Por primera vez la UNQ tendrá Lengua de Señas Argentina como materia optativa
Rápidamente se agotaron los cupos para cursar la asignatura. La Universidad amplía sus políticas de inclusión educativa y accesibilidad.
A partir del segundo cuatrimestre de 2022, la Universidad Nacional de Quilmes contará con la materia Lengua de Señas Argentina (LSA) como asignatura optativa para gran parte del estudiantado. Si bien la Universidad ya contaba con cursos de extensión en esta línea, la inclusión de la LSA en la currícula es un hito en las políticas de inclusión educativa y accesibilidad que está llevando adelante la Secretaría Académica. Javier Capria (sordo) y María Florencia Viri (intérprete) serán la pareja pedagógica que tendrá el desafío de dar el puntapié inicial al proyecto. Por lo pronto, la expectativa de la comunidad es grande ya que se llenaron los cupos de inscripción.
“Será un trabajo muy interesante porque se trata de una materia totalmente diferente. Por ejemplo, el material bibliográfico no es el habitual sino que realizarán sus propios materiales didácticos. Además, hay bibliografía específica que se utiliza para la enseñanza de Lengua de señas”, subraya Alejandra Belizan, coordinadora institucional de Inclusión Educativa y Accesibilidad, en diálogo con la Agencia de Noticias científicas de la UNQ.
De acuerdo a la Organización Mundial de la salud, en el mundo hay 1.500 millones de personas que viven con algún tipo de disminución auditiva. Según la Federación Mundial de Sordos, existen 70 millones de personas sordas que usan lengua de señas como primera lengua. Si bien hay 62 países donde la lengua de señas local tiene reconocimiento oficial, en Sudamérica solo dos países no cuentan con una ley específica: Argentina y Guyana.
Los datos relevados en el censo realizado en 2010 afirman que en Argentina hay más de 900 mil hogares con al menos una persona con dificultad o limitación auditiva permanente. El 95 por ciento de ellas nace en hogares donde son todos oyentes y el 86 por ciento asiste o asistió a escuelas donde no pudieron comunicarse con sus docentes.
El problema de la sobreprotección
La visión dominante en torno a las personas discapacitadas las señala de “inferiores” para realizar diversas acciones. Así, el sentido común indica que hay que ayudarlas sin preguntar si así lo requieren. La sobreprotección inhabilita a las personas discapacitadas y les quita autonomía, algo que profundiza aún más la dependencia de terceros.
“El problema no son las personas que tienen alguna discapacidad sino que son los ambientes que no permiten que esa persona se desarrolle autónomamente. Para hacer espacios accesibles e inclusivos desde la perspectiva educativa no solo es necesario mejorar los espacios físicos sino también pensar qué hacen estudiantes y docentes en las aulas cuando hay alguien sordo o no vidente”, sostiene Belizan.
Para Javier Capria –uno de los docentes del curso–, el objetivo es “poder brindarles a las y los estudiantes la posibilidad de comunicarse con personas sordas o hipoacúsicas que puedan encontrase en sus contextos de vida”, afirma mediante lenguaje de señas a la Agencia de la UNQ.
Por eso, quienes cursen Lengua de Señas Argentina no solo aprenderán el lenguaje específico sino también la cultura sorda y cómo cooperar para que las personas con disminución auditiva realmente puedan desarrollarse por sí mismas en un contexto tan adverso.
En este marco, el diputado nacional Leonardo Grosso presentó en junio de 2022 un proyecto de ley para que se reconozca de forma oficial a la LSA como una lengua natural, originaria y que forma parte del patrimonio lingüístico y cultural de la comunidad sorda en todo el país.
La creatividad como clave
Casi instantáneamente surge la pregunta respecto de los materiales educativos y la bibliografía a utilizar en el caso de la enseñanza de Lengua de Señas Argentina. María Florencia Viri, pareja pedagógica de Capria, intérprete de LSA y docente de sordos, discute con el término adaptabilidad, ese que indica que los textos deben adecuarse especialmente para casos concretos.
“Desde nuestro trabajo no adaptamos, sino que creamos contenidos para todos y todas. Si los contenidos fueran pensados para toda la población en su conjunto, no sería necesario adaptar”, destaca Viri. En este sentido, Capria añade que formar estudiantes es “darles herramientas para que, si se encuentran con una persona sorda no se asusten ni sientan vergüenza, sino que sepan los principios para poder comunicarse”.
Según la Confederación Argentina de Sordos, más del 75 por ciento de las personas con dificultades auditivas no terminó la escuela secundaria porque no pudo comunicarse con sus docentes. Para colmo, gran parte de los cursos que enseñan la LSA tienen aranceles muy altos que impiden acceder a ellos. En este contexto, la apuesta de la UNQ representa una iniciativa para empezar a saldar una deuda pendiente.