Qué significa ‘woke’, la palabra de moda para atacar a quienes defienden derechos
Jefes de Estado y magnates son algunos de los referentes que más la utilizan para denunciar un “virus que ataca a valores tradicionales y a todo Occidente”.
La palabra ‘woke’ se utiliza en inglés como pasado de ‘wake’, que significa despertar. Se trata de un término relativamente nuevo, ya que se hizo popular en las protestas contra la violencia racista en Estados Unidos y el Black Lives Matter en la última década para denominar de forma positiva a quienes luchan contra determinadas injusticias. Sin embargo, hablar de ‘woke’ hoy en día significa referirse de manera despectiva a personas y colectivos que defienden diferentes causas vinculadas al multiculturalismo, el ambientalismo, los feminismos, los pueblos originarios, los derechos LGBTI+ y hasta el veganismo. Esta conversión se debe en parte gracias a Donald Trump, quien en 2020 dijo que la “tiranía woke” amenaza a los valores de familia y que los “woke lefties (izquierdistas despiertos)” son fascistas de extrema izquierda. En Argentina, el presidente de la Nación la utilizó más de una vez en distintos lugares que van desde las redes sociales hasta entrevistas periodísticas y discursos internacionales como la ONU y el G20.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, el docente e investigador de la UNQ Leonardo Murolo analiza el devenir de esta palabra y reflexiona sobre su utilización en la actualidad. “En una primera instancia lo utilizaban algunos militantes, activistas y corrientes políticas progresistas que buscaban jugar en el espacio público la pulseada de que sus temáticas sean atendidas por el poder político y por los medios de comunicación. Los ‘woke’ eran quienes estaban alerta, significaba estar despiertos y tener cierta conciencia. De hecho, en España se tradujo como despierto, conciencia o persona con conciencia sobre determinado tema”, señala.
Sin embargo, explica Murolo, “ese emblema se transformó en estigma y lo retoman las nuevas derechas, los populismos de derecha y los neofascismos para señalar a aquellos que ya eran tildados de progresistas, colectivistas y comunistas. Entonces, se generaliza esa mirada despectiva a los ‘woke’, ya no solamente como una mirada antirracista, sino también hacia los feminismos, los colectivos LGBTI+, los ambientalismos, los veganos y a todos los que están en esta perspectiva que es más progresista que conservadora”.
Por ejemplo, durante su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Milei dijo: “Estamos ante un fin de ciclo. El colectivismo y el postureo moral, de la agenda woke, se han chocado con la realidad y ya no tienen soluciones creíbles para ofrecer a los problemas reales del mundo”. En otra alocución pronunciada junto a la primera ministra de Italia, el presidente remarcó los “valores compartidos” entre ambas naciones que “lamentablemente escasean en el mundo occidental”.
“Frente al sinsentido económico y los avances sobre los derechos de propiedad, nosotros defendemos el comercio libre, la sensatez y la propiedad privada a rajatabla. Frente a la ideología de género tan de moda en occidente en la última década, abogamos por el respeto irrestricto del derecho a la vida y la defensa de la familia como elemento central de la sociedad. Ante la enfermedad del alma que es el virus woke, nosotros pedimos restaurar el sentido común y volver a los valores que comparten los ciudadanos del mundo occidental”, sostuvo el máximo mandatario.
Al igual que el presidente argentino, Elon Musk es otra de las personas que denomina como virus a todo lo que supuestamente engloba esta ideología. Incluso, durante una entrevista, llegó a decir: “Mi hijo Xavier está muerto, lo asesinó el virus de la mente woke. Juré destruir el virus woke después de eso”. En realidad, el dueño de X se refiere al cambio de identidad de género que realizó su hija, quien se identifica como Vivian Jenna Wilson y no tiene vínculo con su padre biológico desde 2022. Incluso, advirtió que se irá de Estados Unidos tras la victoria de Trump.
El poder de la amplificación
Gracias a la repetición constante y a la contextualización, determinadas palabras se insertan en la batalla cultural y adquieren una carga negativa sobre las personas que son etiquetadas de esa manera. Pese a que en 2017 el diccionario Oxford definió a ‘woke’ como “estar consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo”, en 2024 es sinónimo de estigma. En este sentido, los medios tradicionales y las redes sociales juegan un rol fundamental.
“Hay una forma de instalar estas cuestiones que tiene que ver con detentar ciertos poderes. Sabemos del poder comunicacional de los medios tradicionales, por reiteración y por generalización, que pertenecen a un puñado de dueños y están concentrados en pocas manos. Sin embargo, frente a aquella búsqueda del principio de los 2000 de llegar a cierta democratización de la comunicación por la proliferación de redes sociales, en la actualidad hay un puñado de cinco dueños que tienen los máximos sitios web y las redes sociales más buscadas”, explica el docente e investigador de la UNQ.
Los algoritmos de las redes sociales como X, Facebook e Instagram tienen la misma lógica que la radio, la televisión y los diarios, que instalan un determinado concepto y las personas lo asimilan hasta repetirlo y adjudicándole un significado específico. Más aún si el dueño de una red social se autodefine como defensor de la libertad de expresión y utiliza esa palabra como un insulto.
Colectivistas, globalistas, socialistas, izquierdistas, guerreros de la justicia social y agenda 2030 son algunos de los términos que se utilizan como sinónimo y de manera despectiva, aunque sus definiciones originales están poco ligadas a su presente.
Para el actual gobierno y para todo un sector político que trasciende fronteras y que tiene figuras como Trump, Musk y Bolsonaro, la principal batalla no es económica ni política, sino que es cultural. En esta disputa que es simbólica pero que también se traduce con medidas concretas, la educación superior pública, el matrimonio igualitario, el aborto legal, los pueblos originarios, la lucha contra el cambio climático y la violencia de género son algunos de los principales apuntados.