Implementan un sistema de construcción ecológico a partir del desecho de cañas de azúcar

Las paredes se fabrican con un componente residual conocido como maloja. Se trata de un método más barato y hasta cinco veces más aislante que las construcciones tradicionales.

Paredes hechas con maloja, el residuo de la cosecha de la caña de azúcar. Créditos: Gonzalo García Villar.
Paredes hechas con maloja, el residuo de la cosecha de la caña de azúcar. Créditos: Gonzalo García Villar.

Investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y del Conicet desarrollan un sistema de construcción a partir de la maloja, el residuo de la caña de azúcar. Las paredes fabricadas con este material son más baratas y hasta cinco veces más aislantes que las tradicionales hechas con ladrillo común. Las provincias de esta región, Tucumán, Salta y Jujuy concentran el 99,5 por ciento de la producción de caña de azúcar del país y el resto se distribuye en Misiones y Santa Fe. En este proyecto, lejos de ser un desecho, la maloja pasa a ser la materia prima de un nuevo tipo de sistema constructivo de viviendas más ecológico y barato.

La técnica que utilizan, conocida como tierra alivianada encofrada, es originaria de Alemania y los investigadores la adaptaron para incorporarle la maloja. En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, el arquitecto y becario doctoral del Conicet y la UNT, Gonzalo García Villar explica: “Este método consta de una fibra embarrada, en este caso la maloja, que se mete en un encofrado (molde) dentro una estructura de madera. Funciona así: a este recipiente de madera, se le adosan encofrados de ambos lados. Luego, se humedece la maloja en barro líquido, se escurre, se la coloca en ese encofrado y se apisona con un palo. Una vez rellenas estas piezas, se quitan y queda la pared”.

Así, lograron construir paneles ecológicos in situ que permiten montar una obra de forma más rápida, sencilla y solidaria con el ambiente. El investigador cuenta que ya se han construido varias viviendas, incluso la suya, y la sede de la Asociación Campesina de Tucumán.

Sede de la Asociación Campesina de Tucumán hecha con paredes de maloja. Créditos: Gonzalo García Villar.
Sede de la Asociación Campesina de Tucumán hecha con paredes de maloja. Créditos: Gonzalo García Villar.

El nuevo sistema presenta diversas ventajas: recicla un componente que suele desecharse a través de la quema a campo abierto contaminando así el ambiente; es de origen natural y no requiere tratamiento industrial; y posee un alto grado de aislación acústica y térmica que contribuye a la comodidad y confort de las edificaciones.

En camino hacia viviendas ecológicas y confortables

Además, según cuenta el investigador, este desarrollo se vincula con otro proyecto que llevan adelante desde el Conicet y la UNT que son los revoques de tierra, los cuales permiten la regulación de la humedad al interior de la vivienda. Así lo explica García Villar: “En la jerga se dice que los revoques son un material vivo porque están en constante interacción con el medio, es decir que no son sintéticos, como la pintura de látex o el cemento. Este revoque de tierra tiene poros que pueden absorber humedad o vapor de agua lo que hace que los ambientes se mantengan regulados y proveen así lo que se conoce como un tipo de confort higrotérmico”.

Y agrega: “Tienen la capacidad de absorber compuestos orgánicos volátiles presentes en el aire, los cuales suelen ser despedidos por los electrodomésticos. De esta manera, hacen una eliminación pasiva y contribuyen a la regulación del ambiente”.

Hasta el momento, el equipo desarrolla los paneles hechos con maloja in situ, es decir, en el lugar donde será construida la edificación pero proyectan prefabricarlos en un lugar determinado y poder trasladarlos hacia donde deben ser colocados.

Pared con maloja. Créditos: Criatic.
Pared construida en el predio del Centro Regional de Investigaciones y Arquitectura de Tierra Cruda, Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT.

“El sistema constructivo in situ está muy avanzado pero la prefabricación está dando sus primeros pasos. Ya desarrollamos prototipos, paneles de muestra y de experimentación pero aún no fue implementado. Junto con el investigador Pablo Dorado estamos trabajando en el diseño, las cuestiones térmicas y estructurales. Nuestro objetivo es que sea un producto competitivo en el mercado, para eso necesitamos articular con empresas de base tecnológica”, detalla el arquitecto.

Los desarrollos lo llevan adelante los arquitectos y becarios del Conicet y la UNT Gonzalo García Villar y Pablo Dorado bajo la dirección del doctor en Arquitectura Guillermo Rolón. Los espacios involucrados de estos organismos son el Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat, el Centro Regional de Investigaciones y Arquitectura de Tierra Cruda y el programa Mejora del Hábito Participativo.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).