Un informe de Naciones Unidas advierte sobre la escasez de agua y sus consecuencias en el mundo
Con altas temperaturas y sequías prolongadas, la baja cantidad de recursos hídricos pone en peligro a la agricultura, los ecosistemas y las comunidades.
Según un informe publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los flujos fluviales y los flujos de entrada a los embalses fueron “muy inferiores a lo normal” en los últimos cinco años. Esta escasez de agua se combina con las altas temperaturas (2023 fue el año más caluroso de la historia desde que hay registros) y las sequías prolongadas, lo que pone en peligro a la agricultura, los ecosistemas y las comunidades. En la actualidad, 3600 millones de personas carecen de acceso suficiente al agua y se estima que la cifra superará los 5 mil millones en 2050. Si bien el 70 por ciento del planeta está compuesto por agua, solo el 3 por ciento es dulce. En este contexto, el cambio climático impacta de forma negativa ya que altera los ciclos, afecta la calidad y cada vez es más difícil prever qué disponibilidad habrá en el corto, mediano y largo plazo.
“Los recursos hídricos son un indicador de peligro del cambio climático. Recibimos llamadas de socorro en forma de precipitaciones, crecidas y sequías cada vez más extremas que se cobran numerosas vidas y perjudican gravemente a los ecosistemas y las economías. La fusión de la nieve y los glaciares pone en jaque la seguridad hídrica a largo plazo de muchos millones de personas. Y, sin embargo, no estamos adoptando las medidas urgentes necesarias”, declaró la argentina Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, en conferencia de prensa.
Los flujos fluviales hacen referencia al agua que ingresa a los distintos ríos y arroyos desde su naciente hasta su desembocadura. Los usos del agua son múltiples y su escasez tiene efectos a nivel de paisaje, con consecuencias ecológicas y sociales. “Por un lado, los organismos que habitan el cuerpo de agua, especialmente los peces, requieren de un nivel mínimo para desarrollar su vida. En este sentido, las presas o embalses son obras que permiten almacenar agua y regular estos caudales para minimizar el impacto los años secos. Por otro lado, se ve afectada la capacidad de generar hidroenergía, de abastecer de agua segura a la población, la navegabilidad y el acceso a las costas con fines recreativos, entre otros”, señala Juan Manuel Cabrera, biólogo e investigador del Conicet, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
Así, la escasez a nivel mundial pone en peligro el derecho humano al agua potable y los fenómenos meteorológicos e hidrológicos extremos complican aún más la situación, provocando pérdidas económicas y humanas. Por ejemplo, el derrumbe de dos represas en Libia en septiembre de 2023, a raíz de una gran crecida, ocasionó 11 mil muertes y afectó a más del 20 por ciento de la población. Asimismo, la sequía que afectó a buena parte de América del Sur generó una pérdida del 3 por ciento de producto interno bruto en Argentina.
Aunque parezca contradictorio, las precipitaciones fuertes y las inundaciones se combinan con los suelos secos y las sequías más intensas. A su vez, la disminución de la capa de hielo y el retroceso de los glaciares contribuye al aumento del nivel del mar, la alteración del clima, la desaparición de especies y la pérdida de agua dulce para el consumo humano. Según datos preliminares de la OMM, de septiembre de 2022 a agosto de 2023, los glaciares perdieron más de 600 mil millones de toneladas de agua, lo que constituye la mayor cifra registrada en 50 años.
Ciencia para prevenir
El Informe sobre el Estado de los Recursos Hídricos Mundiales se publicó por tercer año consecutivo (hasta el momento solo está disponible en inglés) y es el más completo hasta la fecha, ya que ofrece nueva información sobre los volúmenes de los lagos y los embalses, datos sobre la humedad del suelo y más detalles sobre los glaciares y el equivalente en agua de la nieve. Su objetivo consiste en proporcionar información a las instancias decisorias de los sectores sensibles al agua y a los profesionales dedicados a la reducción de los riesgos de desastre.
De hecho, para la elaboración de las cifras, se triplicó y se cuadruplicó la cantidad de países representados en algunos casos. Sin embargo, el propio informe advierte que, pese a las mejoras en el intercambio de datos de observación, “África, América del Sur y Asia siguen estando infrarrepresentadas en la recopilación de datos hidrológicos, lo que pone de manifiesto la necesidad de mejorar el monitoreo y el intercambio de datos, especialmente en el Sur Global”.
“Es muy poco lo que se sabe sobre el verdadero estado de los recursos mundiales de agua dulce. No podemos gestionar lo que no medimos. Este informe pretende contribuir a mejorar el monitoreo, el intercambio de datos, la colaboración transfronteriza y las evaluaciones. Es una necesidad urgente”, declaró Saulo.
En este sentido, el investigador del Conicet señala que es necesario que las industrias certifiquen la eficiencia en el uso y que las comunidades no solo protesten cuando hay procesos que contaminan las fuentes de agua, sino que también participen en la toma de decisiones. Y agrega: “El nivel de saneamiento que tenemos en los grandes centros urbanos del país es bajo. En este aspecto, hace pocos días se anunció el cierre del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENHOSA), encargado de priorizar y llevar adelante las obras necesarias para mejorar tanto la disponibilidad de agua como su tratamiento previo a la descarga en los ríos, arroyos, lagos y lagunas que reciben nuestros efluentes”.
Mientras los organismos internacionales advierten sobre la poca cantidad de agua dulce disponible en el planeta, las consecuencias del cambio climático y de los fenómenos meteorológicos e hidrológicos extremos, el gobierno nacional apuesta al cierre de los organismos encargados del cuidado y la supervisión, a la vez que apuesta a la destrucción de la ciencia y la tecnología.