemia, lo cual imposibilitó durante un tiempo largo el contacto directo a través de viajes, visitas e intercambios, e interrumpió un poco la inercia con la que se venía construyendo en gestiones anteriores a lo largo de décadas.

-Sin embargo, uno de los primeros países al que viajó Alberto Fernández con la flexibilización de la cuarentena fue China.

-Tal cual, fueron capaces de sobreponerse eventualmente a las dificultades. Con ese viaje, Argentina dio un salto importante en su relación con China a través de la firma del memorándum de entendimiento sobre la iniciativa de la franja y la ruta de la seda. La última vez que había pasado algo así de importante fue hace casi diez años con la firma del acuerdo de asociación estratégica integral en el 2014. En ese sentido, el gobierno avanzó bastante en la relación con china en un contexto que ha sido complejo por el coronavirus y la guerra de Ucrania.

-¿En qué sentido impacta la guerra en las relaciones internacionales?

-Temas así complican el escenario internacional y aumentan tensiones a nivel global. En general, esos eventos internacionales tienden a impactar negativamente en las posibilidades diplomáticas entre países. Pese a esto, el gobierno logró avanzar en una serie de frentes al mismo tiempo. Resumidamente, la gestión de este gobierno ha sido bastante positiva teniendo en cuenta los desafíos contemporáneos. 


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Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.