Gabriela Rivadeneira: “Las señales de integración regional no llegan a ser contundentes”
La expresidenta de la Asamblea de Ecuador visitó la UNQ en la presentación del libro Economía como ideología disfrazada de ciencia.
Gabriela Rivadeneira es una política ecuatoriana feminista y luchadora por la unión de los gobiernos progresistas de América Latina. Exiliada en México desde 2019 por la persecución sufrida bajo el gobierno ecuatoriano de Lenín Moreno, en la actualidad es directora ejecutiva del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (IDEAL), centro de pensamiento y acción para el desarrollo de América Latina. En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Rivadeneira analiza las dificultades de lo que denomina como el ‘segundo ciclo progresista’ de la región y plantea la necesidad de reactivar la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
-Esta ola de gobiernos progresistas en América Latina parece menos integrada y, en algunos casos, más conservadora que la anterior.
–El primer ciclo progresista dejó absolutamente en claro que es posible implementar otro modelo de gestión y que, en esa implementación, hay toda una transformación alrededor de la integración. Ese fue un factor que comprendimos muy bien en esa primera década. Fue Hugo Chávez el presidente que planteó los primeros procesos de unión con el NO al ALCA. Luego, con los otros presidentes progresistas que llegaron, se planteó el tema de la UNASUR, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el Mercosur, entre otros.
-¿Por qué cuesta tanto la integración en este nuevo proceso regional?
-Este segundo ciclo progresista es más complejo porque estamos en un contexto mundial post pandemia y, además, en medio de la guerra con condiciones económicas complejas a nivel mundial, algo que rebota inmediatamente en nuestros países. Otra de las causas es que, en muchos de los países, estamos ganando gobiernos sin conseguir amplias mayorías parlamentarias, algo que tensa la gobernabilidad. Definitivamente, es un proceso con otras características pero que demanda igual grado de acción de parte de nuestros gobiernos.
-Pareciera que las disputas por la agenda regional se definen entre la CELAC y la OEA.
-Así es. La CELAC ha tomado un rol importante y creemos que ese es un espacio y un foro que puede permitir otro tipo de debate, que no es necesariamente el que la Organización de Estados Americanos (OEA) nos está queriendo imponer dentro de la región. Sin embargo, es momento de reactivar UNASUR, hablar sobre la moneda de integración comercial y el funcionamiento de un banco regional. Estos temas nos convocan a una discusión real sobre qué tipo de integración queremos. Aquí no hace falta solo voluntad política, sino que es necesario poner el acelerador para la intgración.
-¿Por qué cree que no se quiere o no se puede pisar el pedal?
-Pasa que ahora nos enfrentamos con realidades donde nuestros presidentes están concentrados en hacer gobiernos. Esto es producto de la naturalización de la política fascista que inició con el triunfo de Bolsonaro en 2018 y le siguió con las presidencias de Macri, Duque y Piñera. Las señales de integración regional no llegan a ser contundentes. Todos hablan y están a favor de ella, pero cuánto se está haciendo.
-El abanderado de revivir esta experiencia de la UNASUR es su exsecretario general Ernesto Samper…
-Él está recorriendo los países y golpeando las puertas de los presidentes para animar nuevamente a retomar en la práctica el tema de la UNASUR. Sigue siendo indispensable porque no solo era un foro político, sino un foro de acción en temas de seguridad, salud, políticas social y más. Como estaba avanzando aceleradamente, la disposición de Washington fue exterminarla.
