Una agricultura saludable como respuesta al calentamiento global

El investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, Luis Wall, destaca la necesidad de incluir la biología del suelo en las prácticas agrícolas para mitigar el impacto en el ambiente.

“La agricultura del mundo usa la tierra como un florero”, afirma Luis Wall. Crédito: AgroSpray
“La agricultura del mundo usa la tierra como un florero”, afirma Luis Wall. Crédito: AgroSpray

El calentamiento global requiere soluciones y acciones urgentes. Los humanos son la causa de la problemática, y los gobiernos y las grandes empresas son los únicos que podrán cambiar el destino del planeta, si así se lo proponen. Una de las prácticas que contribuye a que aumente el calentamiento global es el método de agricultura actual. Luis Wall, director del Centro de Bioquímica y Biología del Suelo de la Universidad Nacional de Quilmes, afirma a la Agencia de Noticias Científicas que “la agricultura del mundo usa la tierra como un florero” lo que constituye una “catástrofe ambiental”. En este sentido, comenta la necesidad de que haya un cambio de paradigma en el que no se destruya el suelo, sino que se preste atención a la biodiversidad que vive en él. “Buscamos que la biología sea parte de la agricultura porque es la que hace funcionar los ciclos del planeta”, agrega.

En la actualidad, la agricultura trabaja sobre las parcelas sin prestar atención a la biodiversidad que habita en ellas. Se utilizan agroquímicos y fertilizantes de forma preventiva. A la vez que se elimina aquello que puede resultar perjudicial para los cultivos, también se inhiben microorganismos que son necesarios para la fertilidad del suelo. De esta manera, este es degradado y se emiten gases de efectos invernaderos, lo que afecta el ambiente.

“La agricultura actual es responsable en parte del calentamiento global”, afirma Wall, y continúa: “La humanidad nunca supo qué pasaba con el suelo pero ahora lo sabe y no puede mirar para otro lado”. En Argentina, se realiza siembra directa: al evitar el método de labrado, la tierra en donde se hallan los microorganismos no se ve alterada. Sin embargo, el uso de agroquímicos y el monocultivo sí afectan su alimentación. Esto es porque los seres vivos requieren de la rotación de plantas para recuperar sus nutrientes, lo que no sucede cuando se cultiva siempre el mismo vegetal.

En esta línea, Wall plantea que la misma agricultura realizada de otra manera es capaz de revertir el proceso: “Puede capturar el dióxido de carbono del ambiente, aumentar el carbono en el suelo y mejorar la fertilidad”. Para esto, es necesario que los productores y agricultores conozcan la biología existente en la tierra y la incorporen en la práctica. Esta biodiversidad es inmensa y es la que hace funcionar al planeta: se calcula que en un gramo de suelo hay 10 mil millones de organismos, es decir, hay más individuos que habitantes en el planeta Tierra.

Para un cambio positivo en el método de agricultura, el investigador, junto con su equipo del Laboratorio de Bioquímica y Biología del Suelo de la UNQ, realiza diagnósticos de análisis del suelo. El trabajo se basa en tres tareas. Por un lado, realiza mediciones de lípidos lo que dará lugar a un índice de calidad del suelo; y, por otro, analiza los “perfiles de las enzimas”. Wall explica que se evalúa la salud del terreno a través de observar cómo funciona el recambio del nitrógeno, de carbono y del fósforo”. Por último, mediante la extracción de ADN, se identifican los grupos de bacterias, hongos y demás microorganismos. “Cuando un suelo esta bien manejado aumenta la diversidad biológica, de lo contrario, baja. Así reconocemos cuáles son los microorganismos que conviene que haya”, relata. Después añade: “Se trata de ‘salud única’: si el suelo tiene salud, los alimentos tienen salud y, por ende, los animales y humanos tienen salud”.

Cierra por todos lados

Wall explica que los análisis del suelo no están aceptados en todo el mundo. Sin embargo, hay empresas y productores interesados en los análisis de su Laboratorio. Recientemente, el equipo presentó un proyecto para realizar diagnósticos en los suelos de todo el país. El investigador explica que “la idea es avanzar en obtener datos para luego plantear las buenas prácticas para cuidar el terreno”.

El rol del Estado para prosperar en una agricultura más saludable es imprescindible. “Las políticas públicas que impulsen esto tienen dos beneficios, por un lado, promueven una producción sustentable y, por el otro, contribuyen a mitigar el calentamiento global”, remata.


Más noticias de la sección Ambiente:



¿Te gustó esta noticia? ¡Compartila!

Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).