Marianela Di Marco: “Si la UNQ no existiera habría un vacío infinito”
Estudiante, trabajadora y codirectora de un proyecto de editoriales de libros, la comunicadora social dialoga acerca de su vida en la Universidad, a la que define como su “casa”.
En las universidades públicas se respira un ambiente de incertidumbre constante, mezclado con miedo y resistencia. Aquellos que estudiaron y trabajan desde hace tiempo en las casas de estudios han experimentado sus mejores épocas, pero también las peores. Es el caso de Marianela Di Marco, egresada de la Universidad Nacional de Quilmes y asistente de las carreras de Comunicación Social y Enfermería. “Acá me dieron un montón de posibilidades en el ámbito profesional, laboral y personal. No sé qué haría si la UNQ no existiera, habría un vacío infinito”, dice Di Marco y comienza el diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
“Nela”, como se la conoce en la Universidad, comenzó a estudiar la Licenciatura en Comunicación Social en el 2000 y se recibió nueve años más tarde. En aquel momento, la UNQ estaba lejos de ser lo que es hoy: aún no existía el edificio Espora, ni las aulas n° 60 ni el espacio Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. “Cuando me vine a anotar, fui al baño y vi que había papel higiénico y perfume de ambiente. Estaba todo tan limpio y nuevo que pensé que era una universidad privada y ahí me dijeron que era pública, nacional y gratuita”, cuenta Di Marco.
Y sigue: “Fue un alivio porque en mi casa las cosas no andaban bien. Eran los fines del menemismo y principios del 2000 y en la fábrica de soda donde trabajaba mi papá las ventas habían bajado un montón porque las importaciones estaban abiertas”.
Durante la carrera, Di Marco enfermó y hubo varios años en los que cursó una materia por cuatrimestre pero su interés por la producción audiovisual y por obtener un título universitario mantuvieron las ganas intactas. “Yo quería y debía estudiar. Mi mamá no siguió ninguna carrera y mi papá había empezado la carrera de contador, pero con la dictadura tuvo que dejar. Yo tenía la posibilidad de hacerlo y eso debía aprovecharlo”, recuerda.
Así, una vez recibida como licenciada, continuó su formación con el diploma superior “Educación, imágenes y medios en la cultura digital” de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y la Especialización en Comunicación Digital Audiovisual de la UNQ. Además es codirectora de “El Sur también publica”, una iniciativa que reúne a distintas editoriales independientes de la zona para dar difusión a sus libros. En este sentido, todos los años realizan la Fiesta del Libro y la Revista en la Universidad, punto de encuentro de autores, editores y lectores.
Pero, más allá de cualquier título, Di Marco se define a sí misma como “llorona”. “¡Mirá que practiqué cuando iba a defender mi último trabajo de la Especialización! Y al final, lloré tanto en esos ensayos como cuando presenté la última diapositiva frente al jurado. Lloro mucho y a veces me tengo que controlar; la universidad despierta eso. A veces una dice: ‘no estudio más, no tengo ganas’, pero siempre volvés. Hay una necesidad por ponerse en contacto con textos y autores que te permitan tener más conocimiento y ampliar la visión”, señala.
El patio de casa
Quienes habitan la Universidad día a día entienden cuando alguien manifiesta que es un hogar o un refugio. Para “Nela” es el patio de su casa, la extensión de su habitación o el comedor. No es solo el espacio que la formó y en el que trabaja, sino también donde conoció a su mejor amiga, donde interactúa con estudiantes y donde se “siente en paz”. Entre tanto estudio, Di Marco mecha su vida profesional con actividades de desconexión y distensión. Por ejemplo, disfruta ir al cine con su marido (con quien vivió un tiempo en España) y una vez por mes asisten a la Cacería de Puntos, una competencia recreativa de juegos de mesa, como la lotería. Pero, le cuesta mucho separar su vida personal de la UNQ.
“Quienes trabajamos acá lo dejamos todo. No es que venís, cumplís con tu trabajo y te vas, la realidad es que te atraviesa todo lo que pasa acá: lo bueno y lo malo. Lo digo como trabajadora pero también como estudiante. Los profesores saben los nombres de sus alumnos y acompañan personalmente el proceso de aprendizaje. Eso no pasa en todos lados”, enfatiza ante la Agencia.
Respecto a la situación que viven las universidades públicas, explica que es similar a “estar siempre al borde de un abismo”. “La gente se sube a atacar al Estado y no se da cuenta que el Estado son ellos mismos: los que pagan impuestos, los que mantienen las universidades en pie y demás. Los políticos son otra cosa, son gobernantes. Desde febrero decimos que no vamos a pasar junio; incluso, lo dice la UBA y eso nos permite estar en agenda porque sino no estaríamos en el centro de la escena”, detalla.
Y expresa: “Hace unos años decían que íbamos a ver la luz al final del túnel y eso no lo veo esta vuelta. Uno puede ver la luz en tanto y en cuando no se toquen algunos derechos”.